Iniciar un nuevo año es emocionante, nos motiva a hacer interiormente una evaluación de lo realizado en el año que pasó, aunque a veces esto mismo nos lleva a tener sentimientos encontrados: Podemos sentirnos tristes por no haber logrados las metas y objetivos que nos trazamos; o tal vez perdimos en este tiempo a alguien que amamos. Con todo, al hacer nuestro balance, es necesario poner en acción nuestra fe en Dios y creer verdaderamente que, con empeño y trabajo, el nuevo año estará lleno de logros y éxitos.

Es por ello que ahora que iniciamos el año 2018, quiero presentarles algunas propuestas de vida, las cuales yo he comprobado nos pueden ayudar a obtener buenos resultados en el año. Todos sabemos y hemos escuchado que la mente del ser humano es muy poderosa, así es como nos la ha dado nuestro Creador. Es tan poderosa que, aunque vivamos o pasemos por una situación crítica, con el poder de la mente, podemos asegurarnos que solo será temporal y que, con fe en Dios, podemos superar la adversidad y recuperar lo que se cree perdido. Si por el contrario, nos enfocamos en lo negativo, nos llenamos de dudas, miedos y temores, podemos caer en el fracaso y finalmente hasta renegar en contra de Dios y del prójimo, y aún de nosotros mismos. Esta actitud y forma de pensar puede causar destrucción en nuestra vida interior. Así pues, el plan de vida que deseo proponerles es el siguiente:

1. “CAMBIA TU MANERA DE PENSAR, PARA QUE CAMBIE TU MANERA DE VIVIR”

Esta expresión corresponde al Apóstol San Pablo y está contenida en Romanos 12, 2; es resultado de su experiencia personal, de su relación con el Señor. Significa que, por más objetivos que tengamos por alcanzar, si no tenemos la mentalidad y una actitud de fe, centralizada en Jesucristo y en su poder, será difícil alcanzar esas metas. Hay personas que enfocan su pensamiento de manera negativa, el “no se puede” es su himno interior y, por consiguiente, “no se puede” es lo que prevalecerá a través de una serie de excusas.

¿Cómo puedo pensar con fe? Teniendo pensamientos positivos y sembrando. Sembrar es trabajar para obtener resultados; es hacer tiempo y luchar por hacer bien las cosas; creer que lo que hacemos obtendrá buenos resultados. Por lo tanto, siembra con tu tiempo, en la oración diaria ante Jesús y, en tu oración, agradécele al Señor por lo que tienes y no por lo que te hace falta. Pide a Dios mucha fe para seguir creyendo en Él y por lo bueno que acontece a tu vida. En tu oración personal, ruega a Dios que despeje cualquier duda de tu mente, y que prevalezcan en ti los pensamientos positivos que te empujen a creer que todo es posible en Dios.

A propósito, me encanta el texto de profeta Joel, que dice: «…Y que el débil diga: “!Yo soy fuerte!”». (3, 10). En otras versiones dice: «…Que el cobarde diga: “!Yo soy valiente!"». Siembra leyendo la Biblia y meditando en su Palabra. Obtén un diario bíblico en donde puedas leer las Escrituras todos los días del año litúrgico. Unos minutos diarios dedicados a la lectura de la Palabra de Dios, harán mucha diferencia en tu vida. Siembra viviendo en comunidad, con el grupo con quien te toca compartir, juntos dedíquense a servir y aprender más de Dios. Tener más amistad con personas de fe, te pueden ayudar a crecer espiritualmente. Siembra en tu relación con Jesús Eucaristía y frecuenta este Sacramento lo más que puedas entre semana; recíbelo en tu ser, estableciendo la comunión con Jesucristo pues, recibiéndolo, recibes el Pan Bajado del Cielo. Quien solo pueda el día Domingo, haga de ese día lo máximo para que sea una experiencia de encuentro transformador.

