El Papa Francisco introdujo el rezo del Ángelus invocando la ayuda de la Virgen María para «vivir siempre en conformidad con la imagen de Dios que llevamos en nosotros, dando también nuestra contribución a la construcción de la ciudad terrena».

Con el Evangelio de XXIX Domingo del Tiempo Ordinario, (Mt 22,15-21) el Santo Padre reflexionó sobre las palabras de Jesús respondiendo a los fariseos, que le habían tendido una trampa: ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no?

«El Maestro responde con calma y aprovecha la pregunta maliciosa para dar una enseñanza importante, elevándose por encima de la polémica y de los bandos opuestos». … Con la imagen de la moneda Jesús les dijo: «Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios». (cfr 19-21).

El Señor declara que pagar el impuesto no es un acto de idolatría, sino un acto debido a la autoridad terrena y al mismo tiempo «da un ‘golpe de ala’ y  recordando la primacía de Dios, pide darle lo que le corresponde en cuanto Señor de la vida del hombre y de la historia».

«Pero ante todo – nos recuerda Jesús – tú perteneces a Dios. Es Él el que te ha dado todo lo que eres y tienes. Y por lo tanto, nuestra vida, día tras día, podemos y debemos vivirla en el re-conocimiento de esta nuestra pertenencia fundamental y en el re-conocimiento del corazón hacia nuestro Padre, que crea a cada uno de nosotros singularmente, irrepetible, pero siempre según la imagen de su Hijo amado, Jesús. Es un misterio estupendo».

«El cristiano está llamado a comprometerse concretamente en las realidades humanas y sociales sin contraponer a ‘Dios’ y a ‘César’, sino iluminando las realidades terrenas con la luz que viene de Dios», hizo hincapié el Santo Padre, destacando que «la consagración prioritaria a Dios y la esperanza en Él no conllevan una fuga de la realidad, sino aún más un restituir operosamente a Dios lo que le pertenece. Es por ello que el creyente mira a la realidad futura, la de Dios, para vivir la vida terrena en plenitud y responder con valentía a sus desafíos».

Voz y texto completo de las palabras del Papa antes del rezo del Ángelus:




 

«El Evangelio de este domingo (Mt 22,15-21) nos presenta un nuevo careo entre Jesús y sus opositores. El tema afrontado es el del impuesto a César: una cuestión espinosa sobre lo lícito o no de pagar el impuesto al emperador de Roma, al cual  estaba sometida Palestina en el tiempo de Jesús. Las posiciones eran distintas. Por lo tanto, la pregunta dirigida por los fariseos: ¿Está permitido pagar el impuesto al César o no? (v17) es una trampa para el Maestro. En efecto, se le iba a acusar, según cómo respondiera, si estaba a favor o en contra de Roma.

Pero Jesús, también en este caso, responde con calma y aprovecha la pregunta maliciosa para dar una enseñanza importante, elevándose por encima de la polémica y de los bandos opuestos. Les dice a los fariseos: «Muéstrenme la moneda con que pagan el impuesto». Ellos le presentan un denario y Jesús, observando la moneda, pregunta: «¿De quién es esta figura y esta inscripción?». Le respondieron: «Del César». Jesús les dijo: «Den al César lo que es del César, y a Dios, lo que es de Dios». (cfr 19-21).

Por una parte, instando a restituir al emperador lo que le pertenece, Jesús declara que pagar el impuesto no es un acto de idolatría, sino un acto debido a la autoridad terrena; por otra – y aquí Jesús da un ‘golpe de ala’ – recordando la primacía de Dios, pide darle lo que le corresponde en cuanto Señor de la vida del hombre y de la historia.

La referencia a la imagen de César, grabada en la moneda dice que es justo sentirse  ciudadanos de pleno derecho del Estado; pero simbólicamente hace pensar en la otra imagen que está grabada en cada hombre: la imagen de Dios. Él es el Señor de todo y nosotros, que hemos sido creados ‘a su imagen’ le pertenecemos ante todo a Él. Jesús extrae, de la pregunta planteada por los fariseos, un interrogativo más radical y vital para cada uno de nosotros, un interrogativo que podemos plantearnos: ¿a quién pertenezco? ¿A la familia, a la ciudad, a los amigos, a la escuela, al trabajo, a la política, al Estado? Sí, es cierto. Pero ante todo – nos recuerda Jesús – tú perteneces a Dios. Ésta es la pertenencia fundamental. Es Él el que te ha dado todo lo que eres y tienes. Y por lo tanto, nuestra vida, día tras día, podemos y debemos vivirla en el re-conocimiento de esta nuestra pertenencia fundamental y en el re-conocimiento del corazón hacia nuestro Padre, que crea a cada uno de nosotros singularmente, irrepetible, pero siempre según la imagen de su Hijo amado, Jesús. Es un misterio estupendo.

El cristiano está llamado a comprometerse concretamente en las realidades humanas y sociales sin contraponer a ‘Dios’ y a ‘César’: contraponer a Dios y al César sería una actitud fundamentalista. El cristiano está llamado a comprometerse concretamente en las realidades terrenas, pero iluminando las realidades terrenas con la luz que viene de Dios. La consagración prioritaria a Dios y la esperanza en Él no conllevan una fuga de la realidad, sino aún más un restituir operosamente a Dios lo que le pertenece. Es por ello que el creyente mira a la realidad futura, la de Dios, para vivir la vida terrena en plenitud y responder con valentía a sus desafíos.

Que la Virgen María nos ayude a vivir siempre en conformidad con la imagen de Dios que llevamos en nosotros, dando también nuestra contribución a la construcción de la ciudad terrena»

(Traducción del italiano: Cecilia de Malak)

(from Vatican Radio)

 

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