LA PALABRA SE HIZO CARNE Y HABITÓ ENTRE NOSOTROS
En el tiempo de Adviento, el mundo parece transformarse de muchas maneras. Antes de la Navidad, los negocios se preparan para aumentar sus ventas y las decoraciones con luces cambian el ambiente. Se dice que ha llegado el espíritu navideño: la gente muestra alegría con sus cantos, y para miles es un tiempo de gozo, de fiestas y de convivencia familiar, lo cual llena de esperanza los corazones. Sin embargo, las estadísticas también muestran que en esta época hay más personas en depresión y que los índices de suicidio alcanzan sus niveles más altos. Así, vemos estos dos extremos en esta temporada. Para otros, es un tiempo de nostalgia, ya que recuerdan con tristeza a algún ser querido que ya no está y les ha dejado un gran vacío.
La realidad es que a millones de personas no les importa o no comprenden la razón de esta celebración: el nacimiento del Niño Jesús. ¿Quién es este Niño? ¿De dónde viene y para qué ha llegado? Lo triste es que, teniendo la oportunidad de recibir el amor de Dios Padre por medio de su Hijo, muchas personas no lo hacen, perdiendo de vista la verdadera razón para celebrar este acontecimiento: el nacimiento del Salvador del mundo. Esto es en lo que debemos enfocarnos, independientemente de los sufrimientos que estemos pasando. Si centramos nuestra atención en este amor de Dios, la Navidad se convierte en un tiempo de sanación y de agradecimiento por lo que Dios ha hecho por nosotros, por nuestra salvación y la de toda la humanidad.
De niño, me llamaban mucho la atención los nacimientos en los que veía al Niño Jesús en un pesebre, rodeado de sus padres, los pastores y los animales; esto me conmovía. Hoy en día, invito a quienes tienen niños en casa a armar un pesebre, ya que es una excelente oportunidad para catequizar y enseñarles la verdadera razón de por qué celebramos la Navidad. Si leemos el inicio del Evangelio de San Juan, se revela un misterio lleno de amor y misericordia:
«Al principio existía la Palabra y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. Ella existía al principio junto a Dios. Todo existió por medio de ella, y sin ella nada existió de cuanto existe. En ella estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres; la luz brilló en las tinieblas, y las tinieblas no la comprendieron. Apareció un hombre enviado por Dios, llamado Juan, que vino como testigo, para dar testimonio de la luz, de modo que todos creyeran por medio de él. Él no era la luz, sino un testigo de la luz. La luz verdadera que ilumina a todo hombre estaba viniendo al mundo. En el mundo estaba, el mundo existió por ella, y el mundo no la reconoció. Vino a los suyos, y los suyos no la recibieron. Pero a los que la recibieron, a los que creen en ella, los hizo capaces de ser hijos de Dios: ellos no han nacido de la sangre ni del deseo de la carne, ni del deseo del hombre, sino que fueron engendrados por Dios. La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros. Y nosotros hemos contemplado su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y verdad.» (Juan 1, 1-14)
Aquí se nos muestra el amor de Dios. Él decidió bajar desde el cielo para estar con nosotros, los seres humanos. Dice que Él se hizo carne y habitó entre nosotros, pero solo aquellos que lo aceptaron comprendieron quién es y a qué vino. En el Evangelio, claramente se le llama laa Palabra y la Luz, lo cual significa que es Dios hecho hombre, como lo anunció el profeta: “El Emmanuel”, Dios con nosotros (Isaías 7,14). Vino a estar con nosotros, pero no todos lo reconocieron ni lo aceptaron. Sin embargo, quienes lo reconocieron y lo aceptaron dejaron que la luz entrara en sus vidas y comenzaron el camino hacia la vida eterna como hijos de Dios.
¿CUÁL ES LA MEJOR FORMA DE CELEBRAR LA NAVIDAD?
Para quien cree en la historia del Niño encarnado, la celebración consiste en reconocer el gran amor de Dios y agradecerle por haber venido a salvarnos y darnos vida abundante. Para quienes solo lo celebran como un día festivo, es como asistir a la fiesta de alguien que cumple años, dedicándose a comer, beber y pasar el rato, pero ignorando al anfitrión que los invitó, quien además cumple años. No lo felicitan, y mucho menos le traen un regalo. Eso es lo que sucede en estos tiempos: muchas celebraciones, pero a quien debe ser celebrado, honrado y reconocido, se le hace a un lado.
Aun así, gracias a Dios, aún encontramos hijos suyos que han reconocido la Palabra y la Luz, aquellos que han tenido una conversión o un encuentro con Jesucristo, el Salvador del mundo. Este grupo experimenta el verdadero espíritu de la Navidad y aprecia cada personaje del pesebre al que Dios llamó para ser parte de este gran acontecimiento: la Virgen María, San José, los pastorcitos, los tres reyes magos. Cada uno tiene un lugar importante y nos ayuda a recordar por qué nació este niño llamado Jesús (el Mesías) y que no debemos olvidar a quien verdaderamente se celebra, pues Él lo dio todo por nosotros. Merece que le demos el regalo que más le agrada: nuestra vida, entregada en servicio a los más necesitados del amor de Dios.
Agradezco a cada persona que durante el año no ha dejado de rezar y colaborar con esta misión de El Sembrador y ahora con el Proyecto “Yo Soy el 73”. Con el favor de Dios, al inicio de 2025 lanzaremos una gran herramienta digital que facilitará los procesos de registración, consagración y formación continua para la comunidad “Yo Soy el 73” y los que se registran. Su aportación es muestra de compasión hacia quienes aún no conocen al Señor, y para eso estamos aquí, sirviendo y llevando la Buena Noticia por todos los medios posibles. Ahora, hemos descubierto una fórmula muy efectiva para conocer más a Jesucristo mediante la consagración y convertirse en discípulo(a) 73. Un día, Jesús preguntó: “¿Quién dice la gente que soy yo?”, porque muchos lo veían, pero no lo conocían. Hoy es igual, y debemos tener el celo de mostrar el tesoro más grande de la vida, que es Jesús. Por eso, este apoyo es una forma de manifestar nuestro agradecimiento a Dios Padre por permitirnos ser parte de esta misión, para que ninguna alma se pierda y todas se salven.
A quien lea esta carta, le invito a registrarse y convertirse en un discípulo 73. Nuevamente, agradezco a todos los consagrados(as) 73 por ser seguidores(as) y servidores(as) del Señor. Para hacerlo, no duden en comunicarse al (818) 745 – 4398 en EE.UU. o en México al +52 33 1487 6681, o escríbanos al correo electrónico info@soy73.com. Uno de nuestros hermanos les atenderá para apoyarles en su registro y vivencia como discípulo 73.
Mis oraciones están con ustedes, y mis mejores deseos en esta Navidad. Que el próximo Año Nuevo 2025, el Señor les conceda los deseos de su corazón, conforme a la voluntad del Padre. También pido por todos los enfermos y por quienes están privados de su libertad, para que mantengan su fe en Jesucristo, quien les dará respuesta a sus necesidades.
Felicidades y esperanza de parte de esta, su familia ESNE, de Sara y de mí para ustedes y sus familias. Pido a la Santísima Virgen María, a quien además estaremos festejando desde el 11 de diciembre en las Mañanitas a Nuestra Madre Santísima de Guadalupe, que les cubra con su manto de amor, y que el Señor sea la fuerza y el poder de cada uno de los llamados a vivir unidos a Él.