El Libro del Génesis habla de la creación con lenguaje poético, simbólico, pero profundamente verdadero: « Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó.» (Génesis 1, 27). La acción creadora de Dios se desarrolla según un proyecto preciso.

Desde el inicio de la historia de la salvación, hemos entendido y comprendido que la imagen de Dios, es la de un padre. Dios, según las escrituras, primero le dio vida al hombre y después a la mujer; ¿Por qué sería esto? Permítanme exponer algunos pensamientos que pueden ayudar a conocer la intención de crear a la mujer: El hombre, aun encontrándose rodeado de las innumerables criaturas del mundo, ve que está solo (Génesis 2, 20). Dios interviene para hacerlo salir de tal situación de soledad: «No está bien que el hombre esté solo; le haré una ayuda a su medida.» (Génesis 2, 18). En la creación de la mujer está inscrito, pues, desde el inicio, el principio de la ayuda: — no unilateral, sino recíproca. Mujer y hombre son entre sí complementarios. Ambos tenemos la misma dignidad dada por Dios, somos seres iguales, pero  diferentes. La mujer tiene muchas cualidades parecidas a las de Dios, como el hecho tan especial de crear y dar vida, dar a luz, como Él. Asimismo, Dios hizo a la mujer, para que ella proyectara esa parte tierna y amorosa capaz de amar, hasta el punto de dar su vida por los suyos, es decir, por sus hijos, tal y como Él lo hizo. Dios vio que el hombre, por sí solo, no podría representar el rostro amoroso de Él, es decir, con la delicadeza con que una mujer es capaz de hacerlo, pero sí la imagen paterna para velar y cuidar por los suyos.

En las sagradas escrituras leemos tantos pasajes que muestran la imagen maternal de Dios. En el Antiguo Testamento, Dios es como el águila que revolotea sobre sus polluelos (Deuteronomio 32, 11) o los lleva sobre sus alas (Éxodo 19, 4). Es como la osa que ataca cuando le quitan sus cachorros (Oseas 13, 8), como la nodriza que lleva al niño de pecho (Números 11, 12). Las imágenes maternas son fuertes en Isaías: «¿Puede una mujer olvidar a su niño de pecho, sin compadecerse del hijo de sus entrañas?» (Isaías 49, 15). En el Nuevo Testamento Jesús es comparado con una madre que reúne a sus polluelos bajos sus alas (Mateo 23, 37).

 

Eva, la primera mujer, en su inocencia, cayó en la tentación ofrecida por la serpiente, poseída y usada por el mismo Satanás como instrumento para sus planes. Deduzco que Satanás fue primero con la mujer, por la sencilla razón de que observó que ella tenía muchas características parecidas a las de Dios mismo y todo aquello que se parece más a Dios, es lo que Satanás odia más. La serpiente representa al ángel caído Lucifer, el enemigo más grande de Dios (Isaías 14, 12-15; Ezequiel 28:13, 15, 17, 19). Satanás, y sus ángeles demoníacos, aparecen a través de los Cuatro Evangelios y el libro de los Hechos, como adversarios de Dios y de Cristo. De verdad uno de los nombres dado a este espíritu malvado malicioso significa “adversario.” Este es el mero significado del nombre “Satanás.” Él es adversario de Dios y nuestro hasta el día de hoy.


Leemos en el Evangelio de Mateo, capítulo 2, que el rey Herodes, deseaba saber el lugar en donde iba a nacer el Mesías, porque tenía las intenciones de matarlo. La Virgen María y San José, tuvieron que huir a Egipto por la amenaza de muerte contra Jesús y se consuma la tragedia más grande de aquel entonces, la muerte de los inocentes niños de 2 años y menos, todo por querer eliminar al Dios hecho Hombre. Nuevamente nos damos cuenta que Satanás reaparece con la intención de seducir a una nueva persona. El capítulo 4 de San Lucas nos dice, que Satanás tentó a Cristo en el desierto, casi al principio del ministerio del Salvador: “Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del rio Jordán, y el Espíritu lo llevó al desierto. Allí estuvo cuarenta días, y el diablo lo puso a prueba”.  (Lucas 4, 1-2). Una vez más podemos observar el odio y las intenciones de destruir que el enemigo tiene a quien es sumamente parecido a Dios o a quien está dispuesto a dar a conocer su amor y proclamar su gloria.


Es evidente el gran potencial que posee la mujer, y lo podemos ver, cuando ella se realiza para lo que fue hecha por su Creador. Es probable que en alguna forma, muchos hombres se han sentido desafiados por la capacidad de la mujer y al sentirse menos, pierden el control y llegan a violentarla indebidamente. Seguramente esto no aplica en todos los casos.

