En cierta ocasión, llevaron unos niños a Jesús para que les impusiera las manos y orara por ellos, pero los discípulos comenzaron a reprender a quienes los acercaban. El Señor se dio cuenta de ello y dijo: “Dejen que los niños vengan a mí, y no se los impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos” (Mt 19, 14).
La tarea más importante de los padres, es proteger y orientar a sus hijos. Sabemos, por experiencia, que no hay padres perfectos, pues todos nos hemos equivocado en algún momento, pero no por ello hemos de vivir con un sentimiento de culpa, sino debemos reconocer nuestros errores y pedir perdón humildemente. Dios Padre siempre está dispuesto a perdonarnos, si estamos verdaderamente arrepentidos.
Sin duda alguna, el hecho que Jesús haya reprendido a los apóstoles diciéndoles: “No impidan que los niños vengan a mí” conlleva un mensaje muy profundo de parte del Señor. Tristemente, en este tiempo, con el progreso de la ciencia, la tecnología y tantos buenos descubrimientos, son miles los niños y niñas los que resultan siendo víctimas de estos avances, principalmente por su inocencia que los hace tan vulnerables. Tengamos muy en cuenta que el diablo siempre ha tenido un plan muy claro para destruir la vida humana desde la concepción. Esto nos debe poner alertas y advertir del peligro con anticipación.
El aborto, obra maligna contra los más inocentes
El aborto es algo terrible. Hay cosas en la vida que no logro entender ni asimilar, una de ellas es el aborto. La concepción de una vida en el vientre de una mujer es un milagro. No es un “producto”, una cosa, es una vida plena. El diablo y sus demonios confunden la mente de los seres humanos con tal de que esta vida no se respete. Me es difícil imaginar que ese milagro de vida, obra de Dios, sea desechado como si fuese un estorbo; que alguien pueda atreverse a despojar de la vida a quien no puede defenderse, y además de una forma tan violenta y cruel.
Si le damos una ligera mirada a la vida de Jesucristo, recordaremos que Él también fue atacado por satanás desde su concepción. Desde que la Santísima Virgen quedó embarazada, planeó sembrar la duda en el corazón de José, su esposo. Recordemos que el pecado del adulterio para los israelitas era penado con la ejecución pública de la adúltera, quien era condenada a morir apedreada. Si José no hubiera confiado en su esposa y no hubiera sido iluminado por el Espíritu, se podría haber atentado contra la vida de María y la de Jesús.
Después, las Escrituras nos narran que Herodes, El Grande, ordenó matar a todos los niños menores de dos años, porque creía que entre ellos podría estar Jesús, el Mesías. Y así como los niños varones israelitas muchos siglos atrás fueron atacados en Egipto, del mismo modo Jesús vivió una persecusión desde su más tierna infancia y tuvo que huir justamente a este país extranjero.
Es bueno recordar ambos eventos. En el primero, Moisés fue rescatado cuando su madre lo coloca en una canasta y es encontrado en el río a salvo. Jesús, por su parte, escapa con sus padres y vive una vida alejado de su hogar y su país y así salva su vida. Es importante tenerlo en cuenta. Debemos observar cómo la actuación del maligno va siempre dirigida a los más pequeños, quiere destruirlos porque son obra de Dios, porque son vida, y él será siempre enemigo de la vida.
La inseguridad y violencia, males que dañan a los niños
Pero los intentos del maligno no quedan en el aborto, sino que se continúa atentando en contra del ser humano en todo momento ¿Cómo y de qué manera, se preguntarán? Muchos niños nacen en hogares donde no reina el verdadero amor, por consecuencia existe violencia en todo sentido; familias inmersas en las adicciones, por ejemplo. Esto es una cuna de espinas para los recién nacidos, quienes reciben las consecuencias de estos actos.
Yo nací, por gracia de Dios, pero a mi mamá le recomendaron que tomara algo para abortarme. Nací humildemente, en una casita de cartón y con la ayuda de una partera. Desde mi nacimiento no pude convivir con un padre de familia, una figura tan necesaria en el hogar. No obstante haber sufrido la ausencia de un padre, fue una ventaja no vivir con un papá con problemas con el alcohol, ni ser testigo de violencia en el hogar. Nunca presencié que alguien golpeara a mi madre o que la tratara mal. Ella siempre me dio abundante amor y me enseñó lo que significa el amor de Dios.
