Los santos son testigos del amor de Cristo: León XIV

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Durante la Misa de canonización de nuevos santos, el Papa León XIV destacó la importancia de la oración y de la fe para vivir y actuar en la esperanza de la providencia de Dios.

ESNE/Vatican News

“Cuando escuchamos el llamado de quien está en dificultad, ¿somos testigos del amor del Padre, como Cristo lo fue hacia todos? Él es el humilde que llama a los prepotentes a la conversión, el justo que nos hace justos, como atestiguan los nuevos santos de hoy: no héroes ni paladines de algún ideal, sino hombres y mujeres auténticos”

Así subrayó León XIV en su homilía el testimonio que dejan a la Iglesia los siete nuevos santos canonizados este 19 de octubre, durante la Misa presidida por el Pontífice en el atrio de la Basílica de San Pedro. Los rostros de los nuevos santos, representados en los tapices colgados en la fachada de la basílica, miran hacia una Plaza de San Pedro festiva, desbordante de fieles llegados de todo el mundo. Unas 55.000 personas asistieron a la liturgia, en la que el cardenal Marcello Semeraro, prefecto del Dicasterio para las Causas de los Santos, acompañado de los postuladores, presentó al Papa los beatos que serían canonizados.

Los nuevos santos, mártires Pedro To Rot y el obispo Ignacio Choukrallah Maloyan; de las religiosas María Troncatti, Vicenza María Poloni y Carmen Rendiles Martínez; y de los laicos Bartolo Longo y José Gregorio Hernández Cisneros difundieron la luz de Cristo pese a sus distintas historias, épocas y caminos, estos nuevos santos demuestran que “con la gracia de Dios mantuvieron encendida la lámpara de la fe, y más aún, se convirtieron ellos mismos en lámparas capaces de difundir la luz de Cristo”, destacó el Papa. Deseó que su intercesión asista a todos los fieles “en las pruebas” e inspire “en la vocación común a la santidad”.

Una invitación a la esperanza y a la acción

Sin fe – prosigue León XIV – “no podemos esperar la salvación; el cielo y la tierra permanecerían como antes, pero ya no habría esperanza en nuestros corazones; la libertad de todos sería derrotada por la muerte; y nuestro deseo de vida caería en el vacío”.

La pregunta de Cristo inquieta, reflexiona el Pontífice, “sólo si olvidamos que es Él mismo quien la pronuncia, y por tanto, sus palabras siguen siendo Evangelio, es decir, anuncio gozoso de salvación”.

“Las preguntas de Jesús son una poderosa invitación a la esperanza y a la acción”, insiste el Papa. Y, como estos nuevos santos, es de esta fe de donde se traza el camino hacia una vida auténtica, que responde al llamado de quienes sufren:

“Es esta fe la que sostiene nuestro compromiso por la justicia, precisamente porque creemos que Dios salva el mundo por amor, liberándonos del fatalismo”.

Las tentaciones frente a la fe

Y Jesús plantea otra pregunta: “¿No hará justicia Dios a sus elegidos, que claman a Él día y noche?”. Según León XIV, el Señor, con este interrogante, nos pide “que creamos que Dios es un juez justo para todos”. El Hijo nos pregunta si creemos que el Padre quiere siempre nuestro bien y la salvación de cada persona. Pero también reconoce dos tentaciones que pueden poner la fe a prueba:

“La primera nace del escándalo del mal, que lleva a pensar que Dios no escucha el llanto de los oprimidos ni se compadece del dolor inocente. La segunda tentación es pretender que Dios actúe según nuestros deseos: la oración se convierte entonces en un mandato a Dios, para enseñarle cómo ser justo y eficaz”.

“La cruz de Cristo – insiste León XIV – revela la justicia de Dios, es decir, el perdón, porque Él ve el mal y lo redime cargándolo sobre sí.”

“Cuando estamos crucificados por el dolor y la violencia, por el odio y la guerra, Cristo ya está allí, en la cruz por nosotros y con nosotros. No hay llanto que Dios no consuele, ni lágrima que esté lejos de su corazón. El Señor nos escucha, nos abraza como somos, para transformarnos en lo que Él es. Quien rechaza la misericordia de Dios permanece incapaz de mostrar misericordia al prójimo. Quien no acoge la paz como un don, no sabrá donarla”.