Por la Señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos, líbranos Señor Dios nuestro, en el Nombre del Padre, Hijo y Espíritu Santo. Amén.

 

ORACIÓN PREPARATORIA
(Para todos los días)

Padre celestial, que en tu amor por nosotros enviaste a tu Hijo único para que naciera de María La Virgen, y fuera hermano nuestro, unido a nosotros en todo, menos en el pecado, ¡ESCUCHA HOY NUESTRA ORACIÓN!

Oh Jesús, manso y humilde de corazón, ¡DANOS UN CORAZÓN SEMEJANTE AL TUYO; CAPAZ DE BUSCAR EN TODO LA GLORIA DE TU PADRE Y LA SALVACIÓN DE TODAS LAS MUJERES Y LOS HOMBRES DEL MUNDO!

Espíritu Santo, que guiaste a Jesús a lo largo de su vida, y despertaste en Él la compasión, el amor y la misericordia, ¡VEN Y CAMBIA NUESTRO CORAZÓN DE PIEDRA EN UN CORAZÓN LLENO DE AMOR, DE ALEGRÍA Y DE PAZ!

María, madre de Jesús, que con tus palabras y tus ejemplos formaste el corazón de tu Hijo, y que con tu ternura, unida a la de San José, ayudaste a Jesús a ser manso y humilde de corazón, amante de la verdad y celoso de la gloria del Padre, ¡ACOMPÁÑANOS EN ESTE NOVENARIO EN HONOR DEL CORAZÓN DE TU HIJO! ¡AMEN!

 

Reflexión Primer día:

Hoy recordaremos con San Juan, que el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros.
Nació en Belén, creció en Nazaret con María y José, y era conocido entre sus contemporáneos como el hijo del carpintero. En él latía un corazón plenamente humano y plenamente divino: ¡el corazón de Jesús que tanto nos ha amado!

 

ORACIÓN DEL PRIMER DÍA

Espíritu Santo, danos tu luz para contemplar con nuestra inteligencia y nuestro corazón, a Jesús, Hijo de Dios e Hijo de María, el Salvador del mundo. En tu amor por nosotros, quisiste que tu Hijo se formará en el seno de una virgen; que naciera en un establo, lejos de su casa; y que recibiera el nombre de Jesús, porque Él salvaría a su pueblo de sus pecados, y porque Emanuel, estaría siempre con nosotros. Concédenos la gracia de conocerlo, de contemplarlo como verdadero hombre, de enamorarnos de su humanidad y de acoger con amor sus ejemplos y sus enseñanzas. Concédenos en esta novena, la gracia de que nazca y crezca en nosotros el deseo de imitarlo en nuestra vida diaria.¡Jesús misericordioso y compasivo, danos un corazón semejante al tuyo!

 

Oración Final:

Padre celestial, te agradecemos la oportunidad que nos has dado de acercarnos a tu Hijo Jesús a través del rezo de esta novena. Gracias por recordarnos que Él es el hijo de tus complacencias y por invitarnos a contemplarlo, a escucharlo y a aprender de Él.
Espíritu Santo, gracias por las luces que nos has dado para comprender mejor el Corazón de Jesús que tanto nos ha amado; que por nosotros nació, creció, padeció y murió. Gracias por recordarnos que Jesús está vivo y que, sentado a la derecha del Padre, vive para interceder por nosotros.
Jesús, gracias por tu encarnación, por haber caminado los caminos de tu patria acercándote con amor y compasión a las personas más necesitadas de tu entorno. Gracias por enseñarnos que de tu corazón brotan ríos de amor y misericordia para quienes se acercan a ti, con corazón humilde y abierto a conocerte y a amarte.

María, madre de Jesús, gracias por darnos a tu Hijo y por acompañarlo hasta la cruz. Gracias por aceptar ser la madre de la Iglesia, nuestra madre. A ti te invocamos diciendo:
Dulce Madre, no te alejes, tu vista de nosotros no apartes, ven con nosotros a todas partes, y solas, solos nunca nos dejes.
Tú que nos proteges tanto, como verdadera madre, Haz que nos bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, para que seamos mansos y humildes de corazón, compasivos y misericordiosos como tu Hijo Jesús.
AMEN.

