¿POR QUÉ BUSCAN USTEDES ENTRE LOS MUERTOS AL QUE ESTÁ VIVO?

 

 

En la Resurrección del Señor encontramos la razón que confirmó la fe de los apóstoles y los impulsó a mantenerse fieles a su Maestro. Fue a partir de este acontecimiento maravilloso, cuando las mujeres descubrieron que Jesús había resucitado al visitar su tumba, que cambió su perspectiva de vida y reafirmó su misión como discípulos.

 

 

Me llama la atención la pregunta que los dos hombres vestidos de blanco (ángeles) le hacen a las mujeres quienes, muy temprano, fueron a buscar el cuerpo de Jesús: ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? (Lucas 24, 5).

 

 

Han pasado más de dos mil años y mucha gente hoy sigue buscando la vida en lugares de muerte, ponen en riesgo nuestra plenitud. Si revisamos nuestro pasado, bien podemos preguntarnos ¿quién no ha tenido en su niñez o su adolescencia malas y tristes experiencias? Muchos de nosotros estamos viviendo hoy sin haber sanado el pasado, cargando con el peso de los acontecimientos de ayer. No estamos sanos y eso significa que buscamos la vida entre los muertos. Lo mismo sucede cuando fácilmente nos dejamos llevar por los caminos torcidos de esta vida que nos impulsan al pecado y nos apartan de los caminos de Dios.

 

 

Nada podemos cambiar de nuestro pasado si no estamos dispuestos a entregarnos al Resucitado, al Señor Jesús que nos ofrece una vida nueva, que nos hace cambiar el presente y olvidar el pasado, que nos ofrece amor, olvidando todo el rencor y ese odio que nos hicieron vivir como víctimas de las circunstancias. Es por eso que, continuamente debemos preguntarnos: ¿Por qué buscamos entre los muertos al que está vivo?

 

 

Saber reconocer al Maestro

 

 

El Evangelio nos narra diferentes circunstancias que vivieron quienes estuvieron más cerca de Jesús. Algunos se habían equivocado de camino, por ejemplo, el apóstol Tomás, quien abandonó la comunidad de discípulos después de la muerte de Jesús y, al conocer sobre su resurrección, exigió una prueba de fe, pidiendo incluso tocar las llagas del Señor para creer; los discípulos de Emaús caminaban decepcionados al ver el fracaso que significaba la muerte de Cristo, su Maestro; María Magdalena no fue capaz de reconocer a su Señor al llegar a la tumba de Jesús.

 

 

Muchos tienen esa actitud inicial de los seguidores de Jesús, viven buscando entre los muertos al que vive y ha resucitado. Cada quien se encierra en su dolor, enfermedad, tristeza, y no es capaz de encontrar el camino que nos lleva a tener un encuentro con Jesucristo vivo. Debemos tener presente que Jesús permanece en todo momento cerca de nosotros y nos ofrece su ayuda para superar la tentación de mirar constantemente al pasado.

 

 

Tengamos en cuenta que buscar la felicidad y la paz en el placer, es vana ilusión, porque por unos momentos podemos sentirnos bien, pero después se regresa a la realidad que produce un vacío interno, el cual constantemente deberá ser llenado. Como dijo San Juan Pablo II, hablando de la cultura de la muerte: “Esta cultura ha venido a dominar la sociedad en la que vivimos. El aborto, la eutanasia, las adicciones, la avaricia por el dinero, el poder, todo eso está destruyendo a las familias”.

 

 

Eso significa buscar entre los muertos, al que está vivo. También el Papa Francisco nos ha hablado de la cultura del descarte, que significa una cultura que quiere cambiar los valores universales por la comodidad y el placer. Hoy, por ejemplo, a los padres ancianos no se les tiene paciencia y no se les quiere cuidar, aunque ellos lo dieron todo por sus hijos. Algunos hijos prefieren buscar quien se haga cargo de ellos en su vejez, pues no desean ningún tipo de sacrificio. Esta es la cultura del descarte.

 

 

Vencer la tristeza con el Resucitado

 

 

Vemos en los acontecimientos del Evangelio que, tanto las mujeres como los discípulos, estaban sumidos en una profunda tristeza pues su Maestro había muerto en la cruz y, por consiguiente, se les habían olvidado las promesas que les hizo: “No está aquí; ha resucitado. Recuerden que él les habló de esto cuando aún estaba en Galilea. Ya les dijo entonces que el Hijo del hombre tenía que ser entregado en manos de pecadores y que iban a crucificarlo, pero que resucitaría al tercer día.” (Lucas 24, 6-7).

