DIOS NOS AMA Y NOS HABLA AL CORAZÓN

En una ocasión, después de haber pasado un buen momento con mis seres queridos, en casa, en el silencio de la oración nocturna, pude escuchar la voz del Señor: “Noel, mira a tu alrededor y sé consciente de lo que has construido y lo que aún te falta por hacer”. Un poco desconcertado pero con mucha claridad en lo que había escuchado, me pude dar cuenta que, después de más de 43 años de matrimonio con Sara, mi esposa, la llegada y educación de nuestros tres hijos, el patrimonio familiar que habíamos construido, todo es una bendición de Dios y se dio gracias a factores en común: entrega, sacrificio y esfuerzo; no solo de mi parte, sino de todos.

La experiencia de esa noche me sirvió para comprobar, de nuevo, que Dios nos habla al corazón de diferentes maneras. Él me ha dado el privilegio de que, a través de la oración diaria, vaya creciendo mi capacidad de discernimiento y mi amistad personal con Él, así como la facultad de percibir, en medio de las mil voces de hoy, la voz de Dios que siempre está presente y siempre habla conmigo.

Sí, mis amigos, Dios tiene muchos medios de hablar a nuestro corazón. Por ejemplo, a mí me habla muy claro y mueve mis sentimientos más profundos el escuchar historias de sufrimiento y superación personal pues, estoy convencido que Dios nos dice algo con cada una de estas historias reales, con estos grandes testimonios de vida.

Es muy cierto, Dios se comunica a través de la Sagrada Escritura, es la forma perfecta de entender su mensaje y lo que desea para nosotros, pero no se limita a una sola forma de comunicación; también lo hace a través de la naturaleza, la familia, las predicaciones, los amigos, la comunidad… De hecho, en todo ello, encontramos también semillas de su Palabra, que es vida.

Dios nos llama a la santidad

Ante esto, es oportuno recordar que, en este mes, la Iglesia nos recuerda que debemos luchar día a día por alcanzar la santidad de la misma manera que lo hicieron tantos hombres y mujeres a quienes hoy en día podemos acudir en busca de su intercesión, ya que supieron vivir el evangelio, obedecieron a Dios y sacrificaron su propia vida para ser coherentes con la enseñanza de su Señor y Maestro.

Y es que, en estos tiempos, Dios sigue atento a las necesidades de los que sufren y lloran, por ello busca discípulos que sepan tender la mano del que sufre, que sepan responderle a Él sin miramientos, que sean sensibles para tender la mano al que está caído, al que llora y al que le han arrancado sus sueños y las ganas de vivir. Siempre debes estar atento a escuchar la voz de Dios que te llama a sanar esos corazones heridos, que quiere decirte algo especial: desea que también tú seas santo.

Dios no ha cambiado, es el mismo que llamó e inspiró a Francesco, el joven que dejó todo y se fue a servir a los más pobres, sí, San Francisco de Asís; y así como a él, a miles de almas más como la Madre Teresa de Calcuta, una santa de nuestros tiempos, quien se dio a los más pobres de entre los pobres y dijo en una ocasión: «que la soledad era la pobreza más grande en nuestro tiempo cuando alguien no se siente amado y es rechazado».


 

Una historia para reflexionar

Quiero compartirles la historia de un niño de 12 años a quien llamaré Miguelito (no es su verdadero nombre). Este niño se encuentra en nuestra Casa Hogar de Tijuana. En este lugar, por gracia de Dios, tenemos la dicha de atender a niños y niñas a quienes el Estado ha alejado de sus padres por diferentes razones. Miguelito es uno de esas almas que Dios nos ha encomendado. Sucedieron las cosas así:

Unas semanas atrás, a la religiosa encargada en ese tiempo de la Casa, se le informó que Miguelito había dicho a sus amigos que pensaba fugarse.

Inmediatamente la religiosa lo mandó llamar y le preguntó: –¿Miguelito, es cierto que quieres irte? ¿Si es cierto, por qué no te vas ya? El niño permaneció totalmente callado. Después de un momento de silencio, ella le preguntó de nuevo: –¿Por qué dibujas imágenes de muerte en todas partes? Y añadió: ¿Qué quieres hacer con tu vida?

El niño, con voz entrecortada, dijo: “pues nada, ya no tengo ganas de vivir, no quisiera saber nada de mis padres. Mi madre se prostituía, mi padre es un drogadicto y yo no tengo deseos de seguir viviendo”.