He querido tratar este tema sobre los niños y las niñas, porque me duele mucho saber que se sigue destruyendo la vida de estos pequeños. Debemos hoy, más que nunca, cuidar a nuestros hijos, porque tienen miles de enemigos. Otro muy lamentable es el pecado de incesto que es un peligro real: padres, abuelos, hermanos, tíos y otros miembros de la familia que abusan de los pequeños, de su propia sangre.
Si uno debe ser cuidadoso de los propios miembros de la familia, mayor cuidado debemos tener con los que no lo son. Me duele mucho escuchar que los pequeños hablan con su madre y les cuentan que su papá, padrastro, hermano, abuelo o quien haya sido, los molestaron y ella no les cree o los ignora para no quedar mal con quien causó el daño. Me parece terrible que la madre ignore el dolor de sus hijos y no considere la magnitud de estos eventos. En estos casos se debe proceder siempre con prudencia, pero no se puede permanecer callados, se debe actuar y darle crédito a las acusaciones de los niños. Es necesario denunciar los casos a las autoridades, sobre todo con el afán de evitar que esas personas continúen destruyendo la vida de otros niños. Reconozco que este es un tema muy delicado, pero sentí que debía decirlo, ¡esto también es defender la vida!
Sara y yo, cuando nuestros hijos eran pequeños, adoptamos la idea de no permitirles pasar la noche en casas ajenas, ni de la misma familia, por el cuidado que teníamos sobre ellos. Nuestros hijos se enojaban con nosotros, pero así fue y gracias a Dios son muy sanos. El porcentaje de abusos es mayor en las niñas que en los niños. Tal vez incluso usted, que lee esta carta, haya pasado por un abuso que le dejó heridas y le cambió su vida para siempre. Jesús te dice: “ven a mí, que yo te daré alivio”. En Mateo 11, 28, Jesús nos dice: “Vengan a mí todos ustedes que están cansados de sus trabajos y cargas, y yo los haré descansar”.
Cuidemos a nuestros pequeños, Dios nos los ha confiado para protegerlos y educarlos. Y otra recomendación: nunca descuiden a sus hijos en lugares públicos, son indefensos ante tanta maldad, ante tantos que los buscan con motivos perversos.
¡Protege el milagro de la vida!
La presente carta tiene, pues, como objetivo, crear conciencia del valor de la vida desde su concepción y pedirle a Dios por cada mujer embarazada, para que proteja el milagro de la vida que está en su vientre. Asimismo, exhortamos a quienes tienen niños pequeños en casa los cuiden de manera especial, con atención amorosa, velando atentamente de su comportamiento y brindando una buena comunicación y confianza.
Demos protección y permanezcamos atentos. Cuando recibamos queja de cualquier abuso, denunciemos sin temor a las autoridades, sin importar de quien se trate. Si los hijos ya son mayores y fallamos en hacer algo al respecto, es necesario reconocer nuestra falta y pedir perdón mientras tengamos vida. Dios es misericordioso y está dispuesto a perdonarnos, siempre y cuando nos mostremos arrepentidos.
Finalmente dejemos que los niños y niñas lleguen a Jesús, para que en sus brazos se sientan seguros. Jesús nos espera a todos con el amor del Padre para ofrecernos firmeza y seguridad en la vida. Tengamos presente que Jesús nos dice: “El ladrón viene solamente para robar, matar y destruir, pero yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia”. (Juan 10, 10) ¡Amén!
Quince años llevando bendiciones
Por último, aprovecho para darle gracias a Dios porque cumplimos, este 31 de julio, quince años de haber iniciado con nuestro Canal ESNE, llevando el mensaje de fe y esperanza a todos los países de habla hispana; celebramos la vida de tantas personas transformadas por el poder de Dios. Gracias a cada uno de ustedes, quienes fielmente nos ayudan a hacer posible el milagro de seguir sembrando en miles de corazones a través de los medios de comunicación, con sus oraciones y ofrendas mensuales y a quienes se unen a nuestros teleradiotones. Mil gracias, su semilla está dando fruto y fruto abundante. Dios multiplique en bendiciones sus esfuerzos.
Que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo sean con nosotros, nos bendigan y a nuestras familias, y que la intercesión de Santa María de Guadalupe nos ayude con nuestras necesidades. Amén.
Noel Díaz
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