LAS 3 DECISIONES MÁS GRANDES DE MI VIDA

 

Querido hermano y hermana, te compartiré algo tan importante sobre las decisiones que todos tomamos en la vida. Una vez que hemos llegado a cierta edad donde ya somos responsables de nuestras decisiones, es allí donde comienza a verse quiénes somos verdaderamente. Al principio, por la falta de experiencia en muchas áreas, fallamos al tomar las decisiones correctas y padecemos por no haber calculado las consecuencias o lo que sucedería. Si en la vida hubiese una fórmula que todos aplicáramos y esta fuese efectiva, no habría tanto dolor en nuestras vidas, dado que la mayoría de las veces nos dejamos influenciar por otras personas o por el ambiente en el que vivimos.

Recuerdo que desde niño me venían cuestionamientos como: ¿qué se debe hacer para ser feliz? Lo que iba descubriendo como respuesta en mi propio ambiente de pobreza y escasez era: tener más cosas, el placer; algo que trajera un sentir o experiencia en el cuerpo que interpretara como felicidad, aunque nunca fue felicidad, sino placer, y ese placer repetido se convertía en un vicio, una adicción. Y lo peor es que uno ni se da cuenta del gran peligro que corre de sufrir la muerte eterna, ya que esa es precisamente la fórmula de Satanás: llevarnos a tomar esas decisiones en las que nos atrapa, nos hace esclavos del deseo, aun cuando llegamos por un momento a darnos cuenta de que esos placeres comienzan a traernos muchos problemas. Todos estamos expuestos cada día a tomar decisiones, unas muy comunes, pero en el caminar de la vida llegan unas que son tan importantes que, si no tomamos la correcta, podemos pasar una vida de sufrimiento e, incluso, la posibilidad de perder la vida eterna con Dios y terminar en el fuego eterno.

Sabemos que la muerte corporal no es el fin de los seres humanos, sino el inicio del destino eterno donde pasaremos cada uno la eternidad. Yo doy gracias a Dios por su misericordia para conmigo, porque tomé varias decisiones equivocadas y pagué un precio por ellas. Pero una cosa que hacía bien era meditar sobre lo que sentía, y así iba aprendiendo lo que debía decidir. En términos espirituales eso lo conocemos como discernimiento, que ahora considero ya es parte de mi vida. Antes de tomar una decisión importante debo orar y pedirle al Señor discernimiento. Podemos evaluar el pasado y, basados en las decisiones que hemos tomado, entender que por eso estamos donde estamos ahora. La Buena Noticia es que, si fallamos en malas decisiones y hemos caído en la trampa del enemigo, aún tenemos vida para poder ir a Jesucristo y buscar su misericordia, su perdón y tener una conversión, una Metanoia, que es lo que Jesús le dijo a Nicodemo (cf. Jn 3, 3-8): que el “nacer de nuevo” es iniciar una nueva forma de vida basada en escuchar a Dios, a Jesús, que es el Maestro que tiene la fórmula de vida y salvación perfecta para quien decida escucharle y seguirle el resto de su vida, dejando el pasado en sus manos, viviendo el presente con pasión y viendo el futuro con esperanza. Considero que las tres decisiones más importantes en mi vida han sido:

1. Haber tenido un ENCUENTRO con Jesús. ¿Qué significa esto? Que decidí hacer un alto en mi vida para conocer quién era verdaderamente Jesús y el motivo de su venida a este mundo. Por el solo hecho de ser católico no significaba que supiera realmente quién era Él; solo sabía que Él había existido, pero no lo conocía realmente. Cuando Jesús pasaba por los pueblos eran multitudes las que querían verlo, pero no todos creían en Él. Aunque se tomaran el tiempo para verlo pasar, sus vidas seguían igual porque no lo escuchaban, y si lo escuchaban, algunos no le creían lo que decía. Yo decidí darme el tiempo para escucharlo más y más; esa es la primera decisión: detenerme y tener ese ENCUENTRO.