Reflexión Segundo día

El día de su bautismo en el río Jordán, Jesús escuchó la voz de su Padre, venida del cielo, que decía “Éste es mi hijo amado, en el que tengo mis complacencias, ¡Escúchenlo!” Con cuánta emoción escucharía Jesús esa voz. ¡Cómo brincaría su corazón de gozo al saberse el Hijo Amado! Días después, iniciará su misión e irá a la sinagoga de su pueblo y dirá: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido, ¡para anunciar a los pobres la buena nueva!” ¡Su corazón está listo para iniciar su misión!

Oración Final:

Padre celestial, te agradecemos la oportunidad que nos has dado de acercarnos a tu Hijo Jesús a través del rezo de esta novena. Gracias por recordarnos que Él es el hijo de tus complacencias y por invitarnos a contemplarlo, a escucharlo y a aprender de Él.
Espíritu Santo, gracias por las luces que nos has dado para comprender mejor el Corazón de Jesús que tanto nos ha amado; que por nosotros nació, creció, padeció y murió. Gracias por recordarnos que Jesús está vivo y que, sentado a la derecha del Padre, vive para interceder por nosotros.
Jesús, gracias por tu encarnación, por haber caminado los caminos de tu patria acercándote con amor y compasión a las personas más necesitadas de tu entorno. Gracias por enseñarnos que de tu corazón brotan ríos de amor y misericordia para quienes se acercan a ti, con corazón humilde y abierto a conocerte y a amarte.

María, madre de Jesús, gracias por darnos a tu Hijo y por acompañarlo hasta la cruz. Gracias por aceptar ser la madre de la Iglesia, nuestra madre. A ti te invocamos diciendo:
Dulce Madre, no te alejes, tu vista de nosotros no apartes, ven con nosotros a todas partes, y solas, solos nunca nos dejes.
Tú que nos proteges tanto, como verdadera madre,
Haz que nos bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, para que seamos mansos y humildes de corazón, compasivos y misericordiosos como tu Hijo Jesús.
AMEN.

 

Reflexión Tercer día

Jesús tiene un corazón tierno y misericordioso, que se compadece de las mujeres y de los hombres de su tiempo. Se acerca con amor a los pecadores, a los excluidos de la sociedad, a los enfermos. Imaginemos con cuánto amor vio a la mujer pecadora que acariciaba sus pies, los bañaba con sus lágrimas y los secaba con sus cabellos… Pensemos en aquella mirada que convirtió el corazón de Zaqueo, la alegría de los leprosos al ser acogidos por Jesús y ser curados… ¡Un corazón misericordioso y lleno de amor!

 

ORACIÓN DEL TERCER DÍA

Jesús, este día en nuestro Novenario, recordamos tu ternura y tu compasión al acercarte a los hombres y las mujeres de tu tiempo: los pecadores, los excluidos, los enfermos y los marginados. ¿Qué sentirías en tu corazón cuando aquella mujer de mala fama se acercó a ti y, tirada en el suelo, como quien no tiene ningún derecho, con sus manos acarició tus pies, con sus lágrimas los bañó y los secó con sus cabellos, esperando de ti una palabra de salvación? ¿Cómo vibraría tu ser cuando tu mirada se cruzó con la de aquel hombre rico que, aunque había formado toda una fortuna robando a sus conciudadanos, te buscaba con un corazón dispuesto? Y, ¿qué sentirías cuando viste a aquellos diez leprosos, que desde lo más profundo de su ser te gritaban, “Jesús, maestro, ten compasión de nosotros?
Jesús, ¡déjanos vislumbrar hoy lo más íntimo de tu corazón!

 

Oración Final:

Padre celestial, te agradecemos la oportunidad que nos has dado de acercarnos a tu Hijo Jesús a través del rezo de esta novena. Gracias por recordarnos que Él es el hijo de tus complacencias y por invitarnos a contemplarlo, a escucharlo y a aprender de Él.
Espíritu Santo, gracias por las luces que nos has dado para comprender mejor el Corazón de Jesús que tanto nos ha amado; que por nosotros nació, creció, padeció y murió. Gracias por recordarnos que Jesús está vivo y que, sentado a la derecha del Padre, vive para interceder por nosotros.
Jesús, gracias por tu encarnación, por haber caminado los caminos de tu patria acercándote con amor y compasión a las personas más necesitadas de tu entorno. Gracias por enseñarnos que de tu corazón brotan ríos de amor y misericordia para quienes se acercan a ti, con corazón humilde y abierto a conocerte y a amarte.

