Cada uno tendrá una rosa blanca en su mano. Serán unos cuarenta, todos ellos dispuestos en la mañana del sábado 26 de abril en las escaleras de Santa Maria Maggiore. Los pobres, los sin techo, los presos, los transgénero, los migrantes dirán “adiós”, pero sobre todo “gracias” a un Papa que para muchos de ellos fue como un “padre”, afirma monseñor Benoni Ambarus (Don Ben), secretario de la Comisión de la CEI para las Migraciones y delegado para el ámbito de la caridad
Para ellos, los “últimos” de la sociedad, esta vez será un privilegio ser los últimos. Los últimos en despedir a Francisco antes del entierro del féretro que tendrá lugar entre la Capilla Paulina (Capilla de la Salus Populi Romani ) y la Capilla Sforza de la Basílica Liberiana, según deseo del Papa, después del funeral en la Plaza de San Pedro.
La noticia fue anunciada en un comunicado de la Santa Sede, que destaca que “los pobres tienen un lugar privilegiado en el corazón de Dios”, así como “en el corazón y en la enseñanza del Santo Padre, que eligió el nombre de Francisco para no olvidarlos nunca”.
Así que estas personas necesitadas no sólo van a saludar sino también a dar las gracias. “Lo recibirán con una rosa blanca, todos, y con el gesto de la rosa blanca es una forma de decirle bienvenido a casa, porque irá a la Casa del Padre, y es una rosa para decirle gracias por lo que has hecho por nosotros”, dice Don Ben, tomando aire entre las lágrimas. “Son los hijos quienes saludan al padre”.