Las Buenas Nuevas


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OCTUBRE 2010


Hace unas semanas estando en la misa dominical, se escuchó en la liturgia de la palabra, el pasaje del evangelio en donde Jesús dice sin rodeos y tajantemente lo que cuesta ser su discípulo:
"Mucha gente seguía a Jesús; y él se volvió y dijo: "Si alguno viene a mí y no me ama más que a su padre, a su madre, a su esposa, a sus hijos, a sus hermanos y a sus hermanas, y aun más que a sí mismo, no puede ser mi discípulo. Y el que no toma su propia cruz y me sigue, no puede ser mi discípulo" (Lc 14, 25-27). Han pasado muchos años desde que decidí seguir a Jesús y sin embargo al escuchar el evangelio una vez más, me sacude, me reta y me hace meditar lo que encierra y representa el ser un discípulo de Jesús.

En primera instancia veo que Jesús desea captar la atención de sus seguidores y a la vez El sabe que no todos lo que le siguen han comprendido lo que significa ser su discípulo. Alguien podría decir: ¿cómo Jesús se atreve a decir que debo poner a mis padres, hermanos, hijos y a mí mismo a un lado, para ser su discípulo? Jesús es directo en su declaración. Es de imaginarse que no todos los que lo seguían eran verdaderamente sus discípulos porque no entendían lo que Jesús les enseñaba. Hoy muchos no entienden que en la medida que amen a Dios es como podrán amar a su prójimo. Entre más le amemos a Él, más amaremos a los demás. Nuestro amor por El nos llevará también a la felicidad.

En los días actuales, las palabras de Jesús siguen desafiando a todos los bautizados que de alguna forma lo vamos siguiendo. Jesús no quiere seguidores a medias, la mediocridad no lleva a nadie a saborear la dulzura de la vida en Cristo. Para lograr entender la vida cristiana y todo lo que Dios ofrece, hay un sólo camino.
Ese camino consiste en tener un encuentro personal con Jesús. Cuando se realiza ese encuentro personal con El, es cuando entendemos muchas cosas y somos capaces de dejar y abandonar todo aquello que nos separa de Él. Es precisamente allí en donde comienza nuestro caminar como discípulos del Señor.

El apóstol Pedro cuando escuchó a Jesús a orillas del lago de Genesaret, en un momento de valor y fe, dejó su barca y sus redes y siguió al Señor. Pedro no sólo escuchó la palabra de Jesús, sino también experimentó por primera vez su poder al atender su voz. Dice la escritura al respecto:
"Cuando Jesús terminó de hablar, le dijo a Simón: -Lleva la barca a la parte honda del lago, y echen allí sus redes, para pescar. Simón le contestó: -Maestro, hemos estado trabajando toda la noche sin pescar nada; pero, ya que tú lo mandas, voy a echar las redes. Cuando lo hicieron, recogieron tanto pescado que las redes se rompían. Entonces hicieron señas a sus compañeros de la otra barca, para que fueran a ayudarlos. Ellos fueron, y llenaron tanto las dos barcas que les faltaba poco para hundirse. Al ver esto, Simón Pedro se puso de rodillas delante de Jesús y le dijo: ¡Apártate de mí, Señor, porque soy un pecador! Es que Simón y todos los demás estaban asustados por aquella gran pesca que habían hecho. También lo estaban Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Pero Jesús le dijo a Simón: No tengas miedo. Desde ahora vas a pescar hombres. Entonces llevaron las barcas a tierra, lo dejaron todo y se fueron con Jesús" (Lc. 5, 4-11).

Quisiera resaltar la actitud de Pedro después de tener su encuentro personal con Jesucristo, pues no sólo se atrevió a declararse indigno y pecador, sino que dejó su patrimonio personal... la barca y sus redes, lo cual era su fuente de trabajo para seguir al Señor. Cuando uno tiene la experiencia de Jesús en su vida está dispuesto a abandonar todo lo que le impide estar con Él.

Jesús ya salía de Jericó, cuando un ciego de nombre Bartimeo le suplicó que lo ayudara, y gritándole le decía:
"¡Jesús, Hijo de David, ten compasión de mi! Entonces Jesús se detuvo, y dijo: -Llámenlo. Llamaron al ciego, diciéndole: -Animo, levántate, te está llamando. El ciego arrojo su capa, y dando un salto se acercó a Jesús, que le preguntó: - ¿Qué quieres que haga por ti? El ciego le contestó: -Maestro, quiero recobrar la vista. Jesús le dijo: -Puedes irte; por tu fe has sido sanado. En aquel mismo instante el ciego recobró la vista, y siguió a Jesús por el camino." (Mc 10, 48-52). ¿Qué importante sería para Bartimeo su capa? Esa capa era una forma de identificarse como ciego ante la comunidad, pero también era su único patrimonio que poseía y que le cubría del frío de la noche, y sin embargo se despojó de ella y sin ningún impedimento siguió al Señor.

