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Fuente: Vatican News
El Jubileo es ocasión para obtener la indulgencia que, como dice el Código de Derecho Canónico, consiste en la «remisión ante Dios de la pena temporal por los pecados, cuya culpa ya ha sido perdonada, que el fiel, debidamente dispuesto y bajo ciertas condiciones, recibe por intervención de la Iglesia».
En derecho penal, este término define una medida de clemencia que conlleva la extinción de la pena impuesta al condenado. La indulgencia y el indulto liberan al hombre de las cadenas, de las consecuencias del pecado o de la culpa.
La atención de la Iglesia a los encarcelados
La atención de la Iglesia a nuestros hermanos encarcelados se expresa en obras de misericordia en respuesta al antiguo precepto: “Visitar a los encarcelados”. En el Evangelio Jesús se identifica con el prisionero: “Estuve en la cárcel y me visitaste”.
El Papa Francisco pide a los gobiernos que concedan a los presos, durante este Jubileo de la Esperanza, el perdón de las penas. “Pienso en los presos que, privados de su libertad, experimentan cada día, además de la dureza del confinamiento, el vacío emocional, las restricciones impuestas y, en muchos casos, la falta de respeto. Propongo a los gobiernos que en el Año Jubilar tomen iniciativas que devuelvan la esperanza”.
La petición de los Papas de remisión de las penas durante el Jubileo es también una semilla de esperanza para el mundo. No son numerosos, pero no faltan, como también lo atestigua la historia, respuestas concretas de los políticos a las peticiones de clemencia.
Al fin y al cabo, al detenernos en los términos indulgencia y perdón, se trata de dar confianza al hombre que ha tropezado en el camino de la vida. Corresponde entonces a la persona vivir el tiempo de gracia y ser testigo del poder del perdón.