En un equipo de fútbol siempre hay un director técnico que planea una estrategia para ganarle a los rivales y alcanzar la victoria. De esta persona dependen, en alto grado, sus jugadores para lograrlo. Indudablemente que hay muchos factores que hacen a un equipo ser victorioso. Entre unas de las más importantes están: la condición física, la habilidad, la experiencia y sin duda alguna una mentalidad de ganador. Los jugadores deben de creer y tener confianza en él. Además deben creer que él es capaz de hacer la diferencia. Por otra parte, debe haber una muy buena comunicación entre el director técnico y los jugadores. El jugador que no crea y confíe en su director técnico, será muy difícil que pueda sobresalir y a la vez se convierte en una amenaza para todo el equipo, sencillamente porque no cree en quien está a cargo y quien propone el plan de trabajo.
Si hacemos una comparación con lo dicho anteriormente y pensamos que Jesucristo es el divino director técnico que llama a unos hombres a formar parte de su plantel y de su equipo, con el solo propósito de crear en ellos una mentalidad victoriosa y así tener un equipo poderoso, capaz de vencer al rival más grande que pueda existir.
Reflexionemos por un momento sobre esta idea y preguntémonos: ¿A qué equipo pertenecemos? Porque todos estamos de alguna forma en algún equipo. Puede ser que estés en el equipo de aquellos que pierden cada contienda y van desarrollando una mentalidad de derrota, diciendo dentro de si, yo no podré ganar, yo no puedo, yo no nací para ser ganador etc..., esta persona y este equipo con esa mentalidad no podrá saborear la alegría de las victorias, sino mas bien la tristeza de las derrotas y por consiguiente vivir una vida sin ilusión y sin motivación.
Personalmente he tenido la experiencia de haber jugado en varios equipos de fútbol en selecciones locales, unos muy buenos equipos y otros muy malos. He gritado con fuerza y entusiasmo al meter un gol. He vivido la experiencia de la celebración de una victoria, como también el dolor de una derrota, son emociones muy fuertes. Se disfrutan más las victorias cuando el rival se ha considerado más fuerte.
Mis queridos amigos, hoy tengo la dicha, y espero que usted también sienta lo mismo en este momento, de haber sido llamado desde hace muchos años por el Gran Maestro, para formar parte del equipo más importante del universo y tener al único director técnico que continúa siendo INVICTO, porque Él no conoce la derrota. Hoy con gran orgullo traigo la camiseta puesta del equipo victorioso y me considero un jugador afortunado, orgulloso y humilde a la vez, de tener como director de la vida al Hijo de Dios, nuestro Señor Jesucristo.
Cuando te integras al equipo de Jesús, ten la seguridad, la fe y la confianza que si le escuchas atentamente sus instrucciones, tienes asegurada la victoria. Puede ser que en este momento de tu vida sientes que vas perdiendo el partido y te sientes derrotado. Yo te puedo asegurar que no importa cual sea el marcador en este momento, lo que importa es que aún el juego no ha terminado y es posible revertir el marcador y ponerlo en tu favor, pero para ello necesitas tener fe y deseo de lucha y aplicar las instrucciones del Maestro, Director Técnico.
Venimos de celebrar grandes victorias en el mes pasado, por supuesto que dirigidos por el único y verdadero director de la vida, nuestro Señor. Llevamos a cabo varias misiones de evangelización en el exterior. A mí me correspondió ir a Villa Hermosa, Tabasco, México, junto con un pequeño grupo de miembros de El Sembrador, y para mí fue una de las más lindas experiencias que he disfrutado. De verdad que me quedo corto de palabras para describir los efectos de esta maravillosa misión.
He tenido lindas y diferentes experiencias en las misiones que he llevado a cabo a lo largo de mi vida, pero nunca me acostumbro, ni caigo en la rutina de las mismas, porque cada misión es una experiencia diferente y renueva mi espíritu de servicio. En esta misión recién pasada pude contemplar a primera vista la gran necesidad de Dios en las diferentes comunidades y los pueblos. Una sed y hambre de conocer, confiar y amar a Dios Padre.
En esta ocasión sentía en mi corazón que la gente realmente deseaba que no nos fuéramos y los abandonáramos. El día domingo 6 de junio, le comenté a todo el auditorio presente, que nos despedíamos porque debíamos de irnos para tomar el vuelo y les agradecí su linda hospitalidad. Instantáneamente toda la gente comenzó a aplaudir, había más de 10 mil personas, porque los boletos se habían agotado con una o dos semanas de anticipación. En el lugar no había asientos vacíos y un gran número de ellos estaba en los pasillos y en la parte de atrás de pie. Mientras aplaudían comenzaron a decir con voz fuerte: ¡QUE VUELVA! ¡QUE VUELVA! ¡QUE VUELVA! Esto lo grabaron nuestras cámaras. Mientras escribo esta carta, me recuerdo y se me eriza la piel por las emociones que sentí, porque yo sé que el pueblo había vivido la experiencia de sentir la gloria de Dios, y nosotros por nuestra parte nos sentimos como los setenta y dos discípulos que regresaron con gran alegría a comentarle al Señor, como todo equipo victorioso: "Los setenta y dos regresaron muy contentos, diciendo: ¡Señor, hasta los demonios nos obedecen en tu nombre! Jesús les dijo: Sí, pues yo vi que Satanás caía del cielo como un rayo. Yo les he dado poder a ustedes para caminar sobre serpientes y alacranes, y para vencer toda la fuerza del enemigo, sin sufrir ningún daño. Pero no se alegren de que los espíritus los obedezcan, sino de que sus nombres ya están escritos en el cielo" (Luc 10: 17-20).