María, madre de Jesús, gracias por darnos a tu Hijo y por acompañarlo hasta la cruz. Gracias por aceptar ser la madre de la Iglesia, nuestra madre. A ti te invocamos diciendo:
Dulce Madre, no te alejes, tu vista de nosotros no apartes, ven con nosotros a todas partes, y solas, solos nunca nos dejes.
Tú que nos proteges tanto, como verdadera madre,
Haz que nos bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, para que seamos mansos y humildes de corazón, compasivos y misericordiosos como tu Hijo Jesús.
AMEN.

 

Reflexión Cuarto día

Jesús tenía un ojo atento para descubrir las necesidades de las personas que encontraba en su camino, y su corazón sensible y compasivo encontraba siempre una respuesta de ayuda y consuelo para los demás, como por ejemplo con la viuda de Naím o la multitud para quien multiplicó los panes y los peces. Pero también tiene un amor profundo por la verdad y sabe defender los derechos de Dios, de los demás y los suyos propios, con decisión y fuerza, ante los diversos interlocutores.

 

Oración Cuarto día

Jesús, déjame hoy ver por tus ojos, oír por tus oídos y amar con tu corazón para poder experimentar internamente algo de lo que pasaba en tu interior. Con cuánta ternura te acercaste a la viuda del pueblo de Naim. Ella se quedaba sola, sin sostén para vivir, y Tú, lleno de misericordia le devolviste a su hijo. ¿Y qué decir de tu compasión por aquella multitud que te seguía y para quienes multiplicaste los panes y los peces? Pero tu corazón, que amaba profundamente al Padre y a las personas, también sintió celo por la casa de Dios cuando arrojaste a los mercaderes del templo; cuando sentiste enojo y tristeza porque las autoridades judías preferían cumplir la ley del sábado a alegrarse por la curación de algún necesitado; o cuando, abofeteado por el criado del sumo sacerdote, te defendiste y lo pusiste en su lugar. ¡Jesús, manso y humilde de corazón; ¡Jesús, celoso de la verdad y del verdadero amor por las personas, dame un corazón semejante al tuyo!

 

Oración Final:

Padre celestial, te agradecemos la oportunidad que nos has dado de acercarnos a tu Hijo Jesús a través del rezo de esta novena. Gracias por recordarnos que Él es el hijo de tus complacencias y por invitarnos a contemplarlo, a escucharlo y a aprender de Él.
Espíritu Santo, gracias por las luces que nos has dado para comprender mejor el Corazón de Jesús que tanto nos ha amado; que por nosotros nació, creció, padeció y murió. Gracias por recordarnos que Jesús está vivo y que, sentado a la derecha del Padre, vive para interceder por nosotros.
Jesús, gracias por tu encarnación, por haber caminado los caminos de tu patria acercándote con amor y compasión a las personas más necesitadas de tu entorno. Gracias por enseñarnos que de tu corazón brotan ríos de amor y misericordia para quienes se acercan a ti, con corazón humilde y abierto a conocerte y a amarte.

María, madre de Jesús, gracias por darnos a tu Hijo y por acompañarlo hasta la cruz. Gracias por aceptar ser la madre de la Iglesia, nuestra madre. A ti te invocamos diciendo:
Dulce Madre, no te alejes, tu vista de nosotros no apartes, ven con nosotros a todas partes, y solas, solos nunca nos dejes.
Tú que nos proteges tanto, como verdadera madre,
Haz que nos bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, para que seamos mansos y humildes de corazón, compasivos y misericordiosos como tu Hijo Jesús.
AMEN.

 

Reflexión Quinto día

Jesús tenía detalles de cariño y cercanía con las personas que estaban a su alrededor. No le pasaban desapercibidos los gozos, las penas, las luchas de aquellas personas que él amaba y a quienes llamaba sus amigos y amigas.
Tuvo el detalle de invitar a descansar a sus discípulos después de que ellos fueron por primera vez a predicar; visitaba a María, Lázaro y Martha y convivía con ellos; saltó de gozo ante las experiencias positivas de sus apóstoles y lloró en la muerte de Lázaro. ¡Su corazón era algo maravilloso!

