Este jueves, 10 de julio se publicó el Mensaje de León XIV para la V Jornada Mundial de los Abuelos y de las Personas Mayores que se celebra el 27 de julio.
ESNE/Vatican News
El Papa pide a las Iglesias locales y a las instituciones eclesiásticas que inicien una “revolución del cuidado”, visitando y cuidando a los ancianos, quienes a su vez están llamados a “dar testimonio de la esperanza”.
“Cada parroquia, cada asociación, cada grupo eclesial está llamado a ser protagonista de la «revolución» de la gratuidad y del cuidado, que se realiza visitando frecuentemente a los ancianos”.
Visitar a los ancianos es encontrar a Jesús
Amarlos, estar cerca de ellos, visitarlos son gestos que tienen un valor liberador y redentor, tanto para quien visita como para quien es visitado, afirma el Papa León XIV en su Mensaje.
“Visitar a una persona anciana es una manera de encontrarnos con Jesús, que nos libera de la indiferencia y de la soledad”.
Este llamamiento del Pontífice a una “revolución del cuidado” realiza la razón de ser de la Jornada Mundial de los Abuelos y de las Personas Mayores, que, según las intenciones del Papa Francisco, que quiso firmemente instituirla en 2021, debía servir precisamente como oportunidad para “encontrarse con quien está solo”.
La lógica de Dios en la Biblia es completamente opuesta a la marginación y el abandono al que a menudo se ven sometidas las personas mayores en nuestras sociedades. «La Sagrada Escritura», recuerda León XIV, «presenta numerosos casos de hombres y mujeres ya avanzados en edad, a quienes el Señor incluye en sus planes de salvación».
Una esperanza de la que las jóvenes generaciones puedan beneficiarse para construir su futuro hogar sobre la roca:
“Si es cierto que la fragilidad de los ancianos requiere la fuerza de los jóvenes, es igualmente cierto que la inexperiencia de los jóvenes requiere el testimonio de los ancianos para planificar sabiamente el futuro”.
Pero los ancianos no son sólo destinatarios de amor y cuidados. Ninguna fracción de la vida humana, por debilitada que esté por el paso de los años, está de hecho exenta de la tarea de amar. «Alabemos siempre a Dios por su benevolencia», nos invita el Papa León XIV en las últimas líneas del texto. Cultivemos la unidad con nuestros seres queridos, abramos nuestro corazón a los más lejanos y, en particular, a quienes viven en necesidad. Seremos signos de esperanza, a cualquier edad.