LOS SEGUIDORES DEL CAMINO

 

Muchos de nosotros, alguna vez en la vida, nos hemos preguntado: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo? ¿A dónde voy? Dar respuesta es confrontar la realidad, pues implica reconocer el verdadero curso que le hemos dado a nuestra existencia, y nos desagrada sentirnos defraudados al ver que no vamos rumbo al éxito deseado. Es triste reconocer que sabemos mucho acerca de la vida de los demás, pero de nosotros mismos no sabemos, o no queremos saber, nada en absoluto.

Hacerse estas preguntas es analizar responsablemente la situación que vivimos y encontrar las respuestas definitivas que evalúan nuestra realidad, que orientarán nuestro presente y el futuro, no sólo de forma temporal, sino también de forma eterna. Frente a nosotros encontramos diversos caminos en la vida, los cuales se vuelven alternativas para llegar a nuestro objetivo. Algunos caminos son cortos, pero pueden ser más peligrosos y con muchos riesgos; hay otros más largos, que son seguros y nos llevan a la meta deseada. Nuestra vida es una búsqueda constante: a menudo no sabemos bien qué buscar y nos perdemos en los laberintos del mundo, confundidos y llenos de inseguridad, incapaces de comprender, en muchas situaciones, el sentido real de nuestra existencia. En los tiempos de Jesús, la humanidad también experimentaba lo anterior. Es necesario tener presente que todo camino nos conduce a un lugar de destino, aunque no sea el deseado. Nos dice el libro de Proverbios: “Hay caminos que parecen derechos, pero al final de ellos está la muerte” (Prov. 14, 12).

Al comenzar su ministerio, Jesús fue empujado por el Espíritu al desierto, un lugar inhóspito y árido en donde moran todos los desequilibrios producidos en la creación por el pecado de Adán, un lugar de muchas tentaciones y de muerte. Jesús tiene sus ojos fijos en la Palabra de Dios, en su Alianza y en su ley; ese es el camino que Él tiene trazado para sellar la Alianza definitiva de Dios con la humanidad. Jesús en ningún momento permitió que su condición humana desviara su misión, su propósito, y en medio de ese lugar de muerte se fortaleció con la fuerza del Espíritu. En ese lugar de muerte y pecado, Jesús inicia el verdadero camino, el nuevo sendero de Adán, y abre de nuevo el paraíso a todos aquellos que estén dispuestos a aceptarlo a Él como el verdadero camino.

Todos avanzamos por el camino de la vida. Yo me atrevo a preguntarte: ¿Vas por el camino correcto? Esta pregunta y su respuesta nos deben llevar a hacer conciencia del peligro que corremos al estar en el camino equivocado, porque no sólo podemos perder la vida en lo humano, sino la vida eterna, que es más valiosa que la vida temporal. Recordemos que Jesús, con sus propias palabras, nos dice que Él es el camino al Padre: “No se angustien ustedes. Crean en Dios y crean también en mí. En la casa de mi Padre hay muchos lugares en donde vivir; si no fuera así, yo no les hubiera dicho que voy a prepararles un lugar. Y después de irme y de prepararles un lugar, vendré otra vez para llevarlos conmigo, para que ustedes estén en el mismo lugar en donde yo voy a estar. Ustedes saben el camino a donde yo voy.”
—Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo vamos a saber el camino? Jesús le contestó:

“Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se puede llegar al Padre” (Juan 14, 1-6).
Efectivamente, antes de reconocer a los seguidores de Jesús con el nombre de “cristianos” (Hechos 11,26), el primer nombre que recibieron fue el de “Seguidores del Camino”. Así lo constata la Escritura:
“Mientras tanto, Saulo no dejaba de amenazar de muerte a los creyentes en el Señor. Por eso, se presentó al sumo sacerdote y le pidió cartas de autorización para ir a las sinagogas de Damasco, a buscar a los que seguían el Nuevo Camino, tanto hombres como mujeres, y llevarlos presos a Jerusalén”
(Hechos 9, 1-2).

En aquella época, Jesús encontró en su caminar toda clase de personas necesitadas, y Él mismo se convirtió en el “caminante” que se tomaba el tiempo para atenderlos. Cuando parecía que todo estaba perdido para ellos, aparecía el “caminante” para ser camino de compasión, dignidad, aceptación, perdón, sanación, salvación, misericordia y el único camino al Padre.

A ti, hermano, hermana, que hoy llega hasta tus manos esta carta y te encuentras en un centro reclusorio, y que piensas: “Cómo me hubiera gustado tener antes en mis manos un mensaje así, y hubiera orientado mis pasos por el camino que es Jesús”, quiero decirte que Dios escribe derecho en renglones torcidos, y que, si hoy llega este mensaje a tus manos, es porque sigues y seguirás estando para Dios en camino de salvación. Y este es tu momento. Jesús toca a tu corazón para traerte todo ese amor que las circunstancias de la vida, elegidas o no por ti, te negaron y te trajeron a este presente. Jesús es tu Salvador, y para Él tú eres valioso y especial. Abre hondamente tu corazón, que Él sea tu todo, y al soltar el resto de amarras verás que Cristo te dará la total libertad de espíritu y el camino a la vida eterna junto a Él. Jesús te ama. María, nuestra Santísima Madre, está contigo.

Y a todos mis hermanos que siempre están pendientes de nuestros eventos, hacerles la cordial invitación para vernos y celebrar este Jubileo, Tiempo de Gracia y Esperanza, los días 12 y 13 de julio en el Convention Center de Los Ángeles, CA. Este año estaré con cada uno de ustedes para compartir la
Palabra, dialogar, saludarnos de mano y juntos seguir hablando de la hermosa experiencia que es
consagrarnos a Jesús como Yo soy el 73.

Nuevamente manifiesto mi gratitud a todos ustedes por su fidelidad y ayuda a este apostolado. Sus ofrendas son esenciales para continuar con la interminable tarea de ayudar a las personas a encontrar el camino y continuar proclamando la Buena Nueva. Gracias a ustedes, esta pasada Jornada fue de mucha bendición. También agradezco a los fieles Sembradores de Jesús con María que están ahí, mes a mes, haciendo llegar su semilla. Gracias por su donación, y que Dios les multiplique su generosidad con
abundancia, para que juntos sigamos sembrando en la viña del Señor.

Y ya les mencioné de la experiencia de consagrarse a Jesús en el Proyecto Yo soy el 73; pues, si alguno
de ustedes aún no lo ha hecho, es tiempo ya. Únanse a la consagración que inicia este 22 de julio. Entra a www.esne73.com y regístrate. También puedes descargar nuestra app. Si necesitas mayor orientación, comunícate en EE.UU. al: (818) 745 – 4398 y en México: +52 331487 6681. Por correo electrónico: info@soy73.com y uno de nuestros hermanos te atenderá y te guiará en este camino de discipulado.

En el amor eterno del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y confiado en el Corazón Inmaculado de nuestra siempre amada Virgen de Guadalupe.
Tu servidor,

Noel Díaz

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