Carta Mensual 2011


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Octubre






Al finalizar una larga jornada de día de trabajo, en horas de la noche y después de compartir los alimentos con mi familia, estando a solas, haciendo una evaluación de lo acontecido y dándole gracias a Dios, me detuve por un momento a pensar y preguntarme en mi interior: ¿Qué sería de mi y en dónde se encontraría mi familia y yo, si no hubiera encontrado a Dios en mi camino? Pensando detenidamente al respecto, llegue a la conclusión de que si estoy aquí en donde me encuentro reunido con ellos y ustedes, es porque el Señor mismo me atrajo hacía él y mi necesidad de él pronto se puso de manifiesto. Dios me buscó y rápidamente me encontró, porque yo siempre lo he necesitado, y ahora lo entiendo muy bien. Esa gran oportunidad que El Señor me concedió un día, ha sido de mayor bendición.
Ese acontecimiento reciente, me ha hecho reflexionar en lo que nos enseña el Nuevo Catecismo en el numeral 27: “El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar”; y la sagrada escritura nos confirma que Dios: «El creó, de un solo principio, todo el linaje humano, para que habitase sobre toda la faz de la tierra fijando los tiempos determinados y los límites del lugar donde habían de habitar, con el fin de que buscasen la dignidad, para ver si a tientas le buscaban y le hallaban; por más que no se encuentra lejos de cada uno de nosotros; pues en él vivimos, nos movemos y existimos» (Hch 17, 26-28).
No hay duda alguna que cada mujer y cada hombre, pasarán su vida en una búsqueda constante del Creador, y es que el corazón está inquieto mientras no encuentre toda la plenitud. San Agustín tenía muy claro este concepto cuando escribió en su libro Confesiones: «…porque nos has hecho para ti y nuestro corazón está inquieto mientras no descansa en ti».
Dios nos creo con una gran necesidad dentro de nuestra alma, para que nos diéramos cuenta, tarde o temprano, que solo él puede satisfacerla. Con esto dicho, veo como también fácilmente podemos caer en la tentación de querer satisfacerla buscando substitutos, los que eventualmente acaban destruyéndonos. Algunas veces he dicho en varios de mis mensajes, que las personas con adicciones sin darse cuenta muchas veces, están buscando a Dios, están en la búsqueda de ser saciados de su necesidad interior, solo que se equivocaron y creyeron que satisfacer el cuerpo era lo mismo que satisfacer el alma, y tristemente quedaron atrapados bajo el poder de la adicción, la cual es una enfermedad que lentamente destruye el cuerpo y el alma.
Este fenómeno también sucede de otras formas y no solo con las adicciones, pues inclusive sucede con una obsesión que hace pensar que sin cierta persona no se puede existir o vivir. Es cierto que necesitamos amar y ser amados, pero debe ser de una manera consciente, de tal manera que no tenga que depender de alguien o algo para ser completamente feliz. Es por esta y otras razones más, que en el Antiguo Testamento vemos incontables veces que Dios se dirige a los israelitas pidiéndoles que no adoraran a otros dioses. Es que el Creador sabe del gran riesgo y peligro que corremos cuando vamos en la búsqueda de la plenitud y equivocadamente nos refugiamos en lo que eventualmente nos damos cuenta que no era un refugio, sino más bien una trampa para caer en los brazos del enemigo.
Cuando un hijo de Dios decide buscar su plenitud en otras cosas o personas, se arriesga a caer fácilmente en la idolatría y esto va más allá del tema de la adoración a imágenes, cuando perfectamente sabemos que la adoración únicamente le pertenece a Dios. Hoy en este mundo tan secular en el que vivimos, cualquiera de nosotros podemos caer en la tentación de la idolatría, sin ni siquiera tener una sola imagen hecha por algún artesano.
Los dioses falsos de hoy en día tienen mucho poder para destruirnos, como lo es cualquier tipo de adicción. Las adicciones pueden ser de cualquier tipo, tales como: dinero, avaricia, bienes y cosas materiales vanidad, juegos de azar, compras desmedidas y las cosas innecesarias.
