ESNE/Vatican News
En la homilía de la Misa al final de su estancia en Indonesia, en el estadio Gelora Bung Karno, en Yakarta, el Santo Padre dijo que primero es importante escuchar la Palabra de Dios”, porque todo nace de la escucha, de abrirse a Él, de acoger el don precioso de su amistad. Después de escucharla, de recibir la Palabra, es necesario vivirla, dijo, “para no ser oyentes superficiales que se engañan a sí mismos.
“Necesitamos siempre una luz que venga de lo alto para iluminar nuestro camino, un agua viva que pueda calmar la sed de los desiertos del alma, un consuelo que no defrauda porque proviene del cielo y no de las cosas efímeras del mundo”.
El Papa afirmó que “la primera tarea del discípulo no es la de vestir el hábito de una religiosidad exteriormente perfecta, ni de hacer cosas extraordinarias o dedicarse a grandes proyectos. Simplemente se debe poner a la escucha de la única Palabra que salva, la de Jesús”.
El Papa Francisco nos llama a echar con valentía las redes del Evangelio en medio del mar del mundo, “corriendo el riesgo” de vivir el amor que Él nos ha enseñado y ha vivido primero: “El Señor nos pide ir mar adentro, alejándonos de las orillas pantanosas de los malos hábitos, de los miedos y de las mediocridades, para atrevernos a emprender una nueva vida.”
Fe, fraternidad, compasión
Al final de la misa, el cardenal Ignatius Suharyo, arzobispo de Yakarta, expresó su gratitud al Papa por su «larga y fatigosa» peregrinación al país, por su cercanía «desde el comienzo de la lucha de Indonesia por la independencia».
El arzobispo recordó la preparación de la visita, marcada por la oración y las tres palabras elegidas como lema: fe, fraternidad, compasión. Fraternidad que debe convertirse en el futuro en disposición concreta hacia los más frágiles y atención a la tierra que sufre, convirtiéndose en peregrinos de la esperanza.
«Mi visita entre ustedes -dijo finalmente el Papa- está llegando a su fin y quiero expresar mi gozosa gratitud por la exquisita acogida que se me ha dispensado… Les recomiendo ¡hagan alboroto!».