 
La mujer de hoy, corre el mismo riesgo de Eva y puede dejarse engañar por la serpiente y caer en la tentación y el pecado e influenciar en lo malo a quienes la rodean, de la misma manera que Eva convenció a Adán de comer del fruto prohibido.  Pero también tiene la opción de decidir ser como el modelo de la mujer más bendecida del mundo y ser como la nueva Eva, la Virgen María. En ella, está plasmado el rostro lleno de ternura de Dios Padre, por eso me atrevo a decir que la mujer es el RESPLANDOR DE LA TERNURA DE DIOS.  Dios, desea que veamos en la Virgen María, su propio rostro maternal, lleno de amor, ternura y paz. Un hecho sin precedentes es lo que dice el apóstol Juan: “Y el verbo se hizo carne, y habitó entre nosotros”. (Juan 1, 14). Veamos con una mirada profunda la imagen de la Virgen embarazada y podemos ver que están unidos, yo diría fundidos, todos los elementos del amor de Dios, es decir, su rostro paterno y su rostro materno. El Padre que protege y que provee y en María su forma de amar como solamente una mujer y madre puede hacerlo, generando vida, con ternura, entrega, compasión y fidelidad.
La iglesia nos enseña que el nuevo Adán es Jesús y la nueva Eva es la Virgen María. El nuevo Adán, Jesús, no cayó en la tentación y nunca pecó y para la salvación nuestra, venció a la serpiente para salvar a la humanidad perdida. La nueva Eva, la Virgen María, no cayó en la tentación y su cuerpo inmaculado se convirtió en el nuevo tabernáculo en donde la presencia de Dios habitaría por 9 meses y en su corazón para siempre.


Mujer, María nuestra Madre, es el ejemplo más grande del amor de una mujer en toda la biblia, y su decisión afirmativa a Dios (Fiat), nos trajo la salvación. A ella hay que imitar cuando Dios nos ofrece una misión como la que se le ofreció a ella y responder con firmeza: “He aquí la esclava del Señor; hágase en mi según tu voluntad”, en esta respuesta está el máximo potencial de la mujer y del hombre nuevos. Amén.


Vale la pena mencionar que recientemente, el Papa Francisco, defendió una presencia femenina más incisiva en la iglesia católica y abogó por recurrir más al genio femenino en la toma de decisiones importantes. Además dijo: “La iglesia no puede ser ella misma sin la mujer y el papel que ella desempeña.


Ella es imprescindible para la iglesia.” También San Juan Pablo II, en su Carta a las Mujeres publicada el 29 de Junio de 1995, escribió conceptos hermosos de agradecimiento a las mujeres, reconociendo su valor en la vida social y la fe en la iglesia.


Quiero aprovechar la oportunidad para felicitar a todas las bellas mujeres por ser una imagen de Dios, por ser el esplendor del rostro del Creador y por su entrega sin límites en nuestro favor. Una felicitación especial a todas las madres, mujeres que han entregado su ser a criar, educar, orientar y abnegarse por sus hijos y nietos. Gracias a las madres que ya se nos adelantaron en el reino de los cielos, pero a quienes volveremos a ver en la vida eterna. Mi agradecimiento especial a Sara, mi esposa y madre de mis hijos, quien con su amor, ha logrado que no extrañe tanto a mi querida madre, pues ella se ha encargado de prodigarse brindándome su apoyo maternal.


Quiero informarles a todas las mujeres, que hemos iniciado una página de internet y Facebook, dedicada a las mujeres. Próximamente lo haremos para hombres también. El propósito es llevarles a un encuentro cada día con 3 tipos de mensajes: 1. Espiritual  2. Sicológico 3. Salud. Bajo el título: enamoratemujer.org.


Nuevamente les presento mi gratitud y reconocimiento por su generosa colaboración mensual, pues es la única manera de continuar sembrando la semilla de la fe y la esperanza, al dar a conocer tantos testimonios de radioescuchas y televidentes que confirman sus cambios de vida. Oramos diariamente por sus necesidades y pedimos a Dios que sea generoso con todos ustedes que son generosos con nuestro apostolado. Gracias por sembrar su semilla en esta tierra fértil que Dios nos ha dado.

 

Deseando un feliz día de las madres, quedo atentamente de ustedes en el amor del Padre y del Hijo y en el poder del Espíritu Santo, junto a Santa María de Guadalupe

Noel Díaz

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