Carta del mes

 

LA BÚSQUEDA DIVINA

 

Un día, al finalizar una larga jornada de trabajo, después de compartir los alimentos con mi familia, a solas, me puse a realizar interiormente una evaluación de lo que Dios me ha permitido vivir. Dándole gracias, me detuve por un momento a pensar y preguntarme en mi interior: ¿Qué sería de mí y en dónde estaría mi familia si no hubiera encontrado a Dios en mi camino? Pensando detenidamente al respecto, llegué a la conclusión de que, si estoy aquí, si puedo estar con ellos y también con ustedes, queridos Sembradores, es porque el Señor mismo me atrajo y mi necesidad de Él pronto se puso de manifiesto. Dios me buscó y rápidamente me encontró, porque yo siempre lo he necesitado y ahora lo entiendo muy bien. Esa gran oportunidad que El Señor me concedió un día, ha sido una gran bendición.

Esto me hizo reflexionar en lo que nos enseña el Catecismo de la Iglesia: “El deseo de Dios está inscrito en el corazón del hombre, porque el hombre ha sido creado por Dios y para Dios; y Dios no cesa de atraer al hombre hacia sí, y sólo en Dios encontrará el hombre la verdad y la dicha que no cesa de buscar” (27). La Sagrada Escritura nos confirma que Dios «De uno solo formó toda la raza humana, para que poblase la superficie entera de la tierra. Él definió las etapas de la historia y las fronteras de los países. Hizo que buscaran a Dios y que lo encontraran aun a tientas. Porque no está lejos de ninguno de nosotros, ya que en él vivimos, y nos movemos y existimos, como dijeron algunos de los poetas de ustedes: porque somos también de su raza». (Hch 17, 26-28)

No hay duda alguna que cada mujer y cada hombre, pasarán su vida en una búsqueda constante del Creador. Y es que el corazón está inquieto mientras no encuentre toda la plenitud. El Papa Francisco ha dicho que «a pesar del vacío humano que sentimos, el cristiano encuentra la fortaleza en la promesa de vida eterna, sellada por Jesús con su propia muerte y resurrección».

 

Buscar a Dios sin sustitutos

Dios nos creó con una gran necesidad dentro de nuestra alma, que nos conduce a una búsqueda divina, para que nos diéramos cuenta, tarde o temprano, que solo Él puede satisfacerla. Dicho esto, veo como también fácilmente podemos caer en la tentación de querer cumplir este anhelo buscando sustitutos, los que eventualmente pueden destruirnos. En varios mensajes he comentado que las personas con adicciones, sin darse cuenta muchas veces, están buscando a Dios tratan de ser saciados de su necesidad interior, solo que se equivocaron y creyeron que satisfacer el cuerpo era lo mismo que satisfacer el alma, y tristemente quedaron atrapados bajo el poder de la adicción, la cual es una enfermedad que lentamente destruye el cuerpo y el alma.

Este fenómeno también sucede de otras formas y no solo con las adicciones, puede pasar también cuando uno se aferra a una persona o las cosas. Se llega a pensar que sin aquello no se puede existir o vivir. Es cierto que necesitamos amar y ser amados, pero debe ser de una forma consciente, de tal manera que no tenga que depender de alguien o algo para ser completamente feliz.

Es por esta razón que, en el Antiguo Testamento, vemos incontables veces que Dios les pide a los israelitas no adorar a otros dioses. Es que el Creador sabe del gran riesgo que corremos cuando vamos en búsqueda de la plenitud y, equivocadamente, nos refugiamos en lo que eventualmente nos da satisfacción, pero no es un refugio, más bien es una trampa para caer en los brazos del enemigo.

Cuando un hijo de Dios decide buscar la plenitud en otras cosas o personas, se arriesga a caer fácilmente en la idolatría. Y es que, la idolatría va más allá del tema de la adoración a imágenes. Hoy, en este mundo secular en el que vivimos, cualquiera de nosotros podemos ser idólatras, sin ni siquiera tener una sola imagen hecha por algún artesano. Los dioses falsos de hoy tienen mucho poder para destruirnos, como lo es cualquier tipo de adicción: dinero, avaricia, bienes y cosas materiales, vanidad, juegos de azar, compras desmedidas y las cosas innecesarias.

Y es que, como dice el Papa Francisco, Jesús llama especialmente «a los que tienen el corazón vacío, sin Dios. Los llama a todos a su lado: “Vengan a mí”, y les promete alivio y refrigerio».

 

Solo Dios puede satisfacer el vacío de infinito del ser humano

Hay que saber discernir entre satisfacer el cuerpo y el espíritu. Esa necesidad o vacío que todos tenemos en el espíritu, solamente puede ser satisfecho por Dios. Su presencia en nosotros a través del Espíritu Santo y la total plenitud, la alcanzaremos hasta estar con Él en la vida eterna. A este respecto nos dice el apóstol San Pablo: «Sabemos que, si esta tienda de campaña, nuestra morada terrenal, es destruida, tenemos una vivienda eterna en el cielo, no construida por manos humanas, sino por Dios». (2 Co 5, 1)

Es necesario permanecer viviendo en nuestro cuerpo, y nuestro Señor Jesucristo prometió no dejarnos solos mientras estamos en este cuerpo y en este mundo, así que nos concedió el Espíritu Santo para tener el poder de vencer las tentaciones y que, a través de esa presencia maravillosa, tuviéramos la revelación de saber quién es Él y el valor de su amor incondicional.

Mis queridos amigos lectores: ¡Bendita necesidad que hay dentro de mí!, porque eso me mueve, me inquieta y me conduce a buscar constantemente a Jesús y a encontrarlo en la Eucaristía, en su Palabra y en la oración, porque es con Él en donde precisamente encuentro paz y sosiego para mi espíritu y me mantiene en la esperanza de un día ser totalmente revestido y satisfecho con su amor y su presencia para siempre.

Por lo tanto, no busquemos al que está vivo entre los muertos. No busquemos sustitutos de ninguna naturaleza, porque de seguro no funcionará. No busques a Dios fuera de ti, sino dentro de ti, porque allí está.

Aliento con aprecio a todos mis amigos que creen en Jesús y que se encuentran recluidos en un hospital, o en un lugar de detención o asilo de adultos, para que comprendan que el Señor está allí, con cada uno de ustedes y que lo único que tienen que hacer es encontrarlo o dejarse encontrar por Él; háblale profundamente y entrégale tu vida para siempre y verás que Él te transformará en una nueva persona, en nuevo hijo de Dios.

 

¡Gracias por su sí, a la evangelización!

Hoy le manifiesto mi más profundo agradecimiento a cada persona que recibe esta carta y que se ha convertido en un Sembrador de Jesús con María, sembrando su semilla especialmente en este tiempo tan difícil que estamos viviendo por la situación económica y la pandemia. Su generosa ofrenda tiene mucho más valor y créanme que la necesitamos. Saben, porque lo hemos compartido, de la apertura de varias estaciones radiales para seguir llegando a más hermanos que necesitan llenar ese vacío de Dios, y sin duda, todo esto no sería posible sin su aportación generosa.

Hemos visto una muy buena respuesta de parte de muchos de ustedes y continuaremos creciendo para que podamos seguir llevando el mensaje de Jesucristo a nuestras familias, única y verdadera esperanza para nuestros pueblos.

Mantengo firmes mis oraciones por todos ustedes, pidiéndole al Señor su abundancia en bendiciones y su misericordia y aprovecho la oportunidad para quedar como su amigo en el amor de Jesucristo y en el de Santa María de Guadalupe.

Suscríbete y recibe las "Buenas Nuevas"