Ciudad del Vaticano, 18 de diciembre de 2025 — El Papa León XIV autorizó hoy la promulgación de los decretos que permitirán la beatificación de doce nuevos beatos en la Iglesia Católica, entre ellos un laico argentino cuya vida encarnó la fe en cada aspecto de su existencia familiar, laboral y social.
La lista incluye once mártires españoles de la Guerra Civil de los años 1930, asesinados por odio a la fe, y un hombre de familia argentino, Enrique Ernesto Shaw (1921-1961), cuya vida de compromiso cristiano en el mundo empresarial y social ha sido reconocida por su virtudes heroicas y la intercesión atribuida a su favor.
Quién es Enrique Ernesto Shaw
Enrique Ernesto Shaw nació en París el 26 de febrero de 1921, pero fue en Buenos Aires, Argentina, donde transcurrió la mayor parte de su vida y vocación. De familia con raíces argentinas, recibió desde joven una sólida formación católica que marcaría su trayectoria personal y profesional.
Ingresó temprano en la Armada Argentina, oportunidad en la que ejerció catequesis entre sus compañeros de nave, compartiendo con ellos la fe y la Palabra de Dios.
Al regresar a la vida civil, se integró a la empresa familiar, donde —guiado por los principios de la Doctrina Social de la Iglesia— impulsó un estilo de gestión humano y fraterno, privilegiando la dignidad de las personas que trabajaban con él. Desarrolló relaciones de colaboración genuina con sus empleados, siempre preocupado por su bienestar integral.
Vida familiar y compromiso eclesial
Enrique se casó con Cecilia Bunge, con quien formó una familia numerosa y profundamente integrada a la vida de la Iglesia. Juntos tuvieron nueve hijos, y Enrique se destacó por su activa participación en movimientos de la Iglesia laical como Acción Católica y el Movimiento Familiar Cristiano.
También promovió asociaciones y espacios vinculados al mundo del trabajo, escribiendo conferencias, artículos y ensayos que reflejaban tanto su fe como su visión de servicio social.
Servicio social y testimonio cristiano
En 1961 fue nombrado presidente de los Hombres de Acción Católica, consolidando su papel como líder laico comprometido con la evangelización en el mundo de la empresa y la familia.
Shaw falleció de cáncer el 27 de agosto de 1961, dejando un legado de fe encarnada en la cotidianidad: un testimonio de cómo la fe católica puede permear la vida profesional, familiar y comunitaria sin fracturas ni compartimentos estancos.
El milagro atribuido a su intercesión
La Santa Sede autorizó la promulgación del decreto que reconoce un milagro atribuido a la intercesión de Enrique Shaw, lo cual allana el camino para su beatificación.
El caso reconocido se refiere a la curación extraordinaria de un niño de cinco años que sufrió un traumatismo craneal grave tras recibir un golpe de caballo cerca de Buenos Aires en junio de 2015. A pesar de las complicaciones médicas, con múltiples cirugías y un pronóstico sombrío, el sistema ventricular del niño regresó a la normalidad sin secuelas significativas —algo inesperado para los especialistas médicos que lo habían tratado.
La Comisión médica y teológica del Vaticano examinó el caso y concluyó que dicha recuperación no puede explicarse de manera natural, por lo que fue atribuida a la intercesión de Shaw.
Una figura laical para nuestro tiempo
La beatificación de Enrique Ernesto Shaw representa un hito importante para la Iglesia en América Latina, destacando la santidad no solo entre religiosos y mártires, sino también entre laicos que, desde su profesión y su familia, sirven al Evangelio con coherencia, humildad y amor.
En un contexto donde a menudo se plantea una dicotomía entre fe y vida profesional, la figura de Shaw recuerda que la vocación cristiana es integral: no se separa del mundo, sino que lo transforma desde adentro, inspirando a otros a ver el trabajo, la familia y el servicio social como espacios de santidad.