El Papa Francisco sorprende en San Pedro al presentarse a rezar ante la tumba de San Pío X
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Era casi la una de la tarde en la Basílica de San Pedro cuando se oyó a unas mujeres gritar en los pasillos: “¡El Papa está aquí! ¡El Papa está aquí!”. El Papa Francisco quiso salir unos minutos de la Casa Santa Marta, donde continúa su convalecencia, y cruzar la Puerta de la Oración para dirigirse a la Basílica. Fueron menos de diez minutos para rezar ante la tumba del Papa Pío X, un Pontífice al que siempre se dijo muy cercano y al que acudió a rezar el domingo pasado.
Entre quienes tuvieron oportunidad de saludar al Santo Padre se encontraban algunos restauradores que en ese momento estaban ocupados tras una cortina en las obras internas, quienes estrecharon la mano de Jorge Mario Bergoglio, también saludó y bendijo a varios niños y a grupos enteros de peregrinos que estaban en Roma con motivo del Jubileo.
“Demasiada emoción, mi visión se nubló por las lágrimas y ni siquiera pude tomar una foto”, dijo a los medios del Vaticano Monseñor Valerio Di Palma, canónigo de San Pedro. Había regresado a la sacristía alrededor de las 12.50, diez minutos después salió atraído por el alboroto y vio la silla de ruedas con el Papa, empujada por Massimiliano Strappetti, asistente sanitario personal. Por todos lados había gendarmes intentando mantener el orden.
El Papa cruzó la Puerta de la Oración y luego se dirigió al Altar de la Cátedra y, finalmente, a la tumba de San Pío X para orar. Al final, saludó a algunas personas, según le fue posible, explica Monseñor Di Palma. Ninguna palabra de Francisco, sólo gestos de cercanía y cariño hacia los que encontraba frente a él.
Francisco se presentó a la gente con una manta en las piernas para protegerse del frío y cánulas nasales para el oxígeno: «Nos conmovió verlo así, de civil, sencillo. Todos lloraban, incluso los guardias de seguridad». Algunos niños se acercaron al Papa, una señora fue bendecida entre lágrimas. ¿Por qué las lágrimas? Porque es señal de que se ha recuperado, de que, sí, sufre, pero está cerca.