¿He trabajado o he hecho trabajar sin necesidad urgente en día de precepto?
¿He utilizado mi tiempo del día del precepto, en actividades indecorosas u otras diferentes al compartir familiar y crecimiento espiritual? (Estudio de las Sagradas Escrituras, reflexión, meditación, cultura, etc., que favorecen el crecimiento de la vida interior, familiar y cristiana).
¿He faltado deliberadamente a la celebración eucarística (La santa Misa) de algún domingo o día festivo?
¿Me he distraído voluntariamente durante la Eucaristía, y/o he asistido físicamente, pero con el “corazón y la mente en otro lugar”?
¿He observado la abstinencia los viernes de cuaresma? ¿He ayunado el miércoles de ceniza y el viernes santo?
¿Me he confesado al menos una vez al año? ¿He hecho penitencia y ayuno por mis pecados?
¿He guardado la disposición del ayuno una hora antes del momento de comulgar?
¿Me he confesado lo antes posible, después de cometer algún pecado mortal?
¿He ayudado a la Iglesia en sus necesidades, en la medida que puedo?
Hasta aquí los mandamientos son referentes a nuestro AMOR a Dios. En adelante, los mandamientos nos piden AMAR a los demás y a nosotros mismos