El niño comenzó a llorar, ella lo abrazó cariñosamente y Miguelito le explicó a la religiosa que, en el pasado, cuando estaba con sus padres, ellos peleaban constantemente, que los dos eran drogadictos. Que además él tenía a un hermanito menor y una hermanita de unos pocos meses de vida. Agregó que un día en que sus padres discutieron mucho, su mamá se enojó tanto que le prendió fuego a la cuna donde estaba su hermana. A él y su hermanito más pequeño su padre alcanzó a sacarlos de la casa, sin embargo, la bebé murió. Después de ese cruel acontecimiento el gobierno intervino y tomó a los dos niños bajo su cuidado. Los separaron para ubicarlos en diferentes hogares.

Desde entonces Miguelito se vio obligado a vivir separado de su familia y de su pequeño hermano, a quien no había vuelto a ver. Él tuvo oportunidad de vivir con unos padres adoptivos, los cuales no tenían tiempo para atenderlo, y fue así que terminó viviendo en nuestra Casa Hogar.

Cuenta la religiosa que de nuevo lo volvió a abrazar y él continuaba llorando fuertemente. En ese momento la religiosa se dijo así misma: “No puedo creer que estoy ante un niño que está muerto en vida…y con solo 12 años”.

A este niño no solo le robaron su niñez sino también sus sueños y esperanzas de vida. Esta historia me ha conmovido profundamente pero, al mismo tiempo, me ha servido para motivarme a continuar con más fuerza, convicción y firmeza a llevar a Cristo a los hogares por todos los medios posibles y, responder así, a la necesidad de tantos niños como Miguelito.

Mis queridos amigos, Dios nos habla y a la vez nos llama a ser hombres y mujeres que abracemos a los más necesitados y podamos ayudar a recrear nuevos sueños y aspiraciones en quienes les han robado la fe y la inocencia. Jesús mismo nos dice en su Evangelio: “Porque estuve hambriento, y ustedes me dieron de comer; estuve sediento, y me dieron de beber; llegué como un extraño, y me recibieron en sus casas” (San Mateo 25;35).

Una buena noticia es que El Sembrador se ha convertido en un instrumento para levantar y ayudar a crear los sueños de Dios en tantas mujeres y hombres que han sido víctimas en el pasado, o que por sus malas decisiones han sufrido grandes descalabros en la vida. Miles de vidas, a través de nuestra acción evangelizadora, se están transformando a la vida del Señor y además recuperando sus deseos del corazón.

Espero un día conocer personalmente a Miguelito y tener oportunidad no solamente de darle un fuerte abrazo, sino también decirle frente a frente: “Miguelito, tú también puedes cambiar tu vida y la vida de otros con la ayuda de Dios y puedes ser un valioso instrumento para que muchos padres amen y respeten a sus hijos”. Amén.

Un tiempo para dar gracias

Noviembre es un mes especial en que, quienes vivimos en Estados Unidos, tenemos la oportunidad de celebrar el día de Acción de Gracias. Es cuando podemos mostrarle al Señor nuestro corazón agradecido por todas sus bondades, su generosidad, bendición, perdón y misericordia.

No quiero desaprovechar la oportunidad para darles a ustedes mi agradecimiento especial por su generosidad para con El Sembrador, principalmente porque muchos de ustedes no solo nos han ayudado con el esfuerzo de sus oraciones, sino también de sus donaciones, a pesar de la situación difícil por la que atravesamos. De no ser por ustedes no podríamos cumplir con nuestra misión. Cada ayuda que nos ofrecen es invertida en alcanzar a muchos Miguelitos, para llevarles esperanza, consuelo y palabras de motivación; para que conociendo a Jesucristo encuentren la vida nueva, la vida verdadera que solo Él nos puede dar.

Recuerden que toda ayuda que proporcionan son bendiciones recibidas de parte de Nuestro Señor y Dios, a quien siempre le ruego que los bendiga en abundancia.

Les deseo un feliz Día de Todos los Santos y también un muy Feliz Día de Acción de Gracias en unión con su familia. Aprovecho, como siempre, para quedar como su amigo en nuestro amado Señor Jesucristo y nuestra Madre de Guadalupe.
 

 

Noel Díaz

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