2. Haberlo ESCUCHADO. Significa darte el tiempo para abrir los oídos y reflexionar en lo que te dice, en el “¿por qué?” y “¿para qué?” te lo dice. Son preguntas que nos hacemos y, una vez que vamos dedicando más tiempo para escucharlo, llegará el momento en que le creerás y sabrás quién es en realidad Él, y lo reconocerás como tu Salvador. He aquí la Metanoia, la gran decisión del arrepentimiento, que significa reconocer las malas decisiones del pasado y aceptar su misericordia, su perdón y, desde ese momento, nacer de nuevo, iniciar una nueva vida, tomar un nuevo camino, ¡el más seguro! En esta segunda decisión está la CONVERSIÓN, que es dar vuelta en U para cambiar de ruta, basado en que ahora le crees al gran Maestro y reconoces que, desde ese día, te guiará en tu camino de vida. Él se declaró así: “Yo soy el camino, la verdad y la vida” (Jn 14, 6).

3. SEGUIRLO. Pero, ¿qué significa seguirlo? Significa ir tomado de la mano de tu Señor y Salvador. Es como si fueses un niño: vas tomado de la mano de tu padre, y eso te da seguridad; ya no vas sola o solo. Él te promete estar contigo todos los días de tu vida y, si le has creído, debes vivir convencido de que Él va contigo y, un día, te abrirá la puerta del cielo para vivir tu eternidad con Él. Para eso vino: para mostrarnos de dónde venimos y revelarnos a dónde quiere que lleguemos, de manera que no nos quedemos perdidos y atrapados por el mal. Seguirlo es ser su discípulo, es decir, ser alumno del Maestro.

Para concluir, les comparto una lectura de la Palabra de Dios donde un hombre tomó estas tres decisiones que lo hicieron el primer Papa de la Iglesia. Antes era Simón y después Pedro. Se le dio un nuevo nombre porque había nacido de nuevo; reflexiona en este pasaje (Lc 5, 1-11). Allí, él y sus amigos tuvieron el Encuentro, ya que se detuvieron donde Jesús estaba. Lo ESCUCHARON y entregaron su vida a Él. Simón se arrepintió y tuvo su CONVERSIÓN, su Metanoia. Dejaron sus barcas y redes para SEGUIRLO. Así que, si usted ya tomó estas tres decisiones, estamos unidos en el camino de vida, somos “el discípulo 73”, ya que un día Jesús “envió a setenta y dos discípulos que habían creído en Él a una misión” (cf. Lc 10, 1). Y si usted no ha tomado estas decisiones, hágalo pronto, para que no quede atrapado y se arriesgue a una vida eterna sin Dios.

Estas fueron las decisiones más importantes de mi vida. Lo conocí leyendo la Biblia, el libro más grande e importante de esta vida, y del que le pido a Dios Padre que todo católico sepa y conozca la Sagrada Escritura, porque es allí donde encontramos respuestas sabias y aprendemos de dónde venimos, dónde estamos y hacia dónde vamos.

No olvides que: “El que busca, encuentra; al que toca la puerta, se le abrirá”. Pido la intercesión de nuestra Madre de Guadalupe ante su Hijo por usted, por su familia, por esa necesidad que en este momento más agobia su corazón. Sabemos que en María tenemos un refugio, un puerto seguro para que nuestras intenciones sean presentadas ante Jesús.

Les invito a que, durante este mes en que tenemos la festividad de Jesucristo Rey del Universo, comencemos a darle verdaderamente el Señorío sobre cada una de las áreas de nuestra vida, que realmente lo volvamos nuestro único Rey. Además, en este mes en que EE. UU. celebra el Día de Acción de Gracias (Thanksgiving), quiero aprovechar para agradecer a cada uno de ustedes que reciben estas reflexiones y agradecer de todo corazón por su generosidad durante esta Jornada para juntos “darle de comer al pobre” y nutrirlo del amor y la Palabra de Dios por estos medios de comunicación y Congresos Metanoia. Gracias también a nuestros Sembradores de Jesús con María por continuar llevando, gracias a su semilla, la Buena Nueva a los pueblos en donde hay tanta necesidad de un encuentro con Jesús. Gracias, Discípulos 73, que siguen invitando y dando su tiempo para que más almas lleguen a la consagración a Jesucristo por medio del Proyecto Yo soy el 73. Dios les multiplique su tiempo, sus ofrendas, y ruego por ustedes para que la Providencia de Dios siempre les asista a ustedes y a sus familias con el sustento de cada día.

Su amigo y servidor
Noel Díaz

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