Roma llora a su obispo. Se necesita un guía en un mundo con rasgos inhumanos

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El Cardenal Vicario para la Diócesis de Roma, Baldassare Reina, celebró la Misa del tercero de los novendiales en sufragio del Papa Francisco
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Roma llora a su obispo. Se necesita un guía en un mundo con rasgos inhumanos

El Cardenal Vicario para la Diócesis de Roma, en la Misa del tercero de los novendiales en sufragio del Papa Francisco, indica a los cardenales electores la tarea de buscar un pastor que sepa “discernir y ordenar” las reformas y procesos iniciados por el Pontífice argentino, y en esto sin seguir “conveniencias mundanas” y “pretensiones ideológicas que desgarran la unidad de las vestiduras de Cristo”.

“¿Qué será de los numerosos “procesos de reforma de la vida de la Iglesia iniciados por el Papa Francisco y que van más allá de las afiliaciones religiosas”? El cardenal Baldassare Reina, vicario general de la diócesis de Roma, planteó esta pregunta en el centro de su homilía durante la misa del tercero de los novendiales en sufragio por el Papa. “El pueblo”, recuerda, “reconoció que era un pastor universal y la barca de Pedro necesita esta navegación amplia que va más allá de las fronteras y las sorpresas”.

Nuestro deber, continuó dirigiéndose a los cardenales concelebrantes, “debe ser discernir y ordenar lo que ha comenzado, a la luz de lo que nuestra misión exige de nosotros, en dirección a un nuevo cielo y una nueva tierra”. El riesgo, es que “se pueda intentar vestir a la Esposa”, es decir, a la Iglesia, “según las conveniencias mundanas, guiados por pretensiones ideológicas que desgarran la unidad de las vestiduras de Cristo”.

Buscando un pastor que tenga la mirada de Jesús

“Buscar un pastor hoy”, subrayó Reina a los más de 180 cardenales concelebrantes “significa sobre todo buscar un guía que sepa gestionar el miedo a la pérdida ante las exigencias del Evangelio”.

“Debemos caminar juntos, componiendo ministerios y carismas”, como “pueblo de Dios constituido para anunciar el Evangelio”. Releyendo el pasaje del Evangelio de Juan proclamado poco antes, el cardenal vicario recuerda que la parábola de Jesús del grano de trigo que debe morir para dar fruto «narra el amor del pastor por su rebaño». Un rebaño de “ovejas sin pastor” .