2. RECHAZA TODO PENSAMIENTO QUE NO VENGA DE DIOS

Rechazar significa que, cuando se presente la oportunidad, inmediatamente, se identifique la procedencia de las cosas, para no tomarlas en cuenta ni dar tiempo a que avancen en nuestra mente. Jesús recibió pensamientos que inmediatamente identificó procedían del diablo. Esto sucedió cuando este lo tentó en el desierto: Mateo 4, 1-11; Lucas 4, 1-13. Jesús rápidamente rechazó las tentaciones, sin discusión, y con el respaldo de las Sagradas Escrituras que dejaron al demonio sorprendido por el valor de sus respuestas. Nunca Jesús les dio cabida a las ofertas del diablo en su corazón.

Recuerdo que, cuando yo tenía 10 años, un domingo en que me dirigía a Misa en Tijuana con algunos niños, por estar distraído me adelantaron camino. Tratando de alcanzar a mis amigos, me animé a pasar por un terreno de tierra y yerbas. Por supuesto que el terreno estaba solo. Caminaba rápidamente cuando de repente, delante de mis ojos, pasó una víbora. Era la primera vez que yo veía una y, asustado, me quedé paralizado por unos segundos; luego corrí en sentido contrario. Esto lo comparto porque hay pensamientos cargados de veneno y más vale huir de esa “serpiente”, antes que sus colmillos penetren nuestra piel y, por consiguiente, nos destruyan. No digas “soy infeliz porque a mí me paso esto o lo otro”. No pienses “pobre de mí, nadie me quiere, nadie me entiende. Nunca lograré ser feliz”. En estos casos, en que las personas guardan en su cerebro y corazón rencor y odio por alguien que les hizo daño, eso mismo se convierte en un veneno interior, el cual tiene efectos a corto y a largo plazo.

Mi mejor consejo es que resuelvas estas situaciones y el mejor camino es el perdón. Al perdonar logras ser feliz, te liberas de cualquier opresión en tu vida afectiva. Deja todo en las manos de Dios y su justicia y renuncia a estar con el corazón lleno de odio, celos, envidias, avaricia. Recuerda que necesitamos vivir libremente y eso solo se logra con la ayuda de Dios.

3. PERSEVERANCIA

La Biblia contiene infinidad de promesas para quienes saben esperar. La perseverancia es una virtud que todos deberíamos practicar para ver sus grandes resultados. Jesús enseñaba continuamente sobre la importancia de esta virtud. Recordemos la parábola de la viuda que le pedía al juez le hiciera justicia. Jesús nos dice que quien persevera hasta el final, alcanzará la salvación (Mateo 24, 13). Sin embargo, debemos aprender que lo que esperamos será en el tiempo de Dios, aunque no por ello debemos dejar de insistir, permanecer en vela.

Cuando corrí mi primer maratón en Los Ángeles, recibí una gran lección sobre la perseverancia. Un mes antes de este evento deportivo, inicié mi preparación para correr las 26.5 millas (alrededor de 42 kilómetros y 195 metros), pero cuando llegó el día cometí algunos errores que yo de antemano sabía eran mi debilidad. Uno de ellos fue salir corriendo más rápido al principio, tratando de ubicarme en una buena posición, en lugar de buscar dosificar mis fuerzas y mis energías para tener suficiente resistencia para el largo camino. Fue así que, cuando apenas iba en la milla 7 u 8, comencé a sentir mucho cansancio y me pregunté qué pasaba, si aún faltaban 20 millas más. Pareciera que los miembros de mi cuerpo respondían en coro: "sí, es mucho, no podremos llegar a la meta, porque falta mucho”. Fue así que comencé una lucha interior muy fuerte, la cual casi me obliga a parar. Estuve a un segundo de dejar la competencia, sin embargo me armé de valor e ignoré el coro de mis miembros cansados y les dije: “Vamos a seguir, a menos que realmente me sienta físicamente afectado. Pararé si llega el agotamiento severo solamente. Aprenderé a manejar mi cansancio y mi dolor, pero sé que puedo llegar hasta el final”.