 

ORACIÓN DEL QUINTO DÍA

Jesús, durante tus años en esta tierra nunca te pasaron desapercibidos los gozos, las penas y las luchas de aquellas personas que amabas y a quienes considerabas tus amigas y amigos. Viste con tus ojos y tu corazón que tus discípulos después del trabajo estaban agotados, y los llevaste a un lugar aparte para descansar. Pensabas en María, Martha y Lázaro e ibas a su casa y convivías con ellos, cuando tus discípulos te contaron sus triunfos apostólicos, saltaste de gozo y le dijiste a tu Padre, “¡Yo te bendigo, Padre, ¡porque has revelado estas cosas a los pequeños!” Y cuando tu amigo Lázaro murió, y visitaste a sus hermanas, nada te impidió dar rienda suelta a tu amor por ellas y estallaste en lágrimas y lo resucitaste de entre los muertos. ¡Dame Jesús, un corazón sensible y amoroso como el tuyo!

 

Oración Final:

Padre celestial, te agradecemos la oportunidad que nos has dado de acercarnos a tu Hijo Jesús a través del rezo de esta novena. Gracias por recordarnos que Él es el hijo de tus complacencias y por invitarnos a contemplarlo, a escucharlo y a aprender de Él.
Espíritu Santo, gracias por las luces que nos has dado para comprender mejor el Corazón de Jesús que tanto nos ha amado; que por nosotros nació, creció, padeció y murió. Gracias por recordarnos que Jesús está vivo y que, sentado a la derecha del Padre, vive para interceder por nosotros.
Jesús, gracias por tu encarnación, por haber caminado los caminos de tu patria acercándote con amor y compasión a las personas más necesitadas de tu entorno. Gracias por enseñarnos que de tu corazón brotan ríos de amor y misericordia para quienes se acercan a ti, con corazón humilde y abierto a conocerte y a amarte.

María, madre de Jesús, gracias por darnos a tu Hijo y por acompañarlo hasta la cruz. Gracias por aceptar ser la madre de la Iglesia, nuestra madre. A ti te invocamos diciendo:
Dulce Madre, no te alejes, tu vista de nosotros no apartes, ven con nosotros a todas partes, y solas, solos nunca nos dejes.
Tú que nos proteges tanto, como verdadera madre,
Haz que nos bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, para que seamos mansos y humildes de corazón, compasivos y misericordiosos como tu Hijo Jesús.
AMEN.

 

Reflexión Sexto día

Jesús pasó los tres años de su vida pública en un intenso trabajo de predicación, enseñando los misterios del Reino y curando a los necesitados para hacer presente que el Padre de los cielos, tenía sus ojos fijos en ellos. Trabajaba mucho y se cansaba, se alejaba con frecuencia para rezar y hablar con su Padre, rendido por el trabajo se durmió profundamente en la barca, pero se despertó para ayudar a sus discípulos. ¡Era un hombre verdadero como nosotros, menos en el pecado!

 

ORACIÓN DEL SEXTO DÍA

Jesús, amaste tu misión y dedicaste todas tus fuerzas a llevarla a cabo. Tus palabras, salidas del corazón, y tus obras, nacidas de tu misericordia, son para nosotros un tesoro inagotable. Tu ejemplo de intimidad con tu Padre, cuando te retiraste a la montaña para estar a solas con Él nos habla de tu corazón. Te vemos también dormido en el fondo de la barca, rendido de cansancio, dándole su lugar a tu cuerpo fatigado. Pero cuando despiertas, inmediatamente te pones en acción para socorrer a tus amigos que estaban asustados y llenos de miedo. Jesús, verdadero hombre y verdadero Dios, ¡te amamos! ¡Danos la gracia de imitar sus ejemplos de humanidad, sencillez y servicio!

 

Oración Final:

Padre celestial, te agradecemos la oportunidad que nos has dado de acercarnos a tu Hijo Jesús a través del rezo de esta novena. Gracias por recordarnos que Él es el hijo de tus complacencias y por invitarnos a contemplarlo, a escucharlo y a aprender de Él.
Espíritu Santo, gracias por las luces que nos has dado para comprender mejor el Corazón de Jesús que tanto nos ha amado; que por nosotros nació, creció, padeció y murió. Gracias por recordarnos que Jesús está vivo y que, sentado a la derecha del Padre, vive para interceder por nosotros.
Jesús, gracias por tu encarnación, por haber caminado los caminos de tu patria acercándote con amor y compasión a las personas más necesitadas de tu entorno. Gracias por enseñarnos que de tu corazón brotan ríos de amor y misericordia para quienes se acercan a ti, con corazón humilde y abierto a conocerte y a amarte.

