NO ESTOY AQUÍ, YO, ¿QUE SOY TU MADRE?
En este tiempo de diciembre hay tantas lindas experiencias que se viven. La Iglesia nos invita a enfocarnos en lo ocurrido con la llegada del Salvador del mundo: el nacimiento del Niño Jesús en un pesebre. Maravillosa promesa de Dios Padre que llegaría el día de la manifestación de la luz al mundo: el Señor de Señores y dador de vida.
Otra experiencia inolvidable para el mundo fue la del encuentro de un hombre muy humilde de nombre Juan Diego con la Virgen María, Madre del verdadero Dios. Ya casi se cumplen los 500 años de esa aparición que cambió la historia de México. Esto es parte de su conversación con San Juan Diego ese primer día: «Juanito, Juan Dieguito… el más pequeño de mis hijos, ¿adónde vas?”, […] Sabe y ten por cierto, tú, el más pequeño de mis hijos, que yo soy la siempre Virgen Santa María, Madre del verdadero Dios por quien se vive; el Creador de todas las cosas; Señor del cielo y de la tierra. Deseo vivamente que se me erija aquí un templo, para en él mostrar y dar todo mi amor, compasión, auxilio y defensa, pues yo soy vuestra piadosa madre; a ti, a todos vosotros juntos los moradores de esta tierra y a los demás amadores míos que me invoquen y en mí confíen; oír allí sus lamentos, y remediar todas sus miserias, penas y dolores. Y para realizar lo que mi clemencia pretende, ve al palacio del obispo de México y le dirás cómo yo te envío a manifestarle lo que mucho deseo, que aquí en el llano me edifique un templo: le contarás puntualmente cuanto has visto y admirado, y lo que has oído.
Ten por seguro que lo agradeceré bien y lo pagaré, porque te haré feliz y merecerás mucho que yo recompense el trabajo y fatiga con que vas a procurar lo que te encomiendo. Mira que ya has oído mi mandato, hijo mío el más pequeño; anda y pon todo tu esfuerzo”. - Juan Diego: “Señora mía, ya voy a cumplir tu mandato; por ahora me despido de ti, yo tu humilde siervo”.
Por eso cada 12 de diciembre celebramos esto que sucedió en el cerro del Tepeyac.
Esa pregunta que ella le hizo, ¿a dónde vas? Quizá te la hace hoy también a ti: ¿a dónde vas? Pero, ¿qué significa esa pregunta? Es reflexionar en cuál camino estás y cuál es tu destino. Juan Diego estaba en camino al templo donde se encontraba con Jesús, el Hijo amado de ella, su Madre. Ella está feliz de conocer la fe y humildad de este hombre y la humildad siempre cautiva el corazón de Dios Padre y sin duda, el de ella también.
Nuestra Señora le revela a él un plan que tiene y es edificar un templo, una casita donde ella y su Hijo estarán presentes, ella, como la que quiere estar a al lado de los necesitados y escuchar de sus sufrimientos, consolarlos e interceder ante su Hijo por ellos para que Él conceda y haga milagros de toda índole.
Es por eso que cada año en este tiempo siguen llegando millones a visitarla y poder ver y venerar su imagen plasmada en la tilma de San Juan Diego.
Vivo muy agradecido con mi Padre Dios y mi Señor Jesucristo porque mi primer viaje
a una ciudad lejos de mi natal Tijuana, fue a la ciudad de México. Mi madre, teniendo yo unos 7 años fue a visitar a la ‘Morenita del Tepeyac’, como se aprecia en esta foto que me recuerda mi primera peregrinación, viajando en tren desde Mexicali B.C. Nunca olvidaré esa maravillosa experiencia pues, siendo tan pobres, al estar en esa ‘casita’, la Basílica, nos sentimos unos de los más ricos del mundo por la fe en Dios y en la Madre de nuestro Señor Jesús.
Recuerda que, así como le dijo a Juanito y le habló con tanto amor: «Hijo mío, a quien amo tiernamente, como un hijo pequeñito y delicado», ella nos ve y nos ama a todos como Madre del amor. Cuando Juan Diego debe ir a presentarle al obispo la petición de ella, no se ve que le toman en cuenta y, como él piensa que no es el indicado para llevar a cabo esa misión ella lo anima para continuar y cumplirla. Viéndolo abatido y preocupado por su tío Bernardino, le dice: «Oye y ten entendido, hijo mío el más pequeño, no dejes que nada te asuste ni te aflija, que no se turbe tu corazón… ¿No estoy aquí, yo, que soy tu madre? ¿No estás bajo mi sombra? ¿No soy yo tu salud? ¿No estás por ventura en mi regazo?» ¡Qué maravillosa forma de decirle a él y ahora a nosotros: ¡¿No estoy aquí que soy tu Madre?! También hoy podemos pedirle por nuestras necesidades para que ella se las presente a su Hijo, Señor y Salvador nuestro.
Igualmente nos seguimos preparando para celebrar el nacimiento de su Hijo, nacido en un pesebre. Allí llegó la Esperanza para el mundo con el Niño que el mismo Juan Bautista lo reconoce como “el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo” (cf. Jn 1, 29) y quien daría su vida por nosotros para poder tener el boleto para llegar al cielo por el arrepentimiento y conversión (Metanoia) al vivir un Encuentro con Él.
Recordemos por tanto hermanos que, la Navidad no se trata solo de regalos, comidas, fiestas o música. Su verdadero sentido está en reconocer y acoger al Niño Jesús como nuestro Salvador, entregarle nuestro corazón y celebrar su venida con gratitud. Muchas veces compartimos regalos entre nosotros, pero olvidamos al cumpleañero: a Jesús. El mejor regalo que podemos ofrecerle es conocerlo, escucharlo en su Palabra, seguirlo, amarlo, servirle y vivir siempre agradecidos por su amor, su sacrificio y su entrega por nosotros.
Vivamos este tiempo de Adviento con un corazón agradecido, aunque muchos recordaremos a nuestros seres queridos que ya no están con nosotros, hay que confiar que, para los que creyeron en Él, se arrepintieron y perseveraron en su gracia, por la misericordia de Dios ahora están felices en el cielo eternamente.
Agradezco a cada uno de ustedes que se ha unido a esta misión de El Sembrador y a quienes se han consagrado para ser discípulos 73 a través del Proyecto Yo soy el 73. Gracias por cada persona que se une en oración y sus ofrendas para continuar llevando La Buena Nueva a millones de personas, además agradecimiento profundo a quienes aportaron durante las Jornadas de este año, haciendo posible que una vez más, transmitamos y llevemos a nuestros hermanos migrantes, al menos por la TV al corazón de nuestra Madre Santísima de Guadalupe en las tradicionales Mañanitas el 12 de diciembre.
Les deseo una feliz y maravillosa Navidad, asegurándoles mis oraciones por ustedes y sus familias en este Año Nuevo 2026 que ya se acerca. Que las metas sean primero conocer y amar más a Jesús a través de su Palabra, así tendremos el tesoro más grande y que siempre contemos con la intercesión de nuestra Madre, Santa María de Guadalupe, a quien le pido también por cada uno de ustedes.
Su amigo y servidor,

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