Día 22

1. Inicio
Ven Espíritu Santo,
llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos el fuego de tu amor.
Envía tu Espíritu
y serán creadas todas las cosas,
y renovarás la faz de la tierra.

¡Oh Dios, que has instruido
los corazones de tus fieles
con luz del Espíritu Santo!,
concédenos que sintamos rectamente
con el mismo Espíritu
y gocemos siempre de su divino consuelo.
Por Jesucristo Nuestro Señor.
Amén.

2. Lectio ¿Qué dice el texto?
Lc 9, 7-9

En aquel tiempo, el rey Herodes se enteró de todos los prodigios que Jesús hacía y no sabía a qué atenerse, porque unos decían que Juan había resucitado; otros, que había regresado Elías, y otros, que había vuelto a la vida uno de los antiguos profetas.

Pero Herodes decía: “A Juan yo lo mandé decapitar. ¿Quién será, pues, éste del que oigo semejantes cosas?” Y tenía curiosidad de ver a Jesús.

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“Queremos ver a Jesús”: estas palabras, al igual que muchas otras en los Evangelios, van más allá del episodio particular y expresan algo universal; revelan un deseo que atraviesa épocas y culturas, un deseo presente en el corazón de muchas personas que han oído hablar de Cristo, pero no lo han encontrado aún. “Yo deseo ver a Jesús”, así siente el corazón de esta gente.

Respondiendo indirectamente, de modo profético, a aquel pedido de poderlo ver, Jesús pronuncia una profecía que revela su identidad e indica el camino para conocerlo verdaderamente: “Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre”. ¡Es la hora de la Cruz! Es la hora de la derrota de Satanás, príncipe del mal, y del triunfo definitivo del amor misericordioso de Dios. […] La hora de la Cruz, la más oscura de la historia, es también la fuente de salvación para todos los que creen en Él.
(Homilía de Papa Francisco, 22 de marzo de 2015).

3. Meditatio: (Escucha atenta) ¿Qué te dice el mensaje del texto para tu situación actual?
Hoy el Evangelio trae a luz un punto muy importante: simplemente conocer sobre alguien, es muy diferente a conocerlo de hecho personalmente. A través del regalo de la gracia, podemos conocer a Jesús y nuestra oración es nuestra comunicación con un amigo, no con un conocido. Si tienes la bendición de tener algunos amigos cercanos, entenderás la diferencia. Recuerda la palabras de Jesús, “Ya no los llamo siervos, porque el siervo no está al tanto de lo que hace su amo; los he llamado amigos, porque todo lo que a mi Padre le oí decir se los he dado a conocer a ustedes” (Juan 15,15). Nunca estarás solo cuando le correspondas su ofrecimiento de amistad.

4. Oratio: Responde al Señor. Conversa con Él.
Gracias, Señor, por concederme la gracia, la confianza y el gran consuelo de poder dialogar contigo, porque por tu inmensa generosidad no sólo te conozco sino que tengo la seguridad que Tú siempre estás dispuesto a darme tu gracia y cercanía. Ayúdame a pasar este día haciendo el bien.

5. Contemplatio: Déjate animar por el calor de la palabra.
Repetimos en el día: «Buscaba una ocasión para conocerlo».

6. Actio: Márcate un propósito o compromiso para este día.
En el lugar adecuado, darme el tiempo y el silencio necesarios para la oración. Queremos estar con Jesús, en este diálogo íntimo de hoy, en esta oración, en la que quiero ver Tu rostro para poder darlo a conocer a los nuestros.