María, madre de Jesús, gracias por darnos a tu Hijo y por acompañarlo hasta la cruz. Gracias por aceptar ser la madre de la Iglesia, nuestra madre. A ti te invocamos diciendo:
Dulce Madre, no te alejes, tu vista de nosotros no apartes, ven con nosotros a todas partes, y solas, solos nunca nos dejes.
Tú que nos proteges tanto, como verdadera madre,
Haz que nos bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, para que seamos mansos y humildes de corazón, compasivos y misericordiosos como tu Hijo Jesús.
AMEN.

 

Reflexión Séptimo día

Jesús tenía un corazón sensible al rechazo y al dolor. Lloró por Jerusalén y sus habitantes que no habían recibido su mensaje, sufrió un terrible miedo ante su pasión y su muerte; necesitó de la compañía de sus amigos y de los consuelos de su Padre en el huerto de Getsemaní. ¡En todos estos momentos, y muchos otros, Jesús nos dejó ver la ternura de su corazón!

 

ORACIÓN DEL SÉPTIMO DÍA

Jesús, desde lo alto de una colina viste la ciudad de Jerusalén. De repente, todo lo que habías hecho por tu gente se agolpó en tu corazón, y las lágrimas brotaron de tus ojos. “Jerusalén, cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo sus alas”. La misma sensibilidad te llevó a estar tirado en el suelo, suplicando a tu Padre, no una, sino tres veces, que si era posible pasara de ti el cáliz de la pasión. No era un juego, estabas profundamente conmovido, al punto de que tuviste necesidad de que 3 de tus amigos estuvieran contigo. Jesús, ¡dame un corazón semejante al tuyo, capaz de experimentar el miedo, el dolor y la necesidad de Dios y de los demás! ¡Jesús, hazme fuerte como tú para llegar hasta el fin!

 

Oración Final

Padre celestial, te agradecemos la oportunidad que nos has dado de acercarnos a tu Hijo Jesús a través del rezo de esta novena. Gracias por recordarnos que Él es el hijo de tus complacencias y por invitarnos a contemplarlo, a escucharlo y a aprender de Él.
Espíritu Santo, gracias por las luces que nos has dado para comprender mejor el Corazón de Jesús que tanto nos ha amado; que por nosotros nació, creció, padeció y murió. Gracias por recordarnos que Jesús está vivo y que, sentado a la derecha del Padre, vive para interceder por nosotros.
Jesús, gracias por tu encarnación, por haber caminado los caminos de tu patria acercándote con amor y compasión a las personas más necesitadas de tu entorno. Gracias por enseñarnos que de tu corazón brotan ríos de amor y misericordia para quienes se acercan a ti, con corazón humilde y abierto a conocerte y a amarte.

María, madre de Jesús, gracias por darnos a tu Hijo y por acompañarlo hasta la cruz. Gracias por aceptar ser la madre de la Iglesia, nuestra madre. A ti te invocamos diciendo:
Dulce Madre, no te alejes, tu vista de nosotros no apartes, ven con nosotros a todas partes, y solas, solos nunca nos dejes.
Tú que nos proteges tanto, como verdadera madre,
Haz que nos bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, para que seamos mansos y humildes de corazón, compasivos y misericordiosos como tu Hijo Jesús.
AMEN.

 

ORACIÓN DEL OCTAVO DÍA

Jesús, tu corazón latía apresuradamente y, por momentos, casi dejaba de latir… Estabas clavado de pies y manos y colgado de una cruz. Desde lo más profundo de tu dolor, le gritas a tu Padre: “Padre, ¿por qué me has abandonado?” pero, pasado el momento terrible dolor, te nace también decirle: “¡Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu!”
Allí estaba tu madre, la que te acompañó desde pequeño hasta el final, y para ella tuviste una palabra de amor, entregándola al cuidado del discípulo que más querías. ¡Qué grande amor para ambos! Y tuviste también una palabra para tus enemigos, una palabra de ternura y perdón: “¡Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen!”. ¡Qué corazón tan formidable!
Jesús, manso y humilde de corazón, ¡Dame un corazón semejante al tuyo!

 

Reflexión Octavo día

El corazón de Jesús no se endureció ante el dolor y la muerte, sino que supo descubrir a su Padre para pedirle ayuda y ponerse en sus manos; pensó en su madre y en sus amigos y seguidores aun cuando estaba enclavado en la cruz, y ofreció el perdón a quienes lo mataron. ¡Jesús terminó su vida en paz, en manos de su Padre, y acompañado por aquella mujer a quien él aprendió a llamar mamá desde que era pequeño!

