Mayo 2008
¿ MUJER PORQUE LLORAS ?
Que mañana más gloriosa la del día de resurrección. Me imagino la tierna escena del encuentro de María Magdalena con Jesús resucitado, la mujer que en una ocasión y con el corazón agradecido, había lavado con sus lágrimas los pies de Jesús y los había perfumado. La mujer del evangelio que busco el amor en tantos hombres sin encontrarlo y que se atrevió a llegar a una cena en donde no había sido invitada. Quién iba a pensar o imaginar que esa mujer de la vida alegre, a la cual todos señalaban por su pecado, se iba a convertir en el primer testigo de la resurrección del Señor. No cabe duda que Dios escribe recto en los renglones torcidos, tal y como lo dice San Pablo..., ¿no le parece? .
He encontrado en los evangelios dos casos muy particulares en donde se describe a una mujer llorando. Quiero pedirle unos minutos de su tiempo para que juntos reflexionemos en lo que sucedió en cada uno de estos casos. Yo creo que las lágrimas tienen un efecto muy particular en cada persona, tanto en quien las que derrama, como la persona que las ve derramarlas.
Cuando era pequeño, entre los 6 y 11 años, muchas veces tuve la experiencia de ver a mi madre llorar. Cada vez que esto sucedía, pasaban muchas cosas por mi mente. Me sentía impotente porque no tenía la capacidad de resolver sus problemas. Al verla, también me producía temor, inseguridad e inestabilidad, y la gran pregunta que todos nos hacemos en medio de un sufrimiento es: ¿POR QUÉ?. Desde entonces cada vez que veo a una mujer llorar, rápidamente me recuerda mi niñez y los momentos tristes cuando mi madre lloraba. Estoy convencido que Jesús fue conmovido cada vez que veía el sufrimiento y las lágrimas de sus semejantes.
Encontramos en el evangelio de San Lucas, capítulo 7, un caso muy particular de una madre – viuda – que solo tenía un hijo y el cual había fallecido y lo llevaban a enterrar. En ese momento Jesús y sus seguidores se encuentran en el camino con el grupo de personas que van tristes acompañando a esta madre al entierro de su hijo. Jesús se detiene, se conmueve del dolor de esa mujer, ve sus lágrimas y observa que en cada una de ellas iba un pedazo de su corazón. En un tiempo atrás esta mujer ya había derramado lágrimas por su esposo, pero le había quedado la esperanza de su único hijo. Es muy posible que su hijo era la única razón de vivir, tal y como sucede en muchos casos de esta índole. Más ahora el hijo había muerto (Lucas 7, 11-15). Esta mujer representa aquellos que hemos perdido a alguien o algo que creemos no podrá ser reemplazado y por lo consiguiente, el corazón se encuentra vacío, sin esperanza, sin razón porque sobrevivir y especialmente si nos llega a ocurrir como en el caso de esta mujer que perdió a su esposo y después a su hijo.
Dice la escritura que Jesús se dirigió a la mujer con estas sencillas palabras: “NO LLORES”. Así es el Señor cuando nos mira auténticamente tristes, abatidos, desconsolados, impotentes. Nuestras lágrimas siguen conmoviendo el corazón de Jesús, que nos sigue diciendo estas mismas palabras: “NO LLORES”.
Creo que en estas dos palabras, Jesús le estaba diciendo: “Siento tu dolor, siento tu vacío, siento tu soledad y tu tristeza, además siento que piensas que tu vida no tiene ningún sentido”. Las dos palabras mencionadas por Jesús no fueron simplemente para consolar su corazón, sino que Jesús estaba a punto de realizar el milagro de devolverle la vida a su único hijo. Y así fue…, Jesús le devolvió a su hijo. Y las lágrimas de la mujer se convirtieron en gozo y alegría. Esto me da ha entender que a Dios le duele ver nuestro sufrimiento y entiende el dolor de nuestras lágrimas y siempre quiere consolarnos y devolvernos una razón por la cual seguir viviendo.
El segundo caso lo encontramos en el Evangelio de San Juan capítulo 20, 11-16. En este pasaje María Magdalena se encuentra llorando, y no eran las primeras lágrimas que derramaba, porque en una ocasión sus lágrimas sirvieron para lavar los pies del maestro y conmovieron el corazón de Jesús. En esas lágrimas ella encontró el perdón y la misericordia de Dios. También lloró al pie de la cruz al ver a Jesús crucificado. Ahora, en este pasaje. se encuentra llorando al no encontrar el cuerpo de su amado Señor. De repente, Jesús le dirige estas palabras: “MUJER, PORQUE LLORAS”. Usted puede darse cuenta que estas palabras están cuestionando el porqué de sus lágrimas. En el caso anterior, Jesús no cuestiona las lágrimas sino que entiende el motivo, pero en este caso pide una razón y es que Jesús ya había anunciado su muerte y su resurrección más de una vez y el esperaba que sus palabras hubieran hecho eco en el corazón de sus seguidores.
Hoy en día hay mucha gente que dice creer en Jesús y confiar en sus palabras, más sin embargo nos sucede lo que a María Magdalena. Lloramos porque pensamos que Jesús nos ha abandonado, cuando sus promesas fueron estar con nosotros todos los días de nuestra vida y especialmente en los momentos más difíciles. Me atrevería a decir que estas mismas palabras de Jesús: “PORQUE LLORAS”, es una exhortación a cada uno de nosotros que lloramos por temores injustificados, porque nos sentimos solos y dudando de sus promesas. Es en estas situaciones cuando Dios ya no nos dice: “no llores”, sino más bien, pregunta: ¿PORQUE LLORAS?.
El contenido de esta carta la dedico especialmente a la mujer que día a día lucha por salir adelante y que por encima de sus retos y desafíos no da marcha atrás. Queridas amigas y hermanas, tomen el ejemplo maravilloso de nuestra madre santísima, su fidelidad a Dios, el SI que permitió que el verbo se encarnara en su vientre. Hoy les invito a ustedes a que descubran la compasión que Dios tiene con ustedes y con nosotros al ver nuestras lágrimas de dolor, y continuemos reconociendo que solamente El puede cambiar nuestro lamento en alegría, … así como le dijo el ángel a María: “Para Dios no hay nada imposible”. (Lucas 1, 37).
Amadas y respetadas mujeres, reciban de mi parte un saludo especial en este mes en que festejamos el Día de la Madre y levanto mi oración al creador, pidiendo porque sobre ustedes derrame abundancia de bendiciones y que la esperanza ilumine su vida para beneficio de quienes somos sus hijos, esposos y abuelos. Que Dios las proteja y les brinde su constante bendición.
Quiero reconocer y darle las gracias a todas las valientes mujeres que han sido fieles en su firme decisión de ayudar a nuestro apostolado y que han venido cumpliendo con sus promesas de ser junto a los hombres: SEMBRADORES EN CONQUISTA y ayudarnos a pagar la deuda de la Radio Católica El Sembrador, la Voz de la Nueva Evangelización.
También agradezco a todos aquellos hermanos y hermanas que continuamente cumplen con sus semillas de amor, pues su constancia y fidelidad nos ayuda para cubrir todos los gastos de operación del ministerio. Invito a quienes leen esta carta mensual, para que tomen la decisión de ser parte de esta GRAN FAMILIA y con sus aportaciones nos ayuden a realizar los proyectos de expansión de El Sembrador Nueva Evangelización, ESNE, llevando el mensaje de salvación a 16 países. Que Dios les bendiga su decisión y les pague y premie otorgándoles prosperidad, salud y bienestar.
Su hermano en Jesucristo y Santa María de Guadalupe.
Noel Díaz