El Santo Padre, en la homilía por Pentecostés, hizo varias definiciones del Espíritu Santo como Fuerte y dulce. Poderoso y amable, para que los católicos nos acostumbremos a tenerlo siempre presente en nuestra vida.
ESNE/Vatican News
El Papa considera que, no debemos olvidar, ante el mundo o las situaciones de la vida, que el Espíritu Santo transforma los corazones, también nos hace audaces para difundir el mensaje del Evangelio a todos, “no con prepotencia e imposiciones, ni con cálculos y engaños, sino con la energía que brota de la fidelidad a la verdad, que el Espíritu enseña”.
Es por ello que “el Paráclito” es un agente de paz, que nos motiva a dar el primer paso para una sociedad mejor: “Todo ello sin dejarnos atemorizar por las dificultades, ni por las burlas, ni por las oposiciones que, hoy como ayer, no faltan nunca en la vida apostólica”.
El Espíritu nos unge
“Al mismo tiempo, la acción del Paráclito en nosotros -explica el Papa- es también amable, por lo tanto, los elementos que lo caracterizan, ell viento y el fuego, no destruyen: “uno resuena en la casa de los discípulos y el otro se posa sobre sus cabezas en forma de pequeñas llamas. Esta es la acción del Espíritu: Así es el Espíritu: fuerte, que nos da fuerza para vencer, y también amable”.
El Papa insiste en que, en nuestro mundo y nosotros mismos, tenemos necesidad de esperanza: “Necesitamos esperanza, necesitamos levantar la mirada hacia horizontes de paz, fraternidad, justicia y solidaridad. Ésta es la única forma de vida, no hay otra”.
Oración al Espíritu Santo
Francisco exhortó a renovar nuestra fe continuando la oración al Espíritu:
Ven, Espíritu creador, ilumina nuestras mentes,
llena de tu gracia nuestros corazones, guía nuestros pasos,
concede a nuestro mundo tu paz.