No es ostentando nuestros méritos como nos salvamos, ni ocultando nuestros errores, sino presentándonos honestamente, tal como somos, ante Dios, ante nosotros mismos y ante los demás, pidiendo perdón y confiando en la gracia del Señor.
ESNE/Vatican News
Es la indicación del Papa León XIV en su alocución previa a la oración del Ángelus del domingo 26 de octubre. Reflexionando sobre el pasaje evangélico de la liturgia del día, que presenta a dos personajes, un fariseo y un publicano, el Pontífice resaltó que el primero “se jacta de una larga lista de méritos” y por eso “se siente mejor que los demás, a quienes juzga con desprecio”. Con actitud presuntuosa, “denota una observancia exacta de la Ley, sí, pero pobre en amor”, “carente de misericordia”.
El Pontífice citó a continuación a san Agustín quien, al comentar este episodio, “compara al fariseo con un enfermo que, por vergüenza y orgullo, oculta sus llagas al médico”. En cambio, el publicano “con humildad y sabiduría, muestra al médico sus heridas, por muy feas que sean, y le pide ayuda”.
El Santo Padre invitó entonces a imitar la actitud del publicano:
Queridos hermanos y hermanas, hagamos lo mismo. No tengamos miedo de reconocer nuestros errores, de ponerlos al descubierto asumiendo nuestra responsabilidad y confiándolos a la misericordia de Dios. Así podrá crecer, en nosotros y a nuestro alrededor, su Reino, que no pertenece a los soberbios, sino a los humildes, y que se cultiva, en la oración y en la vida, a través de la honestidad, el perdón y la gratitud.
El Papa reza por las víctimas de las inundaciones en México
Al finalizar la oración del Ángelus, asomado desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano, el Papa León XIV expresó su afecto y solidaridad con todo México, azotado hace unas dos semanas por violentas lluvias que han causado inundaciones y provocado un enorme desastre humanitario: 80 personas fallecidas, decenas de desaparecidos y enormes daños a viviendas e infraestructuras.
El Pontífice, como ya ha hecho en tantas ocasiones públicas, ha invitado también a seguir rezando, sin cesar, por la paz en el mundo:
Continúa incesante nuestra oración por la paz, especialmente mediante el rezo comunitario del Santo Rosario. Contemplando los misterios de Cristo junto con la Virgen María, hacemos nuestro el sufrimiento y la esperanza de los niños, las madres, los padres y los ancianos víctimas de la guerra. Y de esta intercesión del corazón nacen tantos gestos de caridad evangélica, de cercanía concreta, de solidaridad.