¿He irrespetado a mis padres? ¿He tenido sinceras actitudes de gratitud y amor por ellos?
¿He desobedecido a mis padres o superiores en cosas importantes?
¿He tenido un desordenado afán de independencia, que me lleva a recibir mal las indicaciones de mis padres, simplemente porque me lo mandan? ¿Me doy cuenta que esta reacción está causada por la soberbia?
¿Los he amenazado o maltratado de palabra o de obras, o les he deseado algún mal grave o leve?
¿He dejado de ayudarle a mis padres en sus necesidades espirituales o materiales, pudiéndolo hacer, esforzándome?
¿Me enfado y peleo con mis hermanos y compañeros? ¿He dejado de hablarme con ellos, y no pongo los medios necesarios para la reconciliación?
¿He dado mal ejemplo a mis hermanos o compañeros; y he sido egoísta o envidioso, queriendo siempre sobresalir, tener razón, etc.
¿Me dejo llevar por el mal genio y me enfado con frecuencia sin motivo justificado?
¿Me he sentido responsable ante mis padres del esfuerzo que hacen para que yo me forme, estudiando con intensidad, y cumpliendo con todo en el plantel educativo?
¿Respeto toda autoridad a la que estoy sometido, y miro a estos superiores como representantes de Dios que los ha instituido ministros de sus dones? (Rm 13, 1-2)
Examen como PADRES
¿He degradado el amor conyugal a una simple e irresponsable procreación de hijos, sin importarme ni hacer algo por la educación moral y la formación espiritual de dichos seres fecundados?
¿He dado mal ejemplo a mis hijos, no cumpliendo con mis deberes religiosos, familiares, o profesionales?
¿He corregido a mis hijos siempre con firmeza, con justicia y con amor, por su bien?
He cumplido la responsabilidad de evangelizar a mis hijos desde la primera edad, enseñándoles los misterios de la fe, mediante el testimonio de vida cristiana de acuerdo con el Evangelio?
¿He prevenido e instruido a mis hijos sobre las malas compañías, enseñándoles los peligros?
¿Los he forzado a recibir algún sacramento, sin la debida preparación?
¿He impedido que mis hijos sigan la profesión o vocación que Dios les indica y desea para ellos; les he puesto obstáculos o los he aconsejado mal a propósito?
¿Permito que estudien o trabajen, en lugares donde corre peligro su alma o su cuerpo?
¿He tolerado escándalos o peligros morales o físicos entre las personas que viven en mi casa?
¿Procuro hacerme amigo de mis hijos? ¿Les doy a conocer cómo es el origen de la vida, acomodándome a su mentalidad y capacidad de comprensión?
¿En la familia, me enojo con facilidad, y me falta la amabilidad que expreso con extraños?
¿He reñido con mi cónyuge? ¿Ha habido malos tratos de palabra o de obra?
¿He abandonado parcial o totalmente a mi cónyuge y/o a mis hijos o padres?
¿He dejado de ayudar en las necesidades espirituales o materiales a las personas que me rodean; pudiendo hacerlo -aun- con esfuerzo?
¿He procurado ganar lo suficiente, y no malgastarlo, para poder mantener dignamente a mi familia?
¿He elegido un establecimiento educativo, donde BIEN se nos ayuda, en la tarea de educar cristianamente a nuestros(s) hijo(s)?
¿En el trabajo o en otra actividad, he ordenado o establecido cosas contrarias a la dignidad de las personas y a la ley natural?