A partir de ese momento, comencé a pedirle a Dios que me ayudara. Fue pasando el tiempo y la lucha seguía, pues siempre estuvo presente la tentación de parar y abandonar, pero cada vez miraba hacia arriba y me daba cuenta que iba avanzando. Dicen que en la milla 17 de la carrera es en donde muchos de los corredores deciden no continuar; yo sentí lo mismo, pero otra vez dije: ¡yo voy a seguir! Repentinamente comenzó a llover, había mucho viento, y pude observar las ambulancias y a los paramédicos atendiendo a quienes ya no podían correr más; durante el camino vi a muchos que decidieron abandonar la carrera y eso me podía contagiar también. Afortunadamente yo decidí seguir con quienes siguieron adelante. Así debe ser en la vida. Perseverar con los que siguen adelante a pesar de sus luchas y debilidades. Es a ellos a quienes debemos de imitar y seguir en la carrera de la vida.

En la ruta del maratón se encuentran personas que asisten solo para animar a los corredores y les gritan: “go! go! go! You can do it!” “¡Adelante! ¡Adelante! ¡Adelante! ¡tú puedes hacerlo! De la misma manera, en el caminar de la vida de cada uno, existen personas que Dios pone en nuestro camino para que nos animen a continuar.

Qué alegría fue para mí cuando, a la distancia, logré ver el rótulo donde estaba la meta. Al cruzarla, sentí una gran emoción interior que me invadió por todo el cuerpo y solo atiné a decir: ¡GRACIAS SEÑOR! Aprendí que la perseverancia te puede llevar a la meta, o bien, que la falta de ella, te puede robar la alegría de saber que sí puedes llegar.

Creo que muchos, como yo, sintieron el impulso de abandonar la carrera de la vida y, ante el cansancio, pensaron que no podían llegar y desistieron antes de tiempo. Cuantas personas en la vida, por no ejercer esta virtud, se quedan viendo a otros llegar, cuando ellos también tuvieron la oportunidad de alcanzar llegar a la meta. Quiero decirte que, en el camino de la vida, es Dios mismo quien te anima y dice a tu corazón: ¡TÚ PUEDES! ¡TÚ PUEDES ALCANZAR LA GLORIA DE DIOS!

BENDICIONES PARA EL NUEVO AÑO

Esta es la primer carta del año 2018, y es mi deseo personal dar infinitas gracias a Dios por cada persona que, mes con mes, siembra su semilla y de esa forma son fieles al Señor en su obra evangelizadora y fieles en el cumplimiento de su ofrenda, ayudando a miles más a través de las estaciones radiales y del canal de televisión de ESNE, el cual llega a países del Norte, Centro y Sur América, y por los eventos y misiones que llevamos a cabo.

Su valiosa ayuda nos sirve para dar cumplimiento a la petición de Jesucristo de “Ir a las gentes de todas las naciones, y háganlas mis discípulos; bautícenlas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Ustedes y nosotros, unidos por su semilla mensual, cumplimos los deseos de nuestro Señor Jesucristo y sembramos la Buena Noticia de la salvación.

Adicionalmente, les quiero rogar sus oraciones por mi persona pues, una vez más, he tenido necesidad de regresar a trabajar en una empresa, a fin de proveer para mi familia. Como la mayoría de ustedes saben, también soy un colaborador de El Sembrador y, si bien es cierto que coordino todas las actividades del apostolado, no recibo ningún salario a cambio de ello, pues mis servicios son voluntarios. A partir del presente año, continuaré dando mis semillas mensuales, tal y como ustedes lo hacen, como fruto de mi labor.

Además, con toda confianza quiero comentarles que, este pasado año, nos aumentaron los costos de operación en muchas áreas, lo que nos obliga a recurrir a ustedes para informarles de esto y sugerirles, a quienes puedan, sin afectar demasiado su presupuesto familiar, aumenten voluntariamente su ofrenda o su semilla mensual en 20, 15, 10 o 5 dólares más. Eso nos ayudará a enfrentar los cambios financieros del nuevo año 2018. Dios les pague de manera abundante su generosidad. Ayúdennos a orar por nuestras necesidades.

 

Con el amor del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, ruego por la bendición a su hogar y a su familia. Pido que Santa María de Guadalupe interceda por todos y cada uno de ustedes.

 

Noel Díaz

 

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