De la misma manera una mujer que se encontró con Jesús en Samaria, al pie del pozo del Jacob, tuvo su encuentro personal con el Señor. El le ofreció agua viva, y después de una larga conversación y de darse cuenta de quién era Jesús, ella también dejó su cántaro que a diario llevaba para sacar agua. ¿Cuánto significaba para esta mujer su cántaro?

Mis amigos, nuestro Señor Jesucristo desea que también ustedes sean sus discípulos. Esta es la máxima experiencia de vida de un hijo de Dios. De verdad les confieso que sin Jesús, la vida no es vida, pero hay que tener el valor y la fe suficiente para
dejar, como Pedro, la barca de sus miedos, de su pecado y su pasado. Tener la fe del ciego Bartimeo, para dejar el manto y la capa de la tristeza, de la dependencia de cosas o personas para poner toda la confianza en El.

La mujer samaritana creyó en Jesús porque su mirada de compasión y misericordia traspasó su corazón y se dio cuenta que ahora si podría entregar su vida sin temer a ser usada o rechazada, porque en el Señor encontró el amor de su vida, porque Él es el agua viva. Por eso, ella dejó su cántaro y corrió a decirles a los del pueblo de su alegría y su experiencia en ese encuentro:
“La mujer dejó su cántaro y se fue al pueblo, donde dijo a la gente: -Vengan a ver a un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho" (Jn 4, 28-29). Hay que dejar nuestro cántaro del rencor hacia aquellos que nos ofendieron, el cántaro del egoísmo y del odio.

Mis queridos amigos, para ser discípulo de Jesús hay que ser valiente, tener fe y creer en él y además dejar todo aquello que nos impida vivir en comunión con Dios.

Por último, debemos interpretar las palabras de Jesús de amarle a El más que a nuestros padres, hermanos e hijos, porque ello implica que la verdadera forma de amar a los nuestros, es cuando amamos a Dios. Recordemos que el mandamiento nos ordena: "amar a Dios por sobre todas las cosas".

La juventud tiene la preciosa virtud de conocer al Señor, si acepta la invitación que El les hace y tener ese encuentro que lo acercará a su corazón y aceptarlo como su Señor y salvador.

Los adultos, sin importar la edad, tenemos la posibilidad de ser nuevos discípulos si nos atrevemos a abandonar todo impedimento que nos separe de Dios y su eterno amor. Muchos de mis amigos que están recluidos en los centros de reclusión y rehabilitación tienen la posibilidad de comenzar a reparar sus vidas y aferrarse al amor de Cristo, pues su cruz puede ser más liviana tomados de la mano del Señor.

Una sola pregunta quisiera hacerle a todos ustedes: ¿Qué debe dejar usted hoy para seguir a Jesús y ser su discípulo? No tengas miedo de ser discípulo de Jesús; es nuestra máxima experiencia. Amén.

Quiero aprovechar la ocasión para agradecerles a todos ustedes que nos ayudan con sus semillas y nos apoyan con sus oraciones, pues gracias a ustedes y sus ofrendas es que hacen posible que este apostolado cumpla con la obligación voluntariamente impuesta, de llevar el evangelio de Jesucristo a los confines de la tierra. Que Dios les continúe bendiciendo abundantemente.

Atentamente de ustedes como su amigo, servidor y discípulo de Jesucristo y Santa María de Guadalupe.



Noel Díaz





P. D.



El próximo 9 y 10 de octubre estaremos celebrando el CDJ 2010, el Congreso de Jóvenes, razón por la cual debemos de apoyar a la juventud de Los Ángeles, y de otros estados y países, para que asistan a esta fiesta espiritual que Dios tiene preparada para ellos. Es nuestro deber como adultos, estimular y motivar a que nuestros jóvenes vengan a vivir la experiencia de Jesucristo en sus vidas. El lema del evento será:
"SOLO UNA PALABRA TUYA BASTARA". Para cualquier información comuníquense con nosotros al teléfono (818) 260-0222.

Nuestro apostolado estará de misión en este mes en territorio mexicano, razón por la cual pedimos a todos ustedes sus oraciones para que el Espíritu Santo se derrame en bendiciones en cada lugar que será visitado y el pueblo de Dios viva la experiencia de Jesucristo en sus vidas. El día jueves 21 de octubre estaremos en la Basílica de Guadalupe, México, D. F. a partir de las 8 de la noche iniciando con la Santa Misa oficiada por Monseñor Diego Monroy, continuando con la exposición del Santísimo Sacramento y finalizando con una conferencia a cargo de Noel Díaz. Inviten a sus familiares residentes en el D. F. y lugares circunvecinos. Y Los días 23 y 24 de octubre estaremos en la ciudad de Puebla, México, en el cual Noel Díaz estará invitado como conferencista del mismo. Les rogamos sus oraciones por favor.



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