Carta del mes

 

PERMANEZCAN EN MI AMOR

 

Mi encuentro con el Señor, fue a través de las Sagradas Escrituras, Él me cautivo por medio de su palabra y experimentó mi corazón una revolución como nunca antes, esta historia se sigue escribiendo después de que me llamara a servirle y a entregarle mi vida. Mi apostolado es, que muchas almas se acerquen y tengan un Encuentro con Él por medio de su bendita Palabra.

Tengo el privilegio de escuchar muchos de sus testimonios donde me comparten que han sido tocados por el infinito amor de Dios en cada reflexión de la Palabra que les comparto en el programa, La Hora del Encuentro los días martes y viernes por ESNE Radio y TV. No puedo dejar de maravillarme cada vez que leo sus mensajes o escucho en sus llamadas la grandeza del amor de Jesucristo por todos nosotros y de los milagros que sigue realizando en sus vidas, como fruto de la labor evangelizadora que seguimos cumpliendo para la gloria de Dios y la salvación de las almas.

Lo más grande que veo en todo esto y que siempre será motivo de alabanza y agradecimiento a Dios, es ver Su fidelidad que se manifiesta en el apoyo de todos los que llama a servir y a poner su semilla para que Su obra siga dando frutos. Al momento de escribir estas líneas para ustedes, tomé la Sagrada Escritura y encontré este pasaje que me legó profundamente al corazón y que es importante compartirlo con todos ustedes, mis hermanos en Cristo:

“Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el viñador. Él corta los sarmientos que en mí no dan fruto; los que dan fruto los poda, para que den aún más. Ustedes ya están limpios por la palabra que les he anunciado. Permanezcan en mí como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto por sí solo, si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos: quien permanece en mí y yo en él dará mucho fruto; porque separados de mí no pueden hacer nada”. (Juan 15, 1-5)

En este pasaje de la vid y los sarmientos del evangelio de San Juan, deseo resaltar lo que inspiró el Espíritu Santo en mi corazón con estas certeras palabras de nuestro Señor Jesús y su llamado a permanecer unidos a Él, advirtiéndonos de que “sin Él nada podemos hacer”. Permanecer unidos a la vid, es decir, al Señor; para mí fue una gran confirmación de lo que estaremos viviendo en este mes de julio en el Congreso de Oración y cuyo lema se centra precisamente en el alimento por excelencia para nuestro cuerpo y alma que es la Santa Eucaristía. La Vid (Jesús) nos nutre a nosotros (los sarmientos), con la savia de su cuerpo y de su sangre en la Sagrada Comunión.

Reflexionando nuevamente en este pasaje de la escritura, me convenzo cada día más del contundente poder de la Palabra de Dios, que nos nutre y que cada vez que la leemos y meditamos nos presenta y nos sorprende con una grata novedad. No por nada la tradición de la Iglesia la denomina la “Buena Nueva” de Salvación y por este motivo nunca me cansaré de exhortarlos, mis queridos hermanos, a que no falte en su día a día la lectura de la Palabra que es, como dijo San Pablo “viva y eficaz como espada de doble filo y que penetra hasta lo más profundo de nuestro ser y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón”. (cf. Hebreos 4, 12-13)

 

La oración es comunión y relación

Quizá me hayas escuchado o leído en otras ocasiones hablar sobre este tema de la importancia que tiene la oración para evitar que nuestro catolicismo se convierta en una mera “religión” y más bien lo llevemos a una “relación” de intimidad con el Señor, por medio de su Palabra (la Biblia), las oraciones habladas, pero también y más importante aún, con el tipo de oración que sabe escuchar la voz de Dios. ¡Esa es la más poderosa! Aquí nos da la clave el Señor al término del pasaje: “Mi Padre será glorificado si dan fruto abundante y son mis discípulos”. (Juan 15, 8). He descubierto a lo largo de mi caminar con Jesucristo que la manera más eficaz de permanecer en comunión con Él es por medio de la oración y acudir frecuentemente a los sacramentos de la Eucaristía y la Reconciliación. Amén.

 

Todo lo puedo en Jesús Eucaristía que me fortalece

No es un simple lema para un congreso de Oración más. Aquí está condensado el recordatorio y el llamado que nos hace el Señor a vivir unidos a Él constantemente. Es una combinación de las palabras de San Pablo en su Carta a los Filipenses y que para muchos creyentes se nos ha convertido en un estandarte de vida espiritual y el realce que debemos hacer al poder y gran amor manifestado en el Pan de Vida, la Eucaristía, para todos nosotros.

Les invito, a que en este próximo congreso de Oración nos demos la oportunidad de renovar nuestras fuerzas, a nutrirnos de la “savia de vida” que nos da la Vid, con su cuerpo, sangre, alma y divinidad en la Santa Eucaristía y que vayamos a recibir la promesa de Jesús que acabamos de recordar: “Si permanecen en mí y mis palabras en ustedes, pidan lo que quieran y se les concederá.” Estoy absolutamente convencido de que, en el Congreso de Oración nuestro amado Jesús manifestará una vez más su gloria y derramará su gracia en todo aquel que asista a su encuentro convencido de que “Todo lo podemos en Él que nos fortalece”. (cf. Fil 4,13)

Recuerden que los llevo muy presentes en mis oraciones, atendiendo al llamado del Apóstol Santiago cuya fiesta celebraremos este 25 de julio: “…oren unos por otros para que sean sanados” (cf. Santiago 5, 16) y los encomiendo a la protección e intercesión de la Santísima Virgen María y especialmente en este mes en su advocación de Nuestra Señora del Carmen que celebraremos el próximo 16 de julio.

Como siempre mi agradecimiento por su generosidad, por sus semillas, por sus oraciones ya que, si no fuera por su gran apoyo, no podríamos llegar a tantas personas como lo estamos haciendo. Les invito a unirse al Reto de la Multiplicación de los panes con una donación adicional en este mes, adjunto encontrará un sobre adicional. Nuestro propósito es llegar a miles de hermanos más; estamos firmemente decididos a entrar a lugares en donde no existen medios de evangelización católicos y por medio de ellos seguir llevando a las almas a vivir un encuentro y a permanecer unidos a la Vid, para que “PERMANEZCAN EN SU AMOR”, el amor eterno del Padre.

 

Atentamente, en el amor de Jesucristo y de Santa María de Guadalupe.

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