Apreciados hermanos, no solamente hemos iniciado un nuevo año, sino que lo más importante para nuestra vida espiritual, es que también hemos comenzado con el Año Jubilar de la Misericordia. El Papa Francisco nos dice en su carta apostólica Misericordiae Vultus, que Jesucristo es el rostro de la Misericordia. Lo anterior se comprueba generalmente cuando una persona llega a tener un encuentro personal con Jesús, pues los primeros efectos del mismo lo conducen a aceptar el amor y el perdón que Él le ofrece, razón por la cual se puede decir que para llegar al corazón de Dios, es necesario entrar por la puerta de la misericordia, que es Jesucristo. El Papa Francisco acaba de abrir la Puerta Santa de la catedral de Roma, indicando que todos debemos entrar por esta puerta que simboliza el corazón de Dios, que se abre para que a través de su misericordia todos podamos entrar con humildad y agradecimiento a formar parte de Él.
Toda persona que se ha encontrado en el camino de la vida con Jesús, encontró la oportunidad de recibir su amor misericordioso. Todos los que han aceptado a Jesús en su corazón, jamás fueron las mismas personas, su vida fue un antes y un después. Significo en muchos casos, haber pasado de la muerte a la vida, de la oscuridad a la luz, de la tristeza al gozo y de la esclavitud a la libertad. Vale la pena recordar aquella oportunidad en que Jesús, estando en la sinagoga, abrió el libro del profeta Isaías (61, 1-2) y encontró el lugar en donde estaba escrito: “El espíritu del Señor está sobre mí, porque el Señor me ha consagrado; me ha enviado a dar buenas noticias a los pobres, a aliviar a los afligidos, a anunciar libertad a los presos, libertad a los que están en la cárcel; a anunciar el año favorable del Señor…”. Con esta lectura, Jesús dio inicio a su agenda de trabajo y a su misión de salvación, perdón y misericordia. De la misma manera, en esta escritura, el Señor anunció el año de gracia en favor de todos los hijos de Dios, un tiempo favorable para volver al amor incondicional de Dios, luego de recibir el perdón de todas las deudas y ofensas y sentirse espiritualmente habilitados para comenzar el camino de nuevo, es decir, reiniciar el camino de la vida, estando limpios y puros.
Al comenzar un nuevo año, es importante y recomendable hacer un inventario de nuestra vida; observar y analizar lo que hemos logrado alcanzar y lo que hemos perdido en el camino, no con el fin de lamentar, sino más bien con el deseo de plantearnos nuestra metas y luchar por alcanzarlas, con el favor de Dios. Las personas que no tienen sueños y metas en la vida, no pueden visualizar su presente y caminar hacia un futuro con optimismo y la esperanza de lograrlo. Dios nos quiere apasionados por la vida a pesar de nuestras dificultades y limitaciones. Él mismo nos está invitando para que hagamos de este nuevo año 2016, un nuevo año lleno de fe, gratitud, generosidad, esperanza y compasión por los demás. Es el momento de aprovechar la ocasión para entregarnos a Dios Padre, a través de su amado Hijo Jesucristo, con el fin de vivir la vida sin miedos ni temores, sin prejuicios, sin complejos y gozando la libertad que la Santísima Trinidad nos ofrece para vivir completamente libres y amar como Dios nos ha amado.
Ahora, Dios tiene la puerta abierta para que todos entremos en el océano de su misericordia, tal y como lo dijo Santa Faustina Kowalska. Sólo quien ha sido alcanzado por la misericordia de Dios a través de su encuentro personal con Jesús, se convierte en un verdadero discípulo de su misericordia. “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5, 7). El origen de la palabra misericordia, viene de latín formado por la palabra: miser (miserable, desdichado) y de la palabra: cor, cordis (corazón). El significado de la palabra misericordia, se puede traducir como:“La capacidad de sentir la desdicha de los demás” ; o bien: “Es el corazón que se da al que está lejos del amor o que es enemigo del amor”. El apóstol San Mateo nos describe en su evangelio, que Jesús al ver a la multitud, sintió compasión de ellos, porque estaban cansados y abatidos, como ovejas que no tienen pastor (Mateo 9, 36).
Si usted por un momento utiliza su imaginación ante el contenido del cuadro bíblico anterior, entonces usted puede comprobar que Dios no es indiferente ante el dolor y el sufrimiento de sus hijos. Hoy, Jesucristo también vuelve su mirada hacia las multitudes de personas que son indiferentes a su presencia y ello le causa un gran dolor en su gran corazón y sin embargo, está dispuesto a darles de su misericordia y perdón.
Amigos, Jesús arde en deseos de sanar el corazón de todos los hijos de Dios y darle paz y consuelo a las heridas producidas por los abusos, el odio, el rencor, la soledad, que traen como consecuencia una falta de confianza, de fe y esperanza. Jesús dijo a Santa Faustina Kowalska “Me queman las llamas de la Misericordia, deseo derramarlas sobre las almas, y las almas no quieren creer en mi bondad. Oh, qué dolor me dan cuando no quieren aceptarlas (...) Dile a la humanidad doliente que se abrace a mi Corazón misericordioso y Yo la llenaré de paz”. “La humanidad no encontrará la paz hasta que no se dirija con confianza a mi Misericordia”. "De todas Mis llagas, como de arroyos, fluye la misericordia para las almas, pero la herida de Mi Corazón es la Fuente de la Misericordia sin límites, de esta fuente brotan todas las gracias para las almas". “El alma que confíe en mi Misericordia no perecerá, ya que todos sus asuntos son míos.”. La puerta está abierta para ti, para mí y para todos. Entremos por la puerta del corazón misericordioso del Señor e iniciemos este nuevo año con la seguridad que Dios Padre nos ofrece sus brazos y con su amor eterno nos perdona y nos sella con un beso lleno de su misericordia divina. Amén.
En nombre de nuestro apostolado, deseo dejar constancia de nuestro agradecimiento a cada uno de ustedes, por todo su apoyo espiritual y financiero. Nada de nuestro trabajo sería posible realizarlo y llevarlo a cabo, si no es con su colaboración y ayuda fiel. Que Dios los bendiga abundantemente a todos ustedes junto a sus familias y que el Señor les permita llevar a cabo todos sus propósitos en este nuevo año.
Yo confío plenamente que todos ustedes nos seguirán brindando su apoyo y ayuda incondicional y fiel en este nuevo año 2016 y no cesaré de rogar a Dios porque no falte su bendición en sus hogares y en sus trabajos. Recordemos que en este año dedicado a la Divina Misericordia, es necesario ejercer la práctica de las obras de misericordia y qué mejor oportunidad que hacerlo a través de su colaboración con nuestro apostolado. Que Dios les bendiga.
Atentamente en el amor misericordioso de Jesús y de Santa María de Guadalupe.