 

Oración Final:

Padre celestial, te agradecemos la oportunidad que nos has dado de acercarnos a tu Hijo Jesús a través del rezo de esta novena. Gracias por recordarnos que Él es el hijo de tus complacencias y por invitarnos a contemplarlo, a escucharlo y a aprender de Él.
Espíritu Santo, gracias por las luces que nos has dado para comprender mejor el Corazón de Jesús que tanto nos ha amado; que por nosotros nació, creció, padeció y murió. Gracias por recordarnos que Jesús está vivo y que, sentado a la derecha del Padre, vive para interceder por nosotros.
Jesús, gracias por tu encarnación, por haber caminado los caminos de tu patria acercándote con amor y compasión a las personas más necesitadas de tu entorno. Gracias por enseñarnos que de tu corazón brotan ríos de amor y misericordia para quienes se acercan a ti, con corazón humilde y abierto a conocerte y a amarte.

María, madre de Jesús, gracias por darnos a tu Hijo y por acompañarlo hasta la cruz. Gracias por aceptar ser la madre de la Iglesia, nuestra madre. A ti te invocamos diciendo:
Dulce Madre, no te alejes, tu vista de nosotros no apartes, ven con nosotros a todas partes, y solas, solos nunca nos dejes.
Tú que nos proteges tanto, como verdadera madre,
Haz que nos bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, para que seamos mansos y humildes de corazón, compasivos y misericordiosos como tu Hijo Jesús.
AMEN.

 

ORACIÓN DEL NOVENO DÍA

Jesús, el primer día de la semana, aunque estabas en la tumba, tu Padre te devolvió a la vida: ¡eras su hijo amado, en quien Él tenía todas sus complacencias! ¡Habías completado tu misión y, con tu pasión y tu muerte redimido a todas las mujeres y los hombres del mundo! Tu misión en esta tierra estaba cumplida. Pero tu amor, hecho de detalles, te llevó a llamar a Magdalena por su nombre, a encontrarte con los discípulos de Emaús, a aparecerte varias veces a tus amigos y a preguntarle tres veces a Pedro si después de haberte negado todavía te amaba. Y para que no quedara duda de tu amor, derramaste sobre tus discípulos y discípulas el Espíritu Santo, y les prometiste que estarías con ellos y ellas hasta el fin de la historia. ¡No hay ningún amor más grande y profundo que el tuyo! Jesús gracias por amarme; Tú lo sabes todo, tú sabes que te amo.

 

Reflexión Novena día

Vuelto a la vida en su resurrección, Jesús busca a sus amigos y amigas, a Magdalena la llama por su nombre, a los apóstoles les asegura que está vivo y que estará para siempre con ellos. Y, para que recordarán siempre sus enseñanzas, fueran fortalecidos y perseveraron hasta el fin, les regaló su Espíritu; ese mismo Espíritu que lo fortaleció, lo consoló y lo hizo perseverar hasta el fin. ¡Gracias Jesús por tener un corazón tierno y comprensivo para con las mujeres y los hombres de todos los tiempos!

 

Oración Final:

Padre celestial, te agradecemos la oportunidad que nos has dado de acercarnos a tu Hijo Jesús a través del rezo de esta novena. Gracias por recordarnos que Él es el hijo de tus complacencias y por invitarnos a contemplarlo, a escucharlo y a aprender de Él.
Espíritu Santo, gracias por las luces que nos has dado para comprender mejor el Corazón de Jesús que tanto nos ha amado; que por nosotros nació, creció, padeció y murió. Gracias por recordarnos que Jesús está vivo y que, sentado a la derecha del Padre, vive para interceder por nosotros.
Jesús, gracias por tu encarnación, por haber caminado los caminos de tu patria acercándote con amor y compasión a las personas más necesitadas de tu entorno. Gracias por enseñarnos que de tu corazón brotan ríos de amor y misericordia para quienes se acercan a ti, con corazón humilde y abierto a conocerte y a amarte.

María, madre de Jesús, gracias por darnos a tu Hijo y por acompañarlo hasta la cruz. Gracias por aceptar ser la madre de la Iglesia, nuestra madre. A ti te invocamos diciendo:
Dulce Madre, no te alejes, tu vista de nosotros no apartes, ven con nosotros a todas partes, y solas, solos nunca nos dejes.
Tú que nos proteges tanto, como verdadera madre,
Haz que nos bendiga el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, para que seamos mansos y humildes de corazón, compasivos y misericordiosos como tu Hijo Jesús.
AMEN.