Ésta es precisamente la experiencia que sentimos cada vez que en el nombre de Jesús, le ganamos la batalla al enemigo y nos alegra pertenecer al equipo victorioso del Señor.
La experiencia de esta misión fue impactante, como dice un dicho: "No apto para cardiacos". Interiormente me preguntaba: ¿qué nos quiere decir Dios con todo esto que ven nuestros ojos? Uno de los miembros del equipo me preguntó mientras salíamos: ¿cómo te sientes Noel, con esto que has visto? Por un momento no supe que decir, después respondí no es tanto como me siento sino que significa este amor, cariño, lágrimas de esta gente. Mientras venía en el avión, me la pasé meditando sobre los acontecimientos y preguntándole al Señor muchas cosas.
Mis amigos, comparto con ustedes este gozo y alegría que significa ver la forma en que Dios hace su obra en los corazones de estas personas tan necesitados de la buena noticia de salvación. Fuimos a sembrar y con júbilo hemos visto los frutos, no sólo por lo que hicimos en la misión, sino por lo que diariamente hacemos a través de la programación de ESNE en todos los pueblos y comunidades que reciben la señal televisiva. De verdad se los digo, estamos sembrando y el impacto es más grande de lo que podemos entender, cada día es más y más gente que está siendo transformada, liberada, sanada por el gran amor de Dios y la verdad hoy puedo entender a los setenta y dos cuando regresaron con tantas buenas noticias para contar.
Es impactante haber sido testigos de como las personas oprimidas por el mal, eran liberadas por el poder de Dios. Para quienes somos creyentes y servidores de Jesucristo, el ser testigos de su poder es uno de los gozos más grandes que la persona pueda experimentar en su vida, ni siquiera se asemeja a la emoción de cuando tu equipo mete un gol al equipo contrario. Claro que es una gran emoción y de veras que no descarta la alegría que eso produce al que le gusta el deporte, sin embargo, este gozo se eleva a niveles más profundos de tu alma y llena el corazón de estímulo y ese gozo nadie te lo puede quitar, es tuyo, como le dijera Jesús a Marta en aquel pasaje de Lucas: Pero Jesús le contestó: Marta, Marta, estás preocupada y afligida por muchas cosas, pero sólo una cosa es necesaria. María ha escogido la mejor parte, y nadie se la va a quitar (Lc. 10, 41-42).
Usted que recibe esta carta es también parte de esta familia que siembra y el gozo que siento es compartido con cada uno de aquellos que están unidos a este apostolado, ya que nosotros representamos a miles que forman parte de esta misión. Yo siento que cuando estamos misionando no vamos solos, sino que nos acompañan todos los que piden por nosotros y los que colaboran con su apoyo económico, ya que en estos lugares hay mucha pobreza en todos los sentidos de la palabra y nosotros les llevamos la riqueza de nuestra experiencia de Dios, les transmitimos el mensaje de vida y de esperanza y, lo que es más importante, el mensaje de amor. No tengo duda alguna de que Dios está usando en gran manera y más que nunca, nuestro apostolado El Sembrador, pues lo comprueban las miles y miles de almas que estamos alcanzando para Cristo Jesús.
En el nombre del Señor, les pido que no dejen de incluirnos en sus oraciones y les ruego de favor que continúen colaborando con su semilla de amor, ya que esa ofrenda es lo que hace posible que continuemos llevando muy lejos la Palabra de Dios. Yo me comprometo a rogarle a Jesús para que los bendiga y les de prosperidad en todas las áreas de su vida. Amén.
Su amigo en Jesucristo y Santa María de Guadalupe,
Noel Díaz
P.D.
• Estamos a las puertas de ver y gozar la gloria de Dios este próximo mes de Agosto en el Congreso más grande del año 2010 que realizamos. De ninguna forma debe perderse esta oportunidad de vivir y sentir el poder de Dios bajando en cada persona que llegue. Veremos la arena deportiva llena de personas que a una sola voz darán gracias de Dios. Le motivo a que sea protagonista y organice su grupo de invitados, ya sea familia, amigos, vecinos o comunidad. De seguro que quien venga no se arrepentirá. De la manera como experimentamos el poder de Dios en Tabasco, lo veremos aquí en este Congreso de Católicos unidos por la fe. Reserve sus boletos, no se nos vaya a quedar fuera.
• Este próximo 10 de julio, celebraremos nuestra Cena de Gala Anual, en donde espero verle y saludarle personalmente, ya que tendremos muchas razones para celebrar y a la vez colaborar para que sigamos llevando el mensaje a los lugares rurales y aldeas en donde están muchos de nuestros hermanos con necesidad de escuchar de Dios. Será a través de las antenas satelitales que lo haremos posible, gracias a la colaboración de quienes asistan a esta Cena de Gala. ¡Los espero!