Carta del mes

CATÓLICO NO CONVERTIDO, CATÓLICO EN ESTADO DE PELIGRO

 

Estamos en estado de emergencia donde el mundo secular sigue totalmente declarado en contra de los principios cristianos y de quienes profesan y viven su fe. En verdad las generaciones de hoy están bajo ataques del mal, la cultura de la muerte. La ideología de género, el ateísmo y el relativismo. Nuestros hijos están en peligro y en los últimos años he escuchado a más padres y madres decirme: “Noel mi hijo/a ya me dijo que no cree en Dios y desde niño lo llevamos a la iglesia y ahora que ya creció no quiere nada con Dios.” También escucho otras historias de dolor, en las que sus hijos e hijas están confundidos con su identidad de género y alegan estar viviendo “en el cuerpo equivocado”.
En las escuelas públicas ya están adoctrinando a los niños y confundiéndolos; a su temprana edad ya les inculcan cosas que no deberían hacer y si los padres no hacen nada al respecto esos niños son candidatos a confundirse y perder la fe y, por tanto, la cercanía de Dios.

La conversión de los corazones es ahora más urgente que nunca

¿Cómo le podremos hacer frente a esta guerra y asegurarnos de no ser arrastrados por este río que se ha desbocado y con su fuerte caudal se ha llevado a millones y a otros millones amenaza con también arrastrarlos?
Quiero reafirmar el título de esta carta: ¡CATÓLICO NO CONVERTIDO, CATÓLICO EN ESTADO DE PELIGRO! ¿A qué me refiero? Cuando Jesús aparece en la historia, el pueblo estaba en una crisis tremenda y el apóstol Juan, el más joven de todos, describe en su evangelio lo que pasó al llegar el Señor.
(Leer Juan 1, 1-14).

Aquí Juan manifiesta la realidad que experimentó el pueblo. Aquí se presenta la clave para no ser llevados por la corriente destructora. Inicia dando una descripción de quién es Jesús: Él es la Palabra de Dios que estaba con Dios y existía antes de la creación del mundo y por Él, todas las cosas fueron hechas.

Nos revela que Jesús es la vida y la luz de los hombres y que la luz brilló en las tinieblas. Pero dice que los suyos no lo recibieron; o sea, cuando Jesús vino y habló del Reino de Dios y de dónde provenía y quién lo había enviado, miles lo escucharon, pero las multitudes se dividieron en dos. Un grupo lo rechazó sin dejar que la luz y la vida penetrara en sus vidas. A esto se le puede entender como que sus corazones se endurecieron, “se hicieron de piedra” y esta fue la causa por la que serían arrastrados por las tinieblas, por ese río desbordado al que hemos hecho referencia.
Esto mismo pasa hoy, Jesús es presentado como la Buena Nueva, La Palabra de Dios y la Vida, pero millones no aceptan la Luz de Vida y eso hace que estén en peligro de muerte no solo física, sino las más terrible de las muertes: la muerte eterna; vivir la eternidad lejos de Dios a lo que también se le llama el infierno. Por eso insisto, un católico no convertido está en peligro de perder lo realmente importante de su vida. Cuando hablo de católico es porque primero me dirijo a la familia que es la Iglesia, pero puede ser que tú digas “yo no soy católico(a)”, pues te digo que esto aplica para todo ser humano no importa su creencia. Los que no aceptaron a Jesús, no estuvieron dispuestos a tener una conversión, un Encuentro con Él, que es La Luz.

La conversión es dar un paso de humildad, reconociendo el amor misericordioso de Dios, quien nos da su perdón y nos ofrece la salvación para no ser llevados por la corriente del mal. Esa es la razón y la misión por la que Jesús fue enviado por el Padre celestial para salvarnos de la muerte eterna. Si no dejamos que la luz entre en nuestras vidas y la de nuestras familias, estamos poniéndonos y a nuestros hijos en un grave peligro. Es evidente que este mundo está decidido a orientar mal a nuestras generaciones con todo tipo de estrategias y como resultado, somos testigos de tanta violencia en el mundo, tantos muertos inocentes a causa de guerras sin sentido por el poder. Las adicciones y tantas otras trampas que nos sigue poniendo Satanás, el padre de la mentira, el príncipe de las tinieblas, el que busca apartarnos de la Luz.

Quien no está dispuesto a acercarse a Jesús y dejarse transformar por su amor, la verdad es que va rumbo al abismo y es por eso que hoy, más que nunca, debemos orar con mucha fe por los nuestros y por los demás para que “ninguno se pierda y todos se conviertan.” (cf. 2 Pe 3, 9)

Vigilantes y pidiendo la gracia de la perseverancia final

El otro grupo fue el convertido, que aceptó a Jesús, se abrió a la Luz y por Dios Padre fueron declarados hijos de Suyos que significa, “los que van en el camino de salvación”, los que han encontrado la Luz de la vida. Si tu estas en este grupo debes mantenerte alerta y con una vida cercana a Jesús, porque tienes un enemigo que busca alejarte de Dios, busca distraerte con muchas actividades para que no tengas tiempo para estar en las cosas de Dios como ir a misa, no tener tiempo para orar, leer y meditar la Biblia, servir a los demás y ser generoso con tus talentos. Te animo a no dejar de pelear la buena batalla como lo dijo San Pablo a Timoteo: “Tú, hijo mío, esfuérzate en la gracia que tenemos en Cristo Jesús” (2 Ti 2,1). Seremos victoriosos si nos mantenemos unidos a Él. Pidamos al Señor nos conceda la Gracia de la perseverancia final y a la Santísima Virgen María quien tanto desea la salvación de sus hijos, su maternal intercesión con el rezo del Santo Rosario.

Espero que animes a los jóvenes de tu familia a vivir el próximo CDJ (Congreso de Jóvenes) el sábado 1 y el domingo 2 de octubre porque ellos están siendo más atacados que nunca en su fe, en sus valores y en su pureza y por eso necesitan vivir un Encuentro con Jesús para conocerle, seguirle y amarle. Solo así se podrán salvar de la corriente borrascosa del mundo que los acecha.

Mi oración por ti y tu familia para que nadie se pierda y que este mensaje pueda mover tu corazón, pues siento que es el mismo Jesús tocando a la puerta de ese corazón para que vengas a Él y te recibirá con los brazos abiertos. Él dijo: “Yo soy la Luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, más tendrá la luz de la vida.” (Juan 8, 12)

Gracias a cada persona que sigue apoyando con sus oraciones y sus ofrendas mensuales. Hoy, más que nunca debemos llevar a Jesús a millones de personas que necesitan de su luz y para lograrlo se necesita mucho de su apoyo. Pido a Dios Padre de la Providencia que les multiplique en bendiciones su generosidad con la certeza de que por Él y con Él, no les faltará el sustento para vivir.

Atentamente, en el amor de Jesucristo y de Santa María de Guadalupe.

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