El Papa León XIV preside “Caminando juntos en la esperanza”, una celebración de los 60 años de “Nostra aetate”, la Declaración del Concilio Vaticano II sobre el diálogo interreligioso.
Esne/Vatican News
El Papa León XIV preside “Caminando juntos en la esperanza”, una celebración de los 60 años de “Nostra aetate”, la Declaración del Concilio Vaticano II sobre el diálogo interreligioso.
Nostra aetate, dijo el Papa, “nos abrió los ojos a un principio simple pero profundo: el diálogo no es una táctica o una herramienta, sino una forma de vida – un viaje del corazón que transforma a todos los implicados, al que escucha y al que habla”.
Refiriéndose al título de la celebración del aniversario, “Caminando juntos en la esperanza”, el Papa León dijo: “Recorremos este camino” no comprometiendo nuestras creencias, sino permaneciendo fieles a nuestras convicciones. El diálogo auténtico continuó, “no comienza en el compromiso sino en la convicción – en las raíces profundas de nuestra propia creencia que nos da la fuerza para llegar a los demás en el amor”.
En la parte final de su intervención, el Papa recordó a los líderes religiosos que “comparten una responsabilidad sagrada: ayudar a nuestros pueblos a liberarse de las cadenas de los prejuicios, la ira y el odio; ayudarles a elevarse por encima del egoísmo y el egocentrismo; ayudarles a superar la codicia que destruye tanto el espíritu humano como la tierra”.
“De este modo”, dijo, “podemos guiar a nuestro pueblo para que se convierta en profeta de nuestro tiempo: voces que denuncien la violencia y la injusticia, sanen la división y proclamen la paz para todos nuestros hermanos y hermanas”.
Les recordó la “gran misión” que se les ha encomendado: “despertar en todos los hombres y mujeres su sentido de humanidad y de lo sagrado”.
El Papa León concluyó su intervención con las palabras del Papa San Juan Pablo II, quien, en Asís en 1986, dijo: “si el mundo va a continuar, y los hombres y mujeres van a sobrevivir en él, el mundo no puede prescindir de la oración”.
Y así les invitó a todos a detenerse juntos en oración silenciosa, con la invocación: “Que la paz descienda sobre nosotros y llene nuestros corazones”.