Hay que saber discernir entre satisfacer el cuerpo y el espíritu. Esa necesidad o vacio que todos tenemos en el espíritu, solamente puede ser satisfecho por Dios y su presencia en nosotros a través del Espíritu Santo y la total plenitud la alcanzaremos hasta estar con él en la vida eterna. A este respecto nos dice el apóstol San Pablo: «Porque sabemos que si esta tienda, que es nuestra morada terrestre, se desmorona, tenemos un edificio que es de Dios una morada eterna, no hecho por mano humana» (2 Co 5, 1). De tal manera que mientras que llega el momento final, es necesario permanecer viviendo en este mundo en nuestro cuerpo. Ahora bien, recordemos que nuestro Señor Jesucristo prometió no dejarnos solos mientras estamos en este cuerpo y en este mundo y además nos concedió el Espíritu Santo para tener el poder de vencer las tentaciones y que a través de esa presencia maravillosa, tuviéramos la revelación de saber quién es él y el valor de su amor incondicional.
Mis queridos amigos lectores: ¡Bendita necesidad que hay dentro de mí!, porque eso me mueve, me inquieta y me conduce a buscar constantemente Jesús y encontrarlo en la Eucaristía, en su palabra y en la oración, porque es con él en donde precisamente encuentro paz y sosiego para mi espíritu y me mantiene en la esperanza de un día ser totalmente revestido y satisfecho con su amor y su presencia para siempre. Por lo tanto, no busquemos al que está vivo entre los muertos. No busquemos substitutos de ninguna naturaleza, porque de seguro no funcionara. No busques a Dios afuera de ti, búscalo dentro de ti, porque allí esta. Amén.
Aliento con aprecio a todos mis amigos que creen en Jesús y que se encuentran recluidos en un hospital, o en un lugar de detención o asilo de adultos, para que comprendan que el Señor está allí con cada uno de ustedes y que lo único que tienen que hacer es encontrarlo o dejarse encontrar por él y hablarle profundamente y entregarle su vida para siempre y ustedes verán que él los transformará en nuevas personas, en nuevos hijos de Dios.
Hoy les manifiesto mi más profundo agradecimiento a cada persona que recibe esta carta y que se ha convertido en un Sembrador o Misionero, sembrando su semilla, especialmente en este tiempo tan difícil que estamos viviendo por la situación económica y por eso su generosa ofrenda tiene mucho más valor y créame que la necesitamos, porque en estos últimos meses hemos estado a punto cortar algunas actividades importantes, como la programación de TV en Los Angeles, razón por la cual lanzamos una campaña para atraer nuevos miembros y motivar a quienes han dejado de ofrendar, con tal de unirse para rescatar la programación. Hemos visto en este arranque inicial una muy buena respuesta de parte de muchos de ustedes y continuaremos haciéndolo para que podamos seguir llevando el mensaje de Jesucristo a nuestras familias, quien es la única y verdadera esperanza para nuestros pueblos.
UNA RECOMENDACION ESPECIAL: Es mucho más práctico y seguro que toda persona que tenga y posea una tarjeta de crédito o débito o una cuenta bancaria, pueda solicitar que automáticamente le deduzcan la cantidad de donación que usted decida cada mes y que lo hagan en el día que usted considere conveniente. Obviamente esto lo sugerimos con el fin de facilitar y favorecer a las personas y hacerlo de manera sencilla. Ustedes pueden llamar a las oficinas y dar su información al teléfono (818) 260-0222. Le ruego a Dios que les multiplique con abundancia la generosidad de sus donaciones junto a sus familias.

Mantengo firmes mis oraciones por todos ustedes, pidiéndole al Señor su abundancia en bendiciones y su misericordia y aprovecho la oportunidad para quedar como su amigo en el amor de Jesucristo y en el de Santa María de Guadalupe.








Noel Díaz




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