El Adviento es un tiempo en que la Iglesia nos invita a detenernos, hacer un alto en la carrera del tiempo y meditar más. Coincide además con el final del año civil, por lo que, además de analizar nuestra vida de fe, aprovechamos para tomar conciencia de nuestra vida, en qué gastamos nuestro tiempo, esfuerzos y desvelos.

Las lecturas bíblicas de este tiempo en particular, también nos invitan a esta reflexión, nos hablan de ciertos símbolos y lugares que, bien llevados, serán de ayuda para que, esta espera para celebrar la Navidad, no se trate solo de una fecha en el calendario, sino un estilo de vida, de esperar al salvador que vino en la historia, que viene cada día a nuestra vida y que, sin duda alguna, vendrá, es esta nuestra esperanza.

Estos lugares o símbolos los podemos identificar así:

 

El desierto

Donde clama la voz del Señor a la conversión, así iniciamos. De hecho hay un personaje en particular, San Juan Bautista, que es justo “la voz que clama en el desierto”, lugar de encuentro y conversión, donde mejor escuchar sus designios.

¿Cómo será el desierto en mi vida?
Un lugar y momento de soledad, de oración, de deshacerme de apegos.

 

El camino

Signo por excelencia del adviento, camino que lleva a Belén. Caminar que nos lleva a preparar la Venida del Señor. Todo personaje relevante que escuchamos en las lecturas va siempre caminando, busca caminar o tiene esta misión.

¿Cómo vivo el camino?
Llevando el Adviento con un propósito específico, una meta, un desafío de conversión.

 

La colina

Símbolo del orgullo, la prepotencia, la vanidad que es preciso abajar para la llegada del Señor.

¿Cómo bajo de la colina?
Viviendo el sacramento de la Penitencia de forma ordinaria y reconociendo nuestras limitaciones.

 

El valle

Símbolo de nuestro esfuerzo por elevar la esperanza y mantener siempre la confianza en el Señor. El valle del bautismo, el valle de las bendiciones o bienaventuranzas, el valle que nos encontramos después del desierto.

Vive este Adviento de forma consciente, con un propósito y mantén la alegría de la esperanza con quienes te rodean.

 

El silencio

En el silencio de la noche resonó para siempre la Palabra de Dios hecha carne. En el silencio de las noches y de los días del adviento, nos hablará, de nuevo, la Palabra de Dios.

Vive este Adviento con menos distracciones consumistas, menos ruido exterior.

 

El gozo

Dios se acerca y manifestamos el gozo de sabernos salvados por Él. Finalmente, su presencia, su Venida es gozo. No se trata de vivir con miedo, preocupación o lamentaciones, sino con esperanza ¡El Señor vendrá! esto es una buena noticia.

No te dejes llevar por el desánimo, el miedo o la desilusión. Que tu fe se manifiesta en la alegría de esperar al Señor.

 

La luz

Se expresa más que nada en la Corona de Adviento donde, cada semana, proclamamos a Jesús, luz del mundo.

¿Cómo vivo en la luz?
¡Sé tú luz para los demás! Habla del Adviento, habla del verdadero sentido de la Navidad a los demás.

 

La paz

Don de los dones, la plenitud de las promesas; el anuncio y certeza de que quien viene es el “Príncipe de la paz”.

Sé una persona de paz, una persona de bien, que tu rostro refleje justicia y amabilidad.