 

 

A nosotros nos pasa lo mismo, profesamos ser creyentes, decimos tener fe en Dios, pero cuando los problemas son grandes sucumbimos a la tristeza, a la frustración. Permitimos que la prueba se apodere de nuestros pensamientos y acciones. Llegamos al temor, la desilusión, y perdemos el control de nosotros mismos y la confianza en Dios. Se nos olvidan las promesas del Señor. Es en esos momentos en donde fácilmente caemos en la duda y es cuando Satanás se aprovecha para convencernos de que las cosas no van a cambiar, que todo está perdido.

 

 

La voz de los ángeles es la voz de Dios y, durante el día, nos hablan directamente al corazón, como a aquellas mujeres del Evangelio quienes llegaron con un rostro de tristeza y de dolor al sepulcro y ellos les anunciaron de forma gozosa la Resurrección. Así se manifestó como un Cristo vivo.

 

 

Jesús le preguntó a María Magdalena en el sepulcro: ¿Por qué lloras? Ella inmediatamente reconoció la voz del Maestro y reaccionó dándose cuenta de que Jesús estaba vivo y que ella, como tú y yo, tenemos la posibilidad de vivir, porque Él vive y nos ofrece su vida.

 

 

Yo no conozco cuales sean las luchas, las pruebas, los problemas, las dificultades que cada uno esté viviendo en estos momentos, pero estoy seguro que Jesús las conoce con detalle y está esperando que tú despiertes y abras tu corazón. Que salgas de tu propio sepulcro para encontrarte con el Señor vivo y resucitado y Él te volverá a la vida, te dará una vida nueva llena de esperanza, tranquilidad, fortaleza y paz.

 

 

Hay una pregunta que nos debemos hacer siempre: ¿Por qué buscan entre los muertos al que está vivo? Mis dedos se movían redactando este mensaje con el fin de que lo puedan aplicar a sus vidas en donde quiera que se encuentren. Algunos de ustedes pueden estar en sus lecho de enfermedad o bien, privados de su libertad en prisión; tal vez se encuentran viviendo graves dificultades familiares o personales. Pero si el mensaje llega a ustedes, les digo: ¡ANIMO! Jesús está vivo y está en medio de nosotros, aunque no lo veamos. Es probable que todavía estemos buscando a Jesús entre los muertos, sumidos en el dolor y la tristeza, pero si tienes fe, escucharás su voz y lo reconocerás inmediatamente. Encontrarás el camino hacia Jesús Resucitado.

 

 

En este mes, la Iglesia nos recuerda la victoria más grande del cristianismo: La Resurrección de Jesucristo. Desde aquel glorioso día, los apóstoles fueron comprendiendo de forma progresiva el mensaje de su Maestro y poco a poco perdieron el miedo y el temor. Salieron finalmente a proclamar el Evangelio del Señor. Fueron verdaderos testigos de la Resurrección de Jesús, sin temor a perder la vida, seguros de que el Señor les ofrecía la vida eterna. La vida perdurable.

 

 

Si aún lloras por un ser querido que ha fallecido, cree en la misericordia de Dios Padre y ten la seguridad de que ellos están bien, pasaron a mejor vida y es posible volver a verles, porque todo aquel que cree en Jesús, aunque muera, vivirá. Así lo prometió el Señor.

 

 

Apreciados amigos, celebremos la vida y dejemos de buscar al que está vivo entre los muertos. Entreguemos el pasado en las manos de Jesús, el futuro también es incierto, pero vívelo con la esperanza que tenemos en Jesucristo. Vivamos también el presente con agradecimiento y pidiendo la fuerza de su Santo Espíritu que habita en el corazón y que es garantía de su presencia en nuestra vida. ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece! Amén.

 

 

Gracias de todo corazón por su semilla

 

 

Agradezco infinitamente a todos ustedes que reciben esta carta mensual y que nos ofrecen su apoyo con sus oraciones y con sus semillas de amor. Brindarnos su ayuda a esta obra de Dios significa llevar el mensaje de la salvación a muchas personas que necesitan consuelo a través del Evangelio, recibiendo una palabra de aliento. En este mes de abril cumplimos 36 años llevando la Palabra de Dios a más de 19 países a través de la televisión de 16 estaciones de Radio y en el mundo entero por medio de las redes sociales. Apelamos a su buen corazón y les rogamos su colaboración para continuar sembrando las Buenas Nuevas. Esa es la razón por la que les enviamos un sobre adicional, esperamos que pueda hacer un esfuerzo y ofrecernos una colaboración extraordinaria. Estamos convencidos de que Dios les multiplicará al ciento por uno, como dice su Palabra, y bendecirá a sus familias.

 

 

Nuestra familia de El Sembrador pide a diario por ustedes para que Nuestro Señor supla sus necesidades. Amén.

 

 

Atentamente, en el amor de Cristo Resucitado y de nuestra amada Virgen de Guadalupe, les abrazo